Nunca he llegado a tener editor. Como autor autopublicado, todo lo realicé por mi cuenta. Eso no quiere decir que lo hiciese yo todo, lo cierto es que tuve mucha ayuda en la corrección del texto con la ayuda de un amigo. Pero sí que realicé la portada, la maquetación interna y la promoción (si es que a poner un banner se le puede llamar promoción).
Comento todo esto porque es muy probable que aquí haya lectores que quieran convertirse en algún momento en escritores, si no de prestigio, que les de dinero. Desde ya, ánimo.
Como iba diciendo, nunca he llegado a tener un editor. Para el que no lo sepa, un editor es un tipo con el que tú firmas unos documentos, y que te publica el libro. A ser posible, el editor te corrige (previo coste) el manuscrito y, además, estará encantado de cobrarte por la portada y la maquetación, así como por el marketing. Ah, y lo de quedarse parte de tus derechos también es bueno mencionarlo, ya que suele ser costumbre en las editoriales.
Esta es la pequeña historia del editor que no llegó a ser mi editor. Sin duda será el editor de otra gente. Lo siento por ellos. Lo cierto es que Jose (no, no es su verdadero nombre) es un tipo majísimo y regordete. De ese tipo de personas afables a las que decir que no cuesta, no por el hecho de que lo que te ofrezcan sea bueno, sino porque dan un determinado tipo de pena. Motivo, sin duda, por el que es el editor comercial de la empresa.
A lo que voy es que el tipo no es el diablo. Cuando le conté por primera vez mi proyecto a veinte años como escritor, los libros del Proyecto Eureka, lo que luego vendrá sobre ciencia ficción con el proyecto Orbis y los pasatiempos intermedios de puro marketing, me respondió con un sincero «Vaya…». Por si su dejadez y pasotismo no hubiesen sido suficientes, al entregar mi primer boceto de HAZ ALGO DIFERENTE me llamó y nos reunimos.
En esa reunión descubrí dos puntos importantes: o él no había entendido el proyecto a largo plazo o no le interesaba lo más mínimo. Probablemente, ambos. Nos sentamos en su oficina, un cuartucho no muy grande con una ventana claustrofóbicamente pequeña, y me fue todo lo sincero que sus técnicas de vendedor de maquetación pudieron controlar:
—Marcos, esto es una mierda —y luego puntualizó mientras señalaba al montón de folios arrugados impresos sobre su mesa —. A ver, la idea es buena, pero esto es una mierda.
Tras preguntarle por qué era una mierda, Jose se encogió de hombros. El hombre estaba en un apuro léxico, le faltaban sinónimos para decir mierda. Tras una absurda conversación en la que me trató de vender un pack de corrección por el módico precio de 500 euros, nos fuimos a tomar una caña. Esto explica su expansiva figura de atleta de bar. Si tiene que invitar a una caña a todos los posibles escritores, morirá en pocos años. Ya con una cerveza en la mano, me confesó (lejos del oído de sus compañeros de trabajo, y en caso de que yo no me hubiese enterado del tema):
—En serio, Marcos, es una mierda.
—Ya, pero es mi mierda, la he cagado yo —lo cierto es que llevaba pensando estas frases durante más de un cuarto de hora, aunque me gusta pensar que fueron espontáneas —. Las madres que tienen un hijo feo lo quieren igualmente, ¿no?
No contestó, imagino porque le costaba respirar. Tampoco creo que le diese más vueltas al libro a partir de entonces, porque no me volvieron a llamar hasta hace unos días. Vale que soy un cliente difícil, pero aquella experiencia fue deprimente, y me lanzaron directamente a la autopublicación. El jueves pasado me llamaron, tras ver las cifras de venta, para los siguientes.
Supongo que tengo que dar las gracias a Jose, dado que sin su ayuda nunca hubiese elegido otro modo de dar a conocer mi libro. Que, por cierto, se vende solo. Le voy a enviar este artículo para que lo sepa.
Eres un editor de mierda, Jose. Solo quería que lo supieses.
Sin rencor.
Buenas tardes… Yo no creo que llegue nunca a publicar un libro. Quizá algún día, cuando sea anciana y mis facultades estén muy mermadas… (serán mis memorias). Me siento muy aficionada en esto y más aún a la hora de hacerlo sola, por mi cuenta. Yo sí pediría la opinión y consejo de un editor (intentaría, eso sí, dar con alguien medianamente serio, pues no me veo capacitada para valorar mi obra y además cometo errores que me niego a aceptar y eso hace que no sea apta para publicar nada). No me considero escritora, por más que escriba y pueda y sepa entretener a otros. Yo soy lectora y grafomaníaca (es que he descubierto que se denomina, de padecerlo, hipergrafía o grafomanía). En tu caso, el libro que has escrito es original y se aparta de lo que yo querría escribir, sin embargo me gustó y te considero escritor. Si bien los escritores son muy diferentes y sus escritos más todavía. Mi opinión a este respecto siempre será muy subjetiva, sólo distingo entre lo que me gusta y lo que no (para otras valoraciones existen profesionales, yo no lo soy). Gracias. Un saludo.
En efecto, al final todos los lectores juzgamos la obra o mierda de sus autores. Para mí, un editor debe ser más que eso. Y, desde luego, comer menos (por aquello de la salud y tal).
Gracias por considerarme un escritor =)
A mí me gusta mucho más lo de grafomanía. Suena a perturbación mental. Hipergrafía se queda corto, y no da a entender ese clic cerebral que nos impulsa a poner una palabra más.
Ja, ja, ja… Me encanta la despedida final. Me alegro de que te haya salido bien, o más o menos bien al menos, el negocio. Yo no he tenido el gusto ni el disgusto de tratar con editores, pero tampoco he tenido parte en la publicación o difusión de lo poco que he publicado. Si me planteo dar un pasito más, ya te pido consejo.
Gracias por la aportación 😉
A ti por la lectura. Este lunes publiqué en Quondos una guía para escritores que quieren autopublicarse. Te aconsejo descargarla 😉
http://www.quondos.com/como-publicar-tu-libro-en-amazon-la-mega-guia/
Que uno nunca sabe, y a ti te veo escritora =)
[…] El editor que no llegué a tener (La piedra de Sísifo) […]
Me ha encantado el artículo. Bravo por conseguirlo.
Gracias, señor/a T.
=)
Te felicito por sacar tu libro adelante pese a todas las adversidades. El editor de tu historia me recuerda mucho a uno que tuve la desgracia de conocer. Espero que no fuera el mismo. En mi corta trayectoria por el mundillo editorial he conocido a más de un editor y, por suerte, puedo decir que no todos son iguales. Lo de cobrar por la corrección, la maquetación y ceder parte de los derechos, es el pan de cada día. Eso sí, una cosa que me perturba es que ahora parece que el propio autor debe hacerse responsable de la publicidad. Cada vez hay más escritores promocionando su obra a través de la red pese a tener un contrato con una editorial.
Gracias, Oliver.
Supongo que cada uno debe analizar qué quiere delegar a la editorial y de qué parte quiere hacerse cargo. Por ejemplo, si yo fuese alguien realmente bueno en redes sociales o conocido (famoso, por ejemplo) es muy probable que quiera llevar el marketing por mi cuenta, y lo que quiera es una portada, una corrección y una maquetación.
Pero lo que está claro es que nadie está obligado a firmar un contrato, y que si le está pasando a la gente que se ven en estas tesituras (tengo conocidos que han tenido problemas muy serios con editoriales) la culpa es de no habernos informado. Ahora, con toda la información y ofertas que hay, si alguien paga mucho por un servicio malo, no puede quejarse después.
Claro que, por las mismas, hace unos años no había nada de información, ni un lugar donde buscarla.
Será que a pesar de todo todavía estoy anclado en el viejo sistema, pero todavía me queda un resquicio de esperanza en editores y editoriales tradicionales. Creo que has tenido mucha mala suerte con este editor, que además de necio e incompetente parece que no ha sabido tener la visión de la magnitud de la obra en la que estás trabajando. Nada nuevo por otra parte. Si echáramos un vistazo a la historia de la literatura veríamos grandes batacazos editoriales rechazando obras que más tarde se han convertido en obras maestras. Por eso digo que no es nada nuevo.
Por mi parte, si alguna vez me planteo escribir un libro, primero me gustaría hacer el típico recorrido por las editoriales tradicionales, y si eso no funciona tal vez echaría mano a Amazon. Todavía no tengo nada claro, pero hay una idea que me está rondando la cabeza desde hace algunos años (lo que pasa es que escribir una novela es una tarea ardua).
Me quedo con la última idea de Oliver. Me parece de una desfachatez increíble que hoy en día contrates con una editorial y la promoción te la tengas que montar tú mismo por tu cuenta. Una cosa es abaratar costes y otra engañar a personas que están intentando cumplir sus sueños.
Por cierto, me guardo la megaguía de cómo publicar en Amazon en favoritos para tenerla siempre a mano. Enhorabuena, está muy trabajada. Creo que es una verdadera joyita.