En alguna ocasión me he declarado defensor de la lectura lenta y reposada, sin prisas ni presiones, pero también es cierto que, como a muchos lectores, de vez en cuando me atormenta lo poco que leo y la cantidad de libros que tengo ‒y siempre tendré‒ pendientes. Pues bien, recientemente el coach y speaker Sam Thomas Davies ha publicado un artículo en HighExistence en el que afirma poner en práctica un método que le permite leer hasta 42 libros al año, sin llegar a los extremos de la fotolectura ‒ese sistema en el que se leen unas 25.000 palabras por minuto‒.
Davies ha bautizado a su método con el nombre de «regla del 10%». Simplemente consiste en comprometerse a leer un 10% del libro cada día. Ahora bien, la disciplina es esencial. Es evidente que la cantidad de páginas que formen ese 10% variará en función del tamaño del libro. Teniendo en cuenta que no es lo mismo el 10% de un libro de 100 páginas que el de un libro de 900 páginas, Davies recomienda planificarse bien la lectura a lo largo del día para que cuando este termine se haya podido cumplir el objetivo. Si el libro es muy grueso recomienda dividir ese 10% en cantidades más pequeñas y distribuirlas durante el día. Leer, por ejemplo, un 5% por la mañana y otro 5% por la noche. O incluso en varias cantidades más pequeñas. De esa manera, se podrá cumplir con el objetivo leyendo unas cuantas páginas en cualquier momento.
De cualquier modo, es importante aprovechar los momentos en los que se tiene más energía y no dejarlo todo para el final, cuando nos encontramos más fatigados, porque entonces podríamos sucumbir al cansancio y no cumplir con la cuota diaria de lectura.
Otro punto clave que señala Davies es el de utilizar un libro electrónico. El hecho de que estos dispositivos puedan almacenar una gran cantidad de libros en un espacio muy reducido y de que se puedan llevar encima con facilidad permite que la lectura pueda hacerse en cualquier momento, siempre sumando páginas a ese 10%.
Davies da otras recomendaciones como hacer una lista de los libros que te gustaría leer para estar más motivado, destacar aquello que parezca más interesante, tomar notas para recordar lo que se lee y organizar esas notas. Para estas últimas tareas utilizar un libro electrónico también facilita bastante la labor. Davies aconseja en concreto usar el Kindle de Amazon en combinación con Evernote.
Aplicar la regla del 10% a la lectura de libros de entre 200 y 300 páginas implica leer un promedio de un libro a la semana, lo que al año se traduce en más de 52 libros leídos. Y aunque para libros más extensos la media final baja, de todos modos ya implica leer una buena cantidad de libros al año. El gran inconveniente que se le puede poner a este sistema es el de convertir una actividad que debería ser completamente placentera en una especie de obligación autoimpuesta. Lo que me lleva a la siguiente duda: ¿podría funcionar el método con una aplicación más laxa? Quizá la clave no sea tanto torturarse con una cuota de lectura diaria como motivarse con unos objetivos mínimos y asequibles. Algo que podría funcionar si lo que se busca no es tanto leer una gran cantidad de libros al año sino tratar de leer un poco más de lo que ya se hace.
Buenas tardes… Yo no puedo crearme un hábito de lectura disciplinado. Mi costumbre siempre ha sido, y es bastante probable que lo sea para siempre, leer un libro en aquellos momentos que uno tiene libres. No puedo saber, a ciencia cierta, cuáles serán esos momentos y tampoco quiero calcular ese 10% que mejorará mi ritmo de lectura anual -pero que me dejará con las ganas de saber qué ocurre a continuación en esa historia que se me cuenta-. No, no quiero aplicar la regla del 10% a mi lectura. No quiero que mis mejores ratos se vean sustituidos por quehaceres triviales que no me llenan. ¿Qué haré con el tiempo que no esté leyendo cuando mi libro sea breve? Ahora, además, me he metido en la lectura de un libro extenso (Virginia Woolf. La vida por escrito, de I.C.Bauer) y le estoy leyendo muy deprisa porque a cada línea que leo se me antoja más y más interesante (y eso no lo puedo controlar porque no sé cuánto tiempo pasa hasta que una maldita alarma me avisa o alguien me advierte de que es la hora de hacer algo secundario como cerrar la biblioteca o ir a trabajar, ir a sentarse a la mesa a la hora de comer, o a dormir… esas molestas actividades que uno debe realizar más por obligación que por puro deseo). En fin, qué insensatez ponerle condiciones a la lectura, es como tratar de controlar los latidos del corazón. Tienen su ritmo propio y no entienden de normas. Y así debe ser, aunque reconozco que también me gustaría leer más libros, tantos… Gracias. Me ha gustado mucho el artículo. Un saludo.
También opino que no se debe ´programar´, en tiempo y cantidad una lectura, pues la vida no sólo es leer, o cuando menos hablo por lo que a mi respecta; soy ama de casa, con esposo mayor y enfermito y muchas obligaciones caseras, por lo tanto, leo cuando, cuanto y donde puedo, eso sí, me enfermo si salgo a la calle y NO llevo mi libro en turno, aunque efectivamente actualmente, vivo con gran frustración, pues como la vida no viene a la carta, mis tiempos de lectura se han disminuido en gran medida, y esto me enfurece, entristece y desespera, quisiera enclaustrarme quince días, o siquiera, 8 días en un convento para leer nada más. Pero como dice un dicho muy mexicano: «Pides mucho, Nicolás»!. Benditos los escogidos de Dios que pueden leer diariamente mucho, quién como ellos. Es tanta mi desesperación, que actualmente estoy leyendo dos libros a la vez. Y qué tal cuando está una inmersa en una lectura y te llaman?, no dan ganas de llorar?…… Me duele pasar por un restorán o cafetería, o jardín, y ver que alguien está plácidamente leyendo!, no hay derecho. SUFRO…
Me parece genial!!! Es una manera de organizarte el tiempo, pero siempre y cuando te guste leer o necesites hacerlo por temas de trabajo. Es como ir al gimnasio todos lo días, eso sí, sin verlo como un sufrimiento o una obligación, al final de año, es cuestión de hacer la media!!!
Rachael, no podías haber expresado mejor lo que estaba pensando al leer el artículo.