Criticar Cincuenta sombras de Grey casi se ha convertido en una actividad obligatoria para los amantes de la buena literatura. Yo mismo lo he hecho y eso que muchos ‒entre los que me incluyo‒ lo hacen sin haber leído el libro completo, basando sus opiniones solo en unos cuantos fragmentos o ni siquiera eso. Una actitud que, como defiende el profesor Pierre Bayard, no tiene nada de hipócrita porque es perfectamente posible hablar con propiedad de libros que no se han leído si uno se ha informado de forma adecuada. El caso es que de Cincuenta sombras de Grey se critica casi todo, desde la trama, que según se dice puede ser incluso perjudicial para la salud, hasta la manera en la que está escrita. Y especialmente esto último. No han faltado en los últimos meses toda clase de parodias e incluso algún que otro experimento de escritura automática para remedar su pobre estilo literario.
Ahora bien, ¿hasta qué punto es verdad eso de que Cincuenta sombras de Grey es un libro con una pésima escritura? Para comprobarlo Grammarly team, un portal dedicado a la revisión gramatical de textos, ha sometido a examen la novela de E.L. James buscando errores de ortografía, gramática o puntuación. Y, para regocijo de todos sus detractores, el resultado ha puesto de manifiesto un buen puñado de meteduras de pata.
Sin embargo, el análisis de Grammarly team no se ha detenido aquí. A continuación ha realizado esa misma revisión en novelas famosas de autores consagrados y ‒¡sorpresa!‒ el resultado también ha sacado a la luz innumerables fallos. Siendo puristas con el lenguaje parece que escritores como Jane Austen, Boris Pasternak, Chuck Palaniuk, Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway o el mismísimo William Shakespeare comparten algunos vicios lingüísticos con E.L. James. Comas que faltan o sobran o que se usan cuando lo que debería usarse son puntos y comas, palabras de relleno que no aportan nada a la escritura, coloquialismos que empobrecen el estilo, abuso de la pasiva o, directamente, incorrecciones gramaticales.
Todo ese trabajo de análisis ha quedado plasmado en una infografía cuya conclusión es que los grandes autores tampoco son ajenos a los errores que generalmente se achacan a E.L. James, así que habría que darle algo de cancha a la escritora erótica. Aunque en contra de Cincuenta sombras de Grey todavía hay que decir que el análisis de Grammarly team se limita a aspectos gramaticales pero que deja a un lado otros elementos que son igual de importantes en la construcción de una novela, como puede ser la elaboración de personajes, de ambientes, de situaciones, huir de clichés, conseguir una estructura narrativa sólida, dotar a la novela de verosimilitud, etc. Una serie de componentes que, a pesar de los fallos gramaticales que puedan contener otros libros, hacen de Cincuenta sombras de Grey la novela criticable que es.
¿Shakespeare? «La tempestad» se representó en 1611, y son desde entonces muchas las vueltas que en torno al astro rey ha dado nuestro planeta, de modo que prefiero pensar que la estructura de la frase, que además debía adecuarse al formato en verso, no adolecía de defecto alguno en aquella época. La época isabelina recurrió eficazmente al verso blanco — pentámetro sin rima, la cual hubiera sido un corsé excesivo–, aunque conservando los cinco pies del verso.
He acudido a la vieja edición de las obras completas en versión inglesa que permanecía desde hace mucho en equilibrio inestable en su estantería. Al sacarla de su nido se ha roto en dos el lomo: los libros de papel envejecen con nosotros, están hechos también del mismo tejido que los sueños…, pero vayamos a lo que aquí nos trajo.
En el prefacio se dice que la edición tiene como referencias el llamado First Folio, the Quartos y las notas de la Variorum Edition. Y luego añade: «It is true that the First Folio is disfigured by defective printing, errors, and slight omissions, but it is the sole authority for many of the finest plays. In it «The Tempest», «Twelfth Night», […] were first printed, and of these it is the sole authoritative text.»
He localizado la cita de la infografía, y figura tal cual, en mitad de la primera escena del acto IV. Y creo que si ha quedado bendecida por tan confiables editores, no veo la razón por la que resulte ser enmendable.
Luego he acudido a la versión castellana, de Luis Astrana Marín, al que debemos la primera versión íntegra del inglés, acompañada además de anotaciones del propio traductor. Acudo a las palabras de la cita, dichas por Próspero, y me fascina la traducción de Astrana Marín: «Estamos tejidos de idéntica tela que los sueños, y nuestra corta vida se cierra con un sueño.». Y a este párrafo dedica Astrana dos notas extensas, reflexionando en la segunda largamente acerca del significado de «Is rounded with a sleep». De modo que me resisto nuevamente a creer que, hilando tan fino como hila este insigne traductor, no haya advertido error alguno en la frase original o en todo caso justifique mediante la oportuna nota por qué decide respetarla.
Arduo trabajo el tuyo, que has consultado hasta dos ediciones para verificar la cita de Shakespeare. Siento el desperfecto de sus obras completas, supongo que es muy simbólico de la situación, aquí, intentando enmendarle la plana a Shakespeare, como si tal cosa. En realidad estoy de acuerdo contigo. Meter a Shakespeare en una infografía de este tipo, arriesgándose a corregir al Bardo inglés, entiendo que es más una provocación que otra cosa. El problema aquí, creo, es que se intenta corregir un estilo del siglo XVII con la mirada del siglo XXI. Imagino que debe ser igual que coger a Cervantes y decir que tal o cual construcción no es correcta. Estoy seguro de que no lo es. Y así es como debe ser. Por algo los idiomas evolucionan, o estaríamos hablando la lengua del siglo XVII. Así por lo menos lo interpreto yo.
Estos análisis, especialmente los que no se refieren a 50 sombras, sino a obras consagradas, me parecen un pelín tramposos.
Para empezar, cometemos el terrible error de juzgar el pasado con la perspectiva del presente y con las normas del presente. Algunas de ellas son tan subjetivas como la verdadera obsesión de los anglosajones por hacer desaparecer la voz pasiva de la faz de la tierra, cuando todo tiene su momento. Es cierto que a lo mejor el texto adquiere así más fuerza, etc, pero es la típica recomendación de taller de escritura de mercadillo que me parece peligrosa cuando se toma como fundamentalismo.
Pero, esencialmente, el error de estas cosas es supeditar el arte a la gramática. Voy a empezar con Hemingway porque si no empiezo con él reviento y porque es de quien me resulta más familiar. Quien quiera poner la coma en esa frase y algunas otras de París era una fiesta merece unos cuantos asaltos de boxeo y volver a estudiar, mínimamente, la obra de Hemingway. Él era famoso, como muchos otros, por poner comas «donde no se debe» y quitarlas adrede «de donde se debe», con el efecto de imprimir un lirismo y un ritmo diferente a la lectura, yendo más allá de la frase gramaticalmente correcta, para enfatizar el aspecto de la emoción que se quiere transmitir. Por esa regla de tres, los escritos de Cormac McCarthy provocarían una embolia con los puntos y comas a los que han hecho esto.
El texto de Palaniuhk, por ejemplo. En el que no se han molestado ni en escribir bien su nombre, por cierto, mostrando que cuando uno suelta los perros de la corrección ortográfica, éstos siempre se giran para morderte. Si se pusieran las correcciones que recomiendan, el texto pierde fuerza, se diluye, parece uno de dictado de primer curso de redacción. No sé si gramaticalmente es mejor, pero comparado con el original me parece una basura (y sí, sé lo subjetivo de la opinión sobre estas cosas).
Si se habla de arte, la gramática perfecta ha de supeditarse, si no, íbamos a tener obras tan impecables como obtusas y exentas de sus mejores cualidades.
Un saludo.
Isaac
Mientras publicaba el artículo era consciente de la trampa, y aún así quise lanzarme a la piscina, aunque solo fuera por el sano ejercicio de cuestionar a los clásicos, que creo que es algo que siempre viene bien. Pero más allá de eso tengo que darte la razón en todo punto por punto. Cada escritor tiene su estilo y ese estilo es sagrado, porque es un sello inconfundible, como sus huellas digitales. Y la gramática nunca debe estar por encima de eso. Hablamos, por supuesto, de autores que han pasado sobradamente la prueba del tiempo, demostrando su validez. No de los que escriben ahora. Es como cuando la gente que no entiende de arte se ríe de Picasso. Picasso dominaba la técnica a la perfección y supo transgredirla a la perfección. Creo que Picasso tampoco hubiera pasado la prueba, porque es un artista muy incorrecto. Estamos de acuerdo.
Pero ¿Boris Pasternak escribió «Doctor Zhivago en ruso o en inglés? Creo que en ruso, luego esos errores son del traductor, no de Pastenark.
Cierto, aunque curiosamente la primera edición apareció en italiano. Vaya lío de idiomas.
Voy a citar un ejemplo más mundano para rebatir, en parte, este estudio: cuando David Bisbal ganó Operación Triunfo los jueces del talent musical le dijeron que había ganado haciendo todo eso que le dijeron que no se debe hacer cuando cantas y actúas. Y ahí está, un cantante que gusta, que vende, y con una de las carreras con más proyección de nuestro país.
Si nos vamos a la literatura: Saramago no puntúa, yo lo odio, pero reconozco que escribir así y conseguir que mucha gente te siga en la lectura te hace muy especial.
Y para terminar con la autora de 50 sombras de Grey: quizás los fallos sean del corrector, si tiene una editorial potente debería tener un corrector detrás, porque todos los que escribimos sabemos lo difícil que es tomar distancia de lo escrito y sacar las faltas de ortografía.
Como siempre y desde siempre, la paja se ve mejor en el ojo ajeno. Aún así, has conseguido con este artículo que consigamos reflexionar sobre el tema.
Biquiños!
Me ha encantado el ejemplo de Bisbal. De hecho, ha llegado más lejos incluso que los ganadores de OT.
En cuanto a lo de la corrección, es difícil muchas veces poner el límite entre lo que es correcto o incorrecto, entre lo que forma parte del estilo de un escritor y no. No me imagino a un corrector puntuando una novela de Saramago. Hay aspectos muy claros, y la ortografía es uno. Pero en otros, el corrector tiene muchas veces que arriesgarse a cambiar algo o a mantenerlo. Por eso es tan importante la comunicación con el autor. Y esto lo sé de primera mano.
Besos.
Críticar «50 sombras de Grey» debería ser declarado oficialmente un deporte. Dicho esto, estoy de acuerdo con Cris, ¿en qué demonios estaba pensando la editorial y sus editores para publicarla sin correcciones? Pero la culpa, sobre todo, es de los lectores: ¿por qué ha tenido unas ventas tan brutales en todo el mundo?
No me tientes con esas preguntas que me pierdo 😉
Es posible que a más de uno le haya sucedido lo mismo que a mí, y es considerar que las correcciones se han llevado a cabo por parte de una autoridad humana (una persona o un grupo de ellas). Al cabo reparé en ese anuncio final, «grammarly», que deja claro que las correcciones son obra de un programa informático, que trabaja en un nivel superior al de la mera corrección ortográfica. Ahí es donde creo que radica el problema. Porque corregir la ortografía es algo muy sencillo: el programa tiene almacenado el diccionario completo, con todas las variantes de las palabras que surgen de las conjugaciones, del género y del número, etc. y comprueba que las palabras del texto tengan su correspondencia con las del diccionario. Pero subir un grado más ya es algo discutible, porque implica invadir el terreno sintáctico, no el del mero léxico, y eso es algo que ya pertenece a las preferencias del escritor, que puede emplear, por ejemplo, expresiones del habla ordinaria (ese «doesn’t sound» de uno de los ejemplos, en lugar del «Does not sound» disciplinado) o incluso expresiones de la jerga ordinaria, en casos en que el texto se corresponde con algo dicho por un personaje. En tal caso, el programa corre el riesgo de corregir lo que no debiera.
Programas como «grammarly» pueden servir de ayuda, pero no pueden sustituir al corrector humano. Es por eso que el programa sitúa a «50 sombras» al nivel de otras obras de calidad reconocida, pues se supone que la editora del libro aludido ha cumplido con el protocolo de la revisión de estilo, faltaba más.
A estos de grammarly los ponía yo a revisar incorreciones gramaticales en La Broma Infinita.
[…] sombras de Grey se ha hecho conocida en el mundo entero, e incluso se ha adaptado al cine. Con independencia de su calidad literaria, al libro se le atribuye un renovado interés por la ficción erótica, en particular a la escrita […]