Dice un refrán popular que «quien presta dinero a un amigo pierde el dinero y pierde el amigo». Sin embargo, los lectores empedernidos sabemos que este mismo dicho puede aplicarse también a los libros. Para curarse en salud muchas bibliotecas suelen incluir en un lugar bien visible aquella advertencia cuya versión más conocida es la salmantina: «Hay excomunión reservada a su Santidad contra cualesquiera personas que quitaren, distrajeren, o de otro cualquier modo enajenaren algún libro, pergamino o papel de esta biblioteca, sin que puedan ser absueltos hasta que esta esté perfectamente reintegrada».
Ya sea porque el aviso resulte demasiado suave ‒pese a la amenaza de excomunión bastaba con devolver el libro y pelillos a la mar‒ o porque algunos libros son un bocado demasiado tentador como para no quedárselos, lo cierto es que los bibliocleptómanos no pueden evitar hacer de las suyas. Hace muy poco conocíamos el último caso, de la mano del diario The Guardian, aunque más que de robo habría que hablar de despiste: un libro devuelto a la biblioteca con 65 años de retraso y una multa de 1.500 libras. El despistado usuario, Jay Tidmarsh, de 82 años de edad, se encontró el volumen olvidado, Ashenden de W Somerset Maughan, mientras limpiaba su librería. Al abrir la tapa descubrió en su interior un sello que decía «Propiedad de la escuela Taunton» y recordó que lo había tomado prestado de la biblioteca escolar en 1949, durante su época de estudiante. Así que Tidmarsh se presentó en su antigua escuela con el libro entre sus manos, dispuesto a devolverlo, además de entrar de forma voluntaria 1.500 libras en concepto de multa simbólica.
Pero el caso de Jay Tidmarsh, con 65 años de retraso, no es ni mucho menos el préstamo bibliotecario más largo de la historia, como demuestra la lista que recoge Mental Floss.
Libro: The Real Book About Snakes de Jane Sherman
Prestado por: La Biblioteca del Condado de Champaign en Urbana, Illinois
Años de retraso: 41
Más información: El usuario prefirió devolver el libro manteniendo su nombre en el anonimato. Eso sí, tuvo la cortesía de incluir una nota que decía: «Lo siento, he tenido este libro demasiado tiempo, pero es que soy un lector muy lento. Incluyo mi multa de 299,30 dólares (41 años por 2 centavos al día). Una vez más, mis disculpas».

Days and Deeds. A Book of Verse for Children’s Reading and Speaking recogido por Burton y Elizabeth Stevenson
Libro: Days and Deeds: A Book of Verse for Children’s Reading and Speaking seleccionado por Burton y Elizabeth Stevenson
Prestado por: La Biblioteca Pública de Kewanee en Kewanee, Illinois
Años de retraso: 47
Más información: Según el Libro Guinness de los Records la multa pagada por este libro, de 345,14 dólares, es la más alta de la historia.
Libro: The Fire of Francis Xavier de Arthur R. McGratty
Prestado por: La Biblioteca Pública de Nueva York
Años de retraso: 55
Más información: La devolución se efectuó por correo y de forma anónima, seguramente para evitar la vergüenza de hacerlo en persona.
Libro: Las aventuras de Pinocho de Carlo Collodi
Prestado por: La Biblioteca de Rugby en Warwick, Inglaterra
Años de retraso: 63
Más información: El libro fue devuelto aprovechando un período de amnistía durante el cual la biblioteca no sancionaba los retrasos con multas. De no haber sido por eso la multa habría ascendido a 4.000 libras.
Libro: El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde
Prestado por: La Biblioteca Pública de Chicago en Chicago, Illinois
Años de retraso: 78
Más información: Este retraso tiene además el agravante de que se trataba de una rara edición de la novela fechada en 1934. La usuaria que había sacado el libro había fallecido y el ejemplar fue encontrado por su hija entre sus pertenencias. Antes de devolverlo la hija tuvo la precaución de informarse si podría ir a la cárcel por semejante demora. El libro también fue devuelto durante un período de amnistía, lo que evitó una multa de 6.000 dólares.
Libro: Master of Men de E. Phillips Oppenheim
Prestado por: La Biblioteca del Condado de Leicester en Leicester, Inglaterra
Años de retraso: 79
Más información: El autor del libro, Oppenheim, había nacido muy cerca de la biblioteca, así que el libro fue recibido con mucha alegría. Aunque, todo hay que decirlo, la biblioteca original a la que pertenecía el libro llevaba décadas cerrada.
Libro: Facts I Ought to Know About the Government of My Country de William H. Bartlett
Prestado por: La Biblioteca Pública de New Bedford en Massachussets
Años de retraso: 99
Más información: El libro fue prestado en 1910 a una inmigrante polaca que quería darle un repaso a la política estadounidense. Casi un siglo estuvo repasando la legislación de su nuevo país.
Libro: Insectivorous Plants de Charles Darwin
Prestado por: La Biblioteca de la Escuela de Artes de Camden en Sydney, Australia
Años de retraso: 122
Más información: Prestado en 1889 y devuelto el 22 de julio de 2011.

The Ancient History of the Egyptians, Carthaginians, Assyrians, Babylonians, Medes and Persians, Macedonians, and Grecians (volumen II) de Charles Rollin
Libro: The Ancient History of the Egyptians, Carthaginians, Assyrians, Babylonians, Medes and Persians, Macedonians, and Grecians (volumen II) de Charles Rollin
Prestado por: La Biblioteca Grace Doherty en Danville, Kentucky
Años de retraso: 150 (aproximadamente)
Más información: El libro fue descubierto en 2013 en una escuela cercana. Se estima que debe de llevar prestado unos 150 años, pero como no hay registros de esa época se desconoce la fecha exacta en que fue prestado. La estimación se ha hecho por una nota que aparece entre sus páginas, fechada en julio de 1854, que dice: «A partir de ahora no he de comer ni carne ni salsa». El libro pertenece a una colección de ocho volúmenes, los cuales han desaparecido todos.
Libro: The Law of Nations de Emmerich de Vattel
Prestado por: La Biblioteca de la Sociedad de Nueva York en Nueva York
Años de retraso: 221
Más información: Este libro fue prestado nada más y nada menos que a George Washington, cinco meses después de su primer mandato presidencial. El libro, que estuvo los siguientes 221 años en la casa de Washington en Virginia, fue devuelto en 2010. Por suerte la multa, que ascendía a 300.000 dólares, fue perdonada.
[…] Los préstamos bibliotecarios más largos de la historia […]
Soy un lector lento… ¡y tan lento! No me extraña que algunos lo devolvieran desde el anonimato, avergonzados.
Yo perdí una vez un libro y la verdad es que se pasa mal explicando la situación. Pero vamos, que incluso cuando he entregado un libro con solo unos cuantos días de retraso he tenido cierta inquietud. Para que veas mi grado de responsabilidad.
Me pasa igual, te lo aseguro 🙂
Se me antoja que cuando dentro de quizá no muchos años los libros en soporte de papel sea cosa del pasado, y los nuevos se lean vía el éter como flotando ante uno, armado probablemente con vaya usted a saber qué suerte de anteojos (imagino ilustraciones de colores mediante imágenes holográficas y toda suerte de maravillas), estos problemas del olvido o el secuestro de los libros, ya sean de amigos o de bibliotecas, empezarán a pertenecer al mundo de la historia. A no ser que, con esas cosas del DRM, se invente el préstamo electrónico, por el cual cuando uno ceda un e-book a un amigo pierda la posibilidad de leerlo hasta que no lo reciba de vuelta. El tiempo dirá.
Gracias por el artículo.
[…] Dice un refrán popular que «quien presta dinero a un amigo pierde el dinero y pierde el amigo». Sin embargo, los lectores empedernidos sabemos … […]
Qué interesante post!!
Como bibliotecaria te diré, que son muchos los que no devuelven por desidia, por despistados y porque de alguna forma consciente o inconsciente se quieren quedar con el libro, ay!! si intentás recuperarlo. Los diferentes tipos de rostros que podés ver son para hacer una película de suspenso o terror.
En fin, que me ha gustado mucho, y me llevo el link para compartirlo con los socios de la biblioteca.
Saludos
Yo no trabajo en bibliotecas, pero he prestado libros a amigos y no me los han devuelto nunca. Ya ni recuerdo qué libro presté a qué amig@. Una pena, pero espero que , al menos, los hayan disfrutado.
[…] Guinness. Y con nombres ilustres. Si hemos de hacer caso al artículo de Alejandro Gamero en la web La piedra de Sísifo, nos encontramos con ejemplos que ruborizarían a un presidente de […]