Después de leer muchos artículos sobre reglas básicas a la hora de escribir (como este, que os recomiendo), si algo me ha quedado grabado es que la escritura debe ser clara, concisa, sin faltas de ortografía y debe estar debidamente puntuada y respetar las reglas gramaticales.
Me han explicado que es mejor respetar el orden de «sujeto + verbo + predicado» para no saturar al lector, y cambiar este orden sólo cuando sea necesario y con el fin de conseguir llamar la atención sobre una determinada frase.
Recalcan una y otra vez que hemos de plasmar sobre el papel hechos que hagan que la acción avance; que no es necesario escribir por escribir, sólo para rellenar con páginas que no aportan nada a la trama.
He visto que se puede ser conciso; que lo breve, si bueno, dos veces breve; pero que tampoco hay que quedarse parco en palabras porque tenemos un amplio espectro de vocabulario a nuestra disposición.
No debemos caer en la repetición; es mejor buscar sinónimos para hacer un párrafo más melodioso. También debemos respetar la sonoridad del texto, leerlo en voz alta para asegurarnos de que suena bien, de que es creíble, y de que se puede leer sin ahogarnos.
Estructurar el libro en partes, las partes en capítulos, los capítulos en páginas, las páginas en párrafos y los párrafos en frases debidamente armadas; porque todo ello conlleva a una mejor comprensión del texto por parte del lector.
Hay numerosos manuales sobre cómo hacer buenos diálogos. Para que nos creamos una escena es necesario que la conversación resulte creíble y natural y que las palabras fluyan de la boca de los personajes haciendo que queden bien perfilados. Que la manera en que hacemos que se expresen quede acorde a su personalidad.
Buscar los nombres de los personajes no es una tarea fácil, deberían tener un sentido, aportar algo, no deberíamos dejar al azar un dato tan importante.
Y después, cuando ya hemos aprendido todo lo anterior, debemos tener en cuenta que podemos tener un amplio público lector rompiendo todas y cada una de las reglas mencionadas. Hay escritores que triunfan saltándose pautas que para mí deberían ser de obligado cumplimiento, independientemente del estilo que cada autor posea.
Si hubo un momento de lectura en el que perdí los nervios, fue alrededor de la página número treinta de La Caverna de José Saramago. Me encontré con un libro sin apenas puntuación donde los puntos y aparte y la estructuración en párrafos son pura utopía. Donde uno de los personajes se encontraba un perro y le ponía de nombre «Encontrado», así, sin más miramientos, sin buscar más.
Sé que muchos se echarán las manos a la cabeza cuando lean este post y vean que no me gusta Saramago, un autor galardonado con el Premio Nobel de Literatura, nada menos. Pero es lo que hay. Que no exista la debida puntuación en un texto es algo que me supera. Por eso no he leído Ensayo sobre la ceguera, aunque me ha sido ampliamente recomendado.
Después de intentar leer el citado libro hasta en tres ocasiones, he desistido, y lo único que puedo hacer es preguntarme por qué algunos autores gustan si rompen reglas tan básicas que a más de uno sacan de quicio. Ahora acabo de caer en la cuenta de que la escritura, como todo arte, es subjetivo.
Y a vosotros, ¿os gusta Saramago? ¿Qué otros autores conocéis que hayan roto las reglas de la escritura de manera tan escandalosa y sean ampliamente aceptados por el público? Os animo a que me lo contéis en los comentarios.
Creo que alguna vez hemos hablado de Saramago. Lo que a ti no te gusta es algo que a mí me apasiona. Encontrarme 30 o 40 páginas sin un punto es algo que me maravilla. Es tremendamente difícil de hacer, conseguir que la lectura fluya, que no se haga pesada, que leas esas decenas de páginas y ni siquiera hayas notado que no había puntos. Es de las cosas más increíbles que puede conseguir un novelista. Y si además, como hace García Márquez en El otoño del patriarca, consigues ir cambiando de narrador, también sin puntos, es una pura maravilla. Pero creo que si hablamos de romper con normas, personalmente me quedo con Miguel Ángel Asturias. Su Señor Presidente estilísticamente es un poema en prosa, no duda en destrozar la sintaxis y la lengua al serivicio del sonido, y lo hace de una forma maravillosa, además de muy sólida novelísticamente hablando.
En fin, para gustos colores (o narradores) 🙂
Para mí, la cuestión es ésta: cuando un escritor es capaz de dominar todas esas reglas, ya no las necesita, si ha llegado a suficiente nivel, entonces puede coger lo importante (que es lo que está detrás de todas esas reglas y ninguna explica) y darle la forma que quiera, que conseguirá transmitirlo al público que busca. Entonces puedes romper las reglas porque fuera de ellas es donde harás cosas diferentes, cosas que vayan más allá, que es lo que querrá alguien que haya escrito mucho. De todas maneras, yo desconfío enormemente de las reglas para escribir, algunas de las que más se repiten pueden conseguir una escritura tediosa si las sigues como las tablas de la ley. Pero sí, insisto en lo de dominar las reglas antes de romperlas, como podría haber yo roto este párrafo en varios para hacer más fácil la lectura, pero como he leído que saca de quicio…
¿Cómo que no cansa, Alejandro? Claro que cansa. Bueno, vale, a mí me cansa 😛 Si consigue, por lo menos contigo, que te leas el texto con agrado a pesar de no tener signos de puntuación, pues bastante ha hecho ya, las cosas como son.
Isaac, a mí no me sacan de quicio los párrafos largos. El tuyo está bien puntuado y se entiende bien. Lo que me molesta es que, en el caso de Saramago en concreto, me costaba mucho entender lo que decía precisamente por la falta de puntuación y estructura. Y es cierto eso que dices, romper las reglas es maravilloso, pero primero hay que saber usarlas.
Biquiños a los dos y muchas gracias por comentar!
Buenas noches… (Me ha encantado ver acentuado «sólo». Esto, Cris, me hace muy feliz. No es broma.) A mí me parece una buena idea -por no decir casi necesario- que un autor utilice libremente las normas que conoce para expresarse. Cada pensamiento y cada sensación requieren un lenguaje propio, una forma de expresión personal, específica, que muestre la particular visión de quien escribe. Si uno quiere dar mayor o menor fluidez al texto o mostrar cualquier impresión porque lo que desea, supongamos, es provocar en el lector un determinado efecto (o síntoma), adecuado a una sensación de angustia o de ansiedad, lo lógico es que éste varíe en relación con otro que pretenda mostrar, quizá, paz y sosiego… No sé. Uno necesita jugar con el lenguaje para doblegarlo, para someterlo a la voz que rige su pensamiento en ese momento. Ignoro si siempre se hace esto de forma voluntaria, es decir, si uno es consciente de que lo hace o sólo transmite su mensaje, acorde con el ritmo que éste posee en su cabeza en el preciso instante en que lo concibe, sin pararse a pensar en cómo y dónde ha colocado o prescindido de una coa, un punto o lo que sea que fuere. No imagino cómo podría comprender, con exactitud, lo que un autor pretende expresar, en un momento dado, si no fuese porque él lo ha escrito de tal modo que, yo, más allá del puro entendimiento, puedo captar, debido a su personal uso del lenguaje, el modo preciso en que lo ha expresado. Siento haberme alargado tanto para redundar en algo que ya, de inicio, se había comprendido. Aunque no lo parezca, odio las parrafadas (lo considero una enfermedad y muy perniciosa). Gracias. Un saludo.
La literatura no es la puntuación, tampoco. el respeto al orden en la sintaxis o de las demás reglas gramaticales. Por esto, son tan escasos los literatos. Así la vida cuando por un resquicio debes pasar. S(-)
Me ha encantado este artículo. El único libro que leí completo de Saramago fue precisamente ensayo sobre la ceguera, y lo acabé porque la trama y los temas que trata me parecen muy interesantes. Pero
Me ha encantado este artículo. El único libro que leí completo de Saramago fue precisamente ensayo sobre la ceguera, y lo acabé porque la trama y los temas que trata me parecen muy interesantes, que si no lo habría dejado por la mitad sin dudarlo. El estilo del escritor no me gustó para nada, cada cierto tiempo tennía que releer 3 o 4 veces unas líneas porque no entendía lo que quería decir, y aún hasta el día de hoy hay ciertos pasajes del libro que no los tengo claros.
P.D: lo siento, no sé por qué el comentario anterior quedó así
Me encanta tu enfermedad Rachael, porque son esos comentarios los que animan a escribir 🙂 Y en cuanto a lo demás, completamente de acuerdo contigo, aunque algunos autores no consiguen llegarme, es eso lo que de verdad importa al final.
Hola Kami: el anterior comentario quedó así porque a veces los blogs hacen lo que les da la gana, que a mí ya me tiene pasado. Por cierto, me alegro de no ser la única a la que no le guste el estilo del gran Saramago.
Biquiños a las dos y muchas gracias por comentar!
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{\bf Doctor}: Mi previsión se anticipa a todo. Bastará con puntuar debidamente algún concepto……Ved aquí donde dice…” Y resultando que no declaró….”, basta una coma y dice: “ Y resultando que no, declaró….”. Y aquí…..”Y resultando que no, debe condenársele….”, fuera la coma, y dice: … Y resultando que no debe condenársele…”.
{\bf Crispín}: ¡Oh admirable coma! ¡Maravillosa coma! ¡Genio de la Justicia! ¡Oráculo de la Ley! ¡ Monstruo de la Jurisprudencia!.
{\bf em Jacinto Benavente} (Los Intereses Creados, Acto segundo, escena final).
$
Parece que WordPress no digiere bien la sintaxis del LaTeX. Siento que haya quedado esta chafarrinada aquí arriba.
Doctor:
Mi previsión se anticipa a todo. Bastará con puntuar debidamente algún concepto……Ved aquí donde dice…” Y resultando que no declaró….”, basta una coma y dice: “ Y resultando que no, declaró….”. Y aquí…..”Y resultando que no, debe condenársele….”, fuera la coma, y dice: … Y resultando que no debe condenársele…”.
Crispín:
¡Oh admirable coma! ¡Maravillosa coma! ¡Genio de la Justicia! ¡Oráculo de la Ley! ¡ Monstruo de la Jurisprudencia!.
Jacinto Benavente (Los Intereses Creados, Acto segundo, escena final).
[…]
Night town.
Night town a glass.
Color mahogany.
Color mahogany center.
Rose is a rose is a rose is a rose.
Loveliness extreme.
Extra gaiters.
Loveliness extreme.
Sweetest ice-cream.
Page ages page ages page ages.
[…]
Gertrude Stein aborrecía las comas y adoraba los punto y aparte.
(Sacred Emily, de Geography and Plays)
El verso «Rose is a rose is a rose is a rose» inspiró en cierta medida a José María Cano para su preciosa rumba flamenca (a lo moderno, claro) «Una rosa es una rosa» (1992), que pueden escuchar (bueno, lo del amor ese, ni contigo ni sin ti, etc.) en el enlace
https://www.youtube.com/watch?v=9J2fPSfeoqo
No estoy completamente de acuerdo contigo Fer, si tengo que emplear dos minutos en leer una frase que me debería llevar cinco segundos, prefiero cerrar el libro y no leer.
HICSUNTDRACONES: Me encantan los ejemplos que has puesto, lo que pasa es que ahora, por tu culpa, voy a tener esa canción metida en mi cabeza toda la mañana.
Biquiños a los dos!
Esto no viene a cuento de nada, pero haré la observación igualmente. Me ha llamado la atención que Hicsuntdraconis pase a ser Hicsuntdracones. Ya sé que no tiene importancia, pero no he podido evitar darme cuenta. Soy una neurótica, me podéis odiar. Gracias. Un saludo.
Hola, Rachael. Perspicacia es lo tuyo, no neurosis. Mímala, que es un talento, y los dioses tienen fama de no ser pródigos con ellos.
El cambio tiene una explicación, aunque algo alambicada. En algún momento ensayé «hicsuntdracones» (hic sunt dracones) como nombre de usuario en una plataforma distinta de WordPress (¿Google, quizás?), pero el sistema me lo rechazó porque ese apodo ya estaba asignado. Así que me resigné al «hicsuntdraconis», incorrecta pero que también suena a plural latino. Más tarde, cuando me bauticé en WordPress, repetí el hicsuntdraconis, por un bloqueo del subconsciente, imagino.
Luego discurrió una interminable procesión de días.
Y hace muy poco, al darme cuenta (sí, tarde, pero ya hablé de la avaricia de los dioses) de que en este rincón todo el mundo parece llamarse por su nombre y apellido, intenté cambiar mi «nickname» y presentarme con mi nombre, pero entonces pasó que me dio vergüenza, porque tengo nombre de personaje de literatura (nunca se lo perdoné a mi padre, más que amigo de los clásicos… aprovecho para recomendar la película «Relatos salvajes», allí se deja claro desde el inicio que la culpa es siempre de los padres). Así que, aletargado el subconsciente esta vez, ensayé lo de hicsuntdracones, y fue tan agradable la sorpresa por la aceptación que así lo dejé. Cuando supere la vergüenza me sacaré la careta, pero prométanme que no se van a reir.
Prometo no hacerlo. Es más, sólo un ignorante osaría hacerlo. No obstante, no hay prisa alguna. Un saludo.
Me gustó mucho el artículo, toca un tema para pensar y comentar durante mucho tiempo. Tengo que reconocer, por un lado, que me encanta Saramago, me hace imaginar, viajar, me entretiene y además, me causa curiosidad.
Pero por otro lado, no puedo leer un libro suyo todo el día o de un tirón, llega un punto en el que tengo que dejar la lectura porque no puedo seguir el hilo. No me pasa con otros escritores, como Borges o Cortázar, que los puedo leer sin cortes e incluso volver a leerlos dos veces seguidas, sin confusión. Saludos.
Me alegro de que te haya gustado el artículo. Estoy segura de que Saramago teje historias grandiosas, lástima que no sea capaz de disfrutarlas. Biquiños!
Cris, creo que para romper las reglas hay que conocerlas bien. Quiero decir que para pasar al siguiente nivel primero hay que conocer bien las reglas de la buena escritura. Primero hay que tener una gramática excelente, una ortografía impecable, un dominio del idioma y la escritura solvente, y después, si se quiere, se hacen los malabarismos 🙂 Creo que, en este sentido, Saramago puede hacer lo que le dé la gana. Cosa que tú no discutes, es cierto, sino que es una cuestión de gustos. Me encanta tu artículo porque tenemos que empezar a quitarnos la vergüenza y las tonterías y ser capaces de decir Saramago no me gusta, Murakami no me gusta, Cela no me gusta, Henry James era un plasta…
No estamos poniendo en duda su calidad literaria y su capacidad de saltarse las normas, sino que es una cuestión de gustos, ¿y qué? no se cae el mundo por decir que no me gusta Vargas Llosa. Bss
Eso es exactamente lo que pretendía expresar Mónica, es sólo cuestión de gustos. Está claro que Saramago es un grande, y también está claro que estoy en mi pleno derecho de no leerme ningún libro suyo. Gracias por comentar, me alegro de que te haya gustado 🙂 Biquiños!
Aunque yo también valoro el buen uso de la lengua, adoro a Saramago. Es capaz de escribir varias páginas de diálogos sin raya ni puntos y aparte, y se distingue cuando habla cada personaje. Otros, con mil apostillas, hacen que el lector se pierda. Está claro que esos experimentos hay que dejárselos a los expertos. Como me dijo una vez una profesora, se puede hablar (escribir) mal si se quiere, pero solo tras haber aprendido a hacerlo bien.
Ahí te doy la razón, a algunos no los entendemos ni aunque utilicen todas las herramientas gramaticales a su alcance. Hay que trabajar muy duro para aprender las reglas y luego romperlas. Gracias por pasarte y comentar. Biquiños!
Pues si. Saramago es uno de mis escritores favoritos. Precisamente por la dificultad que entraña leer sus libros. No puntúa sus textos al uso como hacemos los morrales. Simplemente utiliza el punto y seguido la coma y el punto y a parte. La coma además de su uso habitual para dar pausa a la lectura la utiliza para dar pausa y ritmo al pensamiento de sus personajes en sus diálogos internos. El punto y seguido ordena los diálogos. Y el punto y a parte cambia la escena de lugar o de punto de vista.