Novela con mensajes de WhatsApp

Novela con mensajes de WhatsApp

   Cuando te acercas a un libro, el principio de la historia que empieza puede mostrarse de muchas formas. Quizás el protagonista empiece describiéndose, o puede que te encuentres recorriendo unos parajes desconocidos pero bien presentados. La manera de hacer que te adentres en lo que se esconde tras el título es un aspecto de la novela que marcará la diferencia y que puede conseguir que la adores o que, por el contrario, la aborrezcas.

   Muchas veces una historia ya vista puede convertirse en algo para recordar sólo por la forma en la que está contada; y os voy a poner un ejemplo: Mónica Gutiérrez, del blog Serendipia, ha publicado el año pasado su libro Un hotel en ninguna parte. ¿Qué contaba? La historia de una chica a la que se le va la vida al garete y, por ello, se marcha a otro lugar a comenzar de cero, para así encontrar el amor y, sobre todo, encontrarse a sí misma.

   ¿Habéis leído alguna historia con este argumento alguna vez? Sí, seguro que sí. Pero, ¿habéis leído alguna historia como esta alguna vez? Probablemente no. No sólo los parajes y la magnífica construcción de los personajes nos brindan una historia que se diferencia del resto de las de temática similar; sino que la forma en que nos cuenta esa historia es la que hace que centres tu atención en ella desde el principio.

   Nos enteramos de todo lo que pasa a través de los e-mails que envían los protagonistas del libro, e-mails cuyas contestaciones nunca vemos pero que podemos intuir mediante la continuación de la lectura de los correos electrónicos posteriores.

   Y esto me lleva a que os hable de la novela epistolar, que es aquella que está construida con cartas que los personajes envían o reciben, o una mezcla de ambas. Ejemplos de novelas como esta son El Lazarillo de Tormes (Anónimo), Drácula (Bram Stocker) o Frankestein (Mary Shelley). Y también Un hotel en ninguna parte (Mónica Gutiérrez), aunque lleva el género epistolar un paso más allá modernizándolo para integrarlo en pleno S. XXI.

   Desconozco si a una novela compuesta a base de correos electrónicos se la sigue clasificando en este género específico o si este elemento concreto la incluye en una nueva categoría.

   Y hablando de llevar las cartas al terreno de internet, y mirando cómo ha evolucionado en los últimos años la forma en que nos comunicamos, me pregunto si sería posible escribir una novela haciendo el recorrido a través de mensajes de WhatsApp.

   Asumo que es algo difícil, sobre todo teniendo en cuenta que las frases se componen de líneas normalmente cortas; y entiendo que puede no gustar al lector, que vería como unos párrafos de extensión más o menos corriente quedarían reducidos a una ínfima parte.

   También soy consciente de que contar una historia de una media de doscientas páginas implicaría, al menos, el doble si la redactamos a través de estos mensajes cortos, y que ello podría suponer un hándicap a la hora de publicar en papel. Pero, ¿quién ha dicho que innovar fuese sencillo?

   Como dijo Lucio Anneo Séneca: «No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas».

   Y vosotros, ¿qué pensáis? ¿Veis viable contar una historia a través de mensajes de WhatsApp? Espero vuestra opinión en los comentarios.

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