El tópico nos muestra nos suele describir a un lector disfrutando de un buen libro con un café o una taza de té en las manos. Sin embargo, no es esta la única bebida que puede casar bien con la literatura. Quizá la combinación de lectura con bebidas alcohólicas no parezca la más adecuada, pero una copa de buen vino puede ayudar a darle otro sabor al libro que tenemos entre manos. Así al menos lo cree GoneReading, una página de merchandising literario, y para demostrarlo ha elaborado una guía visual para el perfecto maridaje de seis libros y seis vinos.
Puede que parezca un tanto aleatorio, pero nunca hay que subestimar el poder de un vino para transportarnos, según dice GoneReading, a las tierras de Pemberley ‒de Orgullo y prejuicio‒ o al París del siglo XVII. ¿Por qué se elige un vino y no otro? La infografía ofrece una explicación para cada una de las combinaciones de libro y vino. ¿Qué mejor manera para entrar en las extravagantes fiestas de El gran Gatsby que con un champán? ¿Te imaginas leer Orgullo y prejuicio de Jane Austen con una copa de oporto, y «comenzar a desentrañar el dulce sabor de la venganza»?
Más allá de las seis propuestas, también se incluye, además, una pequeña guía para emparejar tipos de vino con géneros literarios. Así no te quedará la más mínima duda de estar bebiendo siempre el vino correcto.
Donde esté una copa de tinto, que se quiten tés y cafés para leer un buen libro =]
Me gusta el vino, no demasiado tampoco. Lo justo y para acompaña un aperitivo o una comida. Pero a la hora de leer, soy adicta al té. No es algo que diga a la ligera, no. Soy adicta al té mientras leo desde hace tantos años que he olvidado cuando tuvo comienzo dicho vicio. Si una maldita gota de vino llega ensuciar alguno de mis maravillosos libros, me cabrearé sin remedio; sin embargo, una insignificante gotita de té en cualquiera de sus páginas puede pasar inadvertida para cualquier lector capaz de apreciar los maravillosos aromas que esa exquisita bebida desprende y hasta lo decorativo que puede resultar esa extraña silueta plasmada en un ínfimo margen apenas perceptible… En fin, yo no bebo alcohol mientras leo, eso es de esnobs…Gracias, me ha parecido muy interesante este artículo. Un saludo.
Pues me parece muy original, si maridamos chocolates con vinos ¿por qué no libros con vinos? Ambos, chocolate y libro, son verdaderos placeres para el alma. Eso sí, discrepo con Marcos: me quedo con el té, café y cacao para la lectura; los vinos y los cavas, mejor para compartir con los amigos mientras se comentan esos mismos libros. Bss
Entiendo el rechazo al vino como acompañante de la lectura, pero no consiste en ponerse piripi para después (o mientras) leerse un libro. Aunque tengo que darle la razón a Mónica que mientras estaba liado con el artículo pensaba más en una conversación sobre libros con los amigos que en la propia lectura. También, por mi parte, soy más de té y de café mientras leo, pero nunca hay que subestimar el poder de estimulación de un buen vino. Es mi opinión 🙂
Yo también me wuedo con el te para compartir con un libro, el vino para departir con amigos.