El escarabajo de Wittgenstein y 25 experimentos mentales más de Martin Cohen

El escarabajo de Wittgenstein y 25 experimentos mentales más de Martin Cohen

  Si eres un lector habitual de La piedra de Sísifo sabrás que los experimentos mentales me apasionan. Martin Cohen los define diciendo que «al igual que los que se realizan en el laboratorio, son pruebas que se conciben con el fin de explorar (o de destruir) las intuiciones que tenemos sobre el funcionamiento del mundo». En otras palabras, consiste en la construcción de un escenario hipotético a través de la mente en el que se intenta comprender cierto aspecto de la realidad a través de una metodología racional que evidentemente no puede recurrir a observaciones empíricas.

   En filosofía se han empleado por lo menos desde la Antigüedad clásica y gracias a ellas se pusieron en pie hipótesis de pensadores tan brillantes como Galileo, Descartes, Newton, Leibniz, Darwin o incluso Einstein. Aunque no sea una herramienta demasiado conocida, hay que recordar que, en palabras de Cohen, «toda la ciencia moderna, sorprendentemente, está construida sobre los modestos cimientos que establecieron media docena de experimentos mentales». Una afirmación que está lejos de ser exagerada teniendo en cuenta el papel crucial que han jugado los experimentos mentales en la creación de la mecánica cuántica y la relatividad. Por ejemplo, para exponer una de las propuestas más famosas de la mecánica cuántica, la del gato de Schrödinger, el físico austríaco nunca puso un gato dentro de una caja con piedras radioactivas; fue a través de su mente que Schrödinger determinó que el gato estaba vivo y muerto al mismo tiempo.

   Pues bien, lo que Cohen ofrece en su ensayo es una recopilación de 26 de los experimentos mentales más interesantes y útiles ‒o inútiles, según se mire‒ que se han realizado a lo largo de la historia. La estructura del libro responde a un criterio de selección que pretende salirse de los esquemas de los tradicionales tratados filosóficos: cada uno de los capítulos representa una letra del abecedario ‒sin la ñ, evidentemente‒, relacionada de alguna manera con el experimento mental en cuestión, ya sea por el apellido del filósofo que lo propuso o por alguno de sus componentes. Aunque no deja de tener su gracia, esto suscita en ocasiones la duda de si Cohen eligió el experimento mental más importante o si lo hizo con el que mejor le encajaba con la letra.

   De cualquier modo, no hay duda de que todos son experimentos relevantes. De algunos de ellos ya he hablado en el blog, como el de la habitación de Searle, el de Wittgenstein y su escarabajo o el de Zenón y su tortuga. Otros quizá no deberían haberse incluido, o por lo menos yo hubiera elegido otros, como el experimento mental de la caverna de Platón, que es sobradamente conocido y que supongo que se ha elegido por su importancia dentro de la filosofía. No serán estos los únicos experimentos mentales que se planteen en el libro. A lo largo del prólogo, de los apéndices y de las notas se desarrollan y explican muchos otros experimentos mentales que complementan a los 26 principales.

   Cada experimento mental se plantea con mucho acierto. Realmente es como si fuéramos a experimentar en un laboratorio, así que Cohen empieza enumerando los materiales que se van a necesitar. A continuación expone el problema ‒porque en todo experimento mental tiene que haber un problema‒ y después de un análisis desarrolla una posible solución ‒siempre posible porque un experimento mental nunca llega a resolverse por completo‒. Todo ello en no más de dos o tres páginas, con un lenguaje muy asequible, con un tono tremendamente divulgativo y altas dosis de humor que hacen que su lectura sea cómoda y agradable, incluso para aquellos que no han tenido mucho contacto con la filosofía.

   Además de los 26 experimentos mentales Cohen abre el libro con una introducción en la que hace un somero repaso por la historia de la experimentación mental, desde la Antigüedad clásica hasta nuestros días, deteniéndose en todos sus momentos clave y analizando qué han ido aportando a la ciencia y al conocimiento del mundo. Imprescindible su lectura si todavía no estamos totalmente convencidos de la importancia de los experimentos mentales o si a estas alturas seguimos pensando que solo son historietas extravagantes para entretener a la cabeza.

   Por último, Cohen no concibe la experimentación mental solo desde un punto de vista teórico. Así que después de habernos metido en materia llegamos a una de las partes más interesantes del libro: Cohen nos ayuda a ponernos la bata de investigadores y nos invita a pasar a nuestro propio laboratorio mental para que pongamos en práctica todo lo que hemos ido aprendiendo y elaboremos nuestros propios experimentos mentales. Para ello Cohen nos ofrece seis reglas de laboratorio que debemos tener en cuenta para poder experimentar con éxito, algunas bastante evidentes como que los experimentos mentales deben ser posibles de imaginar, que deben ser coherentes o que hay que tener cuidado con las palabras que se eligen. A partir de ahí, la mente es el límite.

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