LOS REYES MAGOS: LA PRIMERA MENTIRA

   Hace ya algunos años que salió a la luz uno de los documentales más demoledores y dolorosos en la sociedad yanquee –y, ¿por qué no admitirlo?, en todas las sociedades occidentales– que consiguió ser censurado y perseguidos sus creadores por el gobierno Bush. Se trata del documental Zeigeist, el cual trataba el tema del miedo ocasionado con actos «terroristas» como el 11S como conspiraciones de los propios gobiernos para generar esa palabra «de marras» llamada miedo. Lo cierto es que quienes somos aficionados a las novelas gráficas de Alan Moore o, como mínimo, aquellos que vieron películas como V de Vendetta, nos quedamos anonadados al ver los paralelismos reales entre la causalidad de la que hablaba Moore y la realidad que nos rodea. Puede que tú fueras uno de los que ya sospechaba algo, desde siempre, o puede que no pero, en cualquier caso, la teoría del miedo combinado con la esperanza de que suceda algo bueno es una de las más verosímiles que encontramos en la actualidad como medio principal de control de masas. Y es que, desde bien pequeños, son nuestros propios padres quienes nos presentan al hombre del saco, a los premiadores o castigadores, a los domadores de conciencia individual y a los defensores del hombre recto judeocristiano. Y a vosotros, ¿os han regalado algo los Reyes Magos?

«Si te portas mal, los Reyes Magos te traerán carbón»

   ¿Quién no ha escuchado esto en su niñez y no ha sufrido durante semanas barajando la posibilidad de que el paje «chivato» del rey favorito de turno espiara durante todo el año las travesuras? Esta inocente leyenda no es, ni de lejos, inocente. Desde bien pequeños se les dice a los menores que deben de portarse «bien» porque si no sufrirán un castgo que les dejará sin obsequios frente al resto de niños que si que los recibirán.

   No hay que ser «un lumbreras» para ser consciente de las similitudes que hay entre la costumbre de regalar juguetes a los niños buenos y carbón a los niños malos, y la aceptación de lo socialmente correcto frente al castigo de aquello que se desvía de lo que el entorno enuncia como no cívico. De alguna manera, a la niñez le están enviando un mensaje que seguirán escuchando el resto de sus días: «si sigues el camino que te marcamos, todo te irá genial pero si por alguna razón nos causas problemas, te retiraremos toda posibilidad de ayuda y, no solo eso, sino que te castigaremos ferozmente». Como si de una utopía distópica se tratase, nos encontramos con que estos inocentes rituales no son, ni de lejos, tan inofensivos como parecen ser.

La primera mentira: los Reyes Magos como primera divinidad que premia y castiga

   Mentir está condenado moralmente en casi todas las sociedades del mundo y en todas las occidentales. Sin embargo, desde bien niños se no educa en base a principios, valores y creencias que no se ajustan para nada con la realidad. La adaptación social a un entorno contradictorio resulta tan caótica que no es de extrañar que el 100% de la sociedad moderna padezca algún trastorno neurótico en un momento de su vida, como mínimo.

   Los Reyes Magos y Papá Noel son, tal vez, la primera incoherencia que percibe el ser humano ya que frente al mandamiento cristiano y la ética aprendida por parte de los progenitores «no mentirás» se opone una realidad que se oculta durante los primeros cinco-diez años de vida; no existen ni los Reyes Magos, ni Papá Noel, ni las hadas, ni los unicornios. Esta es la primera de una cadena de grandes contradicciones que incluyen términos ilusorios como paz, libertad o igualdad que no tienen un equivalente fidedigno en la realidad tangible.

   Pero volvamos al tema que nos ocupa; la primera mentira o los Reyes Magos. ¿Por qué se les miente a los más pequeños con la creencia de que existen tres señores a los que, dejándoles leche, galletas y portándose bien, les apetecerá dejarnos todo lo que queramos en nuestra casa? Realmente en este post no se encontrarán las respuestas pero si la hipótesis.

La religión apta para niños: claves del equivalente entre Reyes Magos y manipulación moral

   Simplemente hay que pensar en las creencias teológicas, astrológicas e, incluso, las científicas –tales como las teorías físicas no comprobadas empíricamente que nos suelen dejar personajes como Michio Kakku o el mismísimo Stephen Hawking– para darnos cuenta de que vivimos rodeados de mentiras. La mentira no es mala en sí misma. El principal inconveniente de la mentira aparece cuando esta se utiliza como medio de control, lavado de cerebro y alienación de la voluntad propia.

   Desgraciadamente, hay un alto porcentaje de creencias que traen aparejada esta consecuencia. A un nivel más «doméstico» que en el caso de la religión, los Reyes Magos consiguen, de una parte, proporcionar las primeras informaciones en torno a los seres intangibles, las divinidades. Quizás si nunca se hubiese creído en los fantasmas o en las hadas, no existiría la idea de Dios.

   Sin embargo, el hecho de que hagamos creer a los más pequeños en que pueden existir seres que no se pueden ver ni tocar, les dan las primeras claves, claves pueriles y no refinadas, acerca de la existencia de entes en los que, simplemente, se tiene que creer «a ciegas». De otra parte, se halla el concepto del miedo a un castigo. Este castigo viene aparejado al incumplimiento de unas normas que, en este caso, establecen los padres –la religión domina al adulto, el adulto al niño–.

   Como elementos extra, el constante espionaje por parte del paje de los Reyes Magos no es otra cosa que el equivalente al «ojo que todo lo ve» de Dios. Da igual lo que el niño haga porque siempre hay alguien ahí que va a ver los actos que puedan ser punibles. También merece la pena la mención a la necesidad de dejar un tributo a los Reyes Magos, te vayan a dejar lo que te vayan a dejar, porque, en cierto modo, consigues más posibilidades de ganar el premio, tus regalos, si tu ofrenda a los Reyes y sus camellos y pajes es generosa.

Conclusiones: LOS REYES MAGOS: LA PRIMERA MENTIRA

   La relación intrínseca entre los reyes magos y el control social desde la infancia es un eslabón de una cadena mucho más amplia que conlleva la ya conocida sociedad del miedo. Educar a los más pequeños en la incoherencia que aparece después de mentir a quienes se dice que deben ser sinceros así como castigar las actitudes rebeldes con respecto a la norma social establecida son los primeros pasos para generar una sociedad con miedo y desconfianza, una sociedad contradictoria a la que le han dicho que debe ser de una manera ideal que no se corresponde con la mezquindad cotidiana, tan alejada de los altos valores morales de la dogmática moral establecida. 

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