Hoy toca el Prado

Hoy toca el Prado

   La regla de oro de la mayor parte de los museos de todo el mundo, o por lo menos de los museos tradicionales, es que se mira pero no se toca. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando se es invidente y además de no tocar tampoco se puede ver? Muchos museos son conscientes de que privar a una persona del acceso a sus obras de arte es privarle de una parte fundamental de su historia y de su cultura y por eso han trabajado en los últimos años facilitando y ampliando el acceso a sus colecciones a todo tipo de personas.

   Sin embargo, más allá de la simple instalación de rampas para sillas de ruedas, posibilitar el acceso de personas con discapacidad visual a sus obras suponía todo un reto. Así se lo ha planteado el Museo del Prado y para dar respuesta a esta necesidad ha organizado la exposición «Hoy toca el Prado», en la que ha diseñado elaboradas réplicas en 3D de sus obras fundamentales con el objetivo de permitir el acercamiento de personas invidentes a ellas. Como afirma Marina Chinchilla, coordinadora general de Administración del museo: «Nuestro objetivo final es abrir el museo al público lo máximo posible, dando a todo el mundo la oportunidad de disfrutar de los tesoros artísticos que tenemos en nuestra colección, incluyendo a los que no tienen visión o tienen una vista limitada».

   Para lograrlo el Prado se puso en contacto con Estudios Durero, una empresa vasca especializada en las artes plásticas, que utilizó una técnica que ellos mismos han bautizado como «Didú», la cual permite producir obras de gran calidad en lo que se refiere a textura y color. Aquí puedes ver el emotivo vídeo de presentación del proyecto. Según Cristina Velasco, diseñadora de Estudios Durero, no todas las personas con discapacidad visual carecen por completo del sentido de la vista; muchas de ellas tienen algo de visión, por lo que era importante reproducir en la medida de lo posible los colores originales de las obras.

   La exposición cuenta con reproducciones en 3D de seis cuadros, todas ellas obras de gran relevancia histórica, entre las que se incluyen El caballero de la mano en el pecho de El Greco, La fragua de Vulcano de Velázquez y una copia contemporánea de la Mona Lisa. Las pinturas han sido elegidas teniendo en cuenta, además de su importancia, sus dimensiones y que el grado de detalles fuera lo suficientemente asequible como para poder ser reproducidas. Junto a ellas, además, se facilitan audioguías y guías en braille para ofrecer a los visitantes una información más detallada de lo que están sintiendo.

   La pregunta es si es posible a través del uso de texturas y contornos crear una experiencia del arte semejante a la que se obtiene con la simple observación. De momento, según confirman muchos de los invidentes que han visitado la muestra, la respuesta es abrumadoramente positiva. Tanto que el Prado se plantea ampliar las muestras de la exposición y que muchos museos de todo el mundo han vuelto sus ojos hacia España para plantearse la posibilidad de seguirle los pasos a la institución madrileña y hacerle más accesibles al público sus colecciones.


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