Experimento de ver el mundo al revés

Experimento con las gafas de ver el mundo al revés

   Imagínate que por un kafkiano giro de los acontecimientos mañana te despiertas y ves el mundo, todo cuanto te rodea, al revés. Y ahora imagina que esta esta nueva situación es permanente y que tienes que hacerte a la idea de que estarás así el resto de tu vida. ¿Crees que podrías acostumbrarte a esta nueva forma de ver el mundo? Pues bien, a mediados del siglo XX Theodor Erismann, profesor de Filosofía y Psicología en la Universidad de Innsbruck, se hizo esa misma respuesta y llegó a la conclusión de que, aunque parezca difícil de creer, se tardarían aproximadamente unos diez días en asimilar el cambio y a partir de ese momento se podría reanudar la vida con total normalidad, como si no hubiera pasado nada y verlo todo patas arriba fuera lo más normal del mundo.

Gafas especiales para ver el mundo al revés

Gafas especiales para ver el mundo al revés

   Erismann decidió poner en práctica un experimento con ayuda de uno de sus alumnos, Ivo Kohler, que aceptó ponerse de forma permanente unas gafas especiales que hacían que todo se viera al revés. Al principio a Kohler le resultó bastante difícil asimilar esta nueva manera de ver el mundo e incluso los actos más sencillos y cotidianos se volvieron tremendamente complejos. Tratar de sentarse en una silla o bajar unas escaleras a menudo acababa con tropezones y batacazos. En una de las pruebas Kohler participó en un secillo juego de esgrima con palos y cuando era atacado por arriba él instintivamente bajaba el palo y viceversa. Para imaginar cómo estaba viviendo Kohler esa situación solo hay que pensar que cuando tomaba té él veía el líquido verterse hacia arriba y no hacia abajo.

   Durante la siguiente semana Kohler se vio obligado a adaptarse a la fuerza a la nueva visión del mundo. Sin embargo, de manera sorprendente, a partir del décimo día, el joven empezó a manifestar una soltura cada vez mayor. Lo que antes le había supuesto un esfuerzo monumental cada vez le resultaba más sencillo. Incluso llegó a ser capaz de hacer actividades más complejas como montar en bicicleta. «Después de varias semanas usando las gafas estaba tan acostumbrado a ellas que era capaz de conducir una motocicleta a través de Innsbruck llevándolas puestas», dijo Kohler tras el experimento.

   Estos experimentos, recogidos en un documental que Erismann y Kohler grabaron, sirvieron para poner en marcha estudios sobre la adaptación del sistema de percepción después de que esta se haya modificado sustancialmente. La conclusión a la que llegaron ambos psicólogos es que cualquier persona es capaz de hacer este tipo de ajustes en un periodo de tiempo más o menos similar.

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