Recuerdo perfectamente estar delante del ordenador a la espera de que en la web apareciese el 100% deseado. En aquella época no tenía el ordenador en mi habitación, y tenía que conformarme con sujetar el ordenador sobre una silla de tijeras del estudio contemplándolo yo desde otra, colocada justo enfrente. Era de madrugada y ese día había que ir a clase, pero no importaba. La barra, cargada al 99%, llevaba ya unos minutos largos en esa cifra. Pero yo quería leer el libro YA.
La web que tenía abierta con mi conexión de 54 kbps era una web de contenido marcadamente ilegal en la que se publicaban libros en DOC y PDF. Para aquello del ePUB o MOBI quedaban aún unos añitos largos.
La publicación a la que intentaba acceder era uno de los volúmenes de Harry Potter traducido al español. Es curioso cómo es el cerebro humano, ahora no recuerdo cuál de los libros era. El motivo de piratear el libro en vez de comprarlo era, simplemente, que no había libro para comprar.
La edición inglesa salía antes que la española. Mucho antes. Meses. ¡Meses! Para aquellos que por aquél entonces no sabíamos más inglés que el verbo “to be” (y no demasiado bien) leer uno de los libros en VO de Rowling era una tarea imposible.
Haciendo uso de Internet, mis héroes bibliófilos estuvieron toda la noche trabajando desde la publicación la tarde anterior de la novela. Si no recuerdo mal había hasta 24 traductores en una misma sala que habían adaptado con ordenadores. A las siete de la mañana habían traducido el 99% del libro entre todos. La tarde de antes habían comprado un volumen, lo habían desgajado y se habían encerrado toda la noche para que por la mañana pudiésemos leerlo los NOangloparlantes.
Ninguno de ellos cobró nada. Lo hicieron porque entendían la injusticia cultural de no poder acceder a la información por la barrera del idioma.
Lejos de denunciar el delito evidente al volcar a Internet una novela al completo, esa gente estuvo en una noche más organizada que la editorial en cuestión a lo largo de todo el proceso editorial. De hecho, aún muchas editoriales y productoras cometen ese error a día de hoy. Un ejemplo de ello es la película japonesa Capitán Harlock que salió en inglés en el año 2013 y en español hace unos meses. Durante 24 meses los fans no hemos podido sino verla en medios no oficiales porque era imposible ir al cine a verla. Sin embargo, la gente de subswiki.com se organizaron y montaron sus subtítulos sobre la película en inglés casi dos años antes de que la propia productora lanzase el DVD que los implementaba.
Para mí, esta gente son héroes. Héroes de la cultura, proveedores de palabras. Personas que cubren necesidades que las empresas se niegan a ver.
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