Robots que son capaces de comprender, apreciar y escribir poesía

Robots que son capaces de comprender, apreciar y escribir poesía

   Ni la Inteligencia Artificial ni el test de Turing. El escritor Norman Cousins apuntó en 1989 que la poesía era la verdadera clave para separar a los seres humanos de las máquinas. Los poetas, escribió, recuerdan a los hombres su singularidad. Un cuarto de siglo después el proyecto Poetry for robots de la Universidad Estatal de Arizona demuestra que no existe parcela de la existencia humana, y la poesía no es una excepción, que no pueda ser asumida por una máquina. Al fin y al cabo, si se le puede enseñar a un robot a apreciar e interpretar la originalidad del arte, por qué no enseñarle poesía, que es posiblemente el último y más difícil escollo que les separe de la humanidad.

   Y es que enseñarle poesía a un robot es algo menos inocente y sencillo de lo que puede parecer porque, lejos de ser un entretenido ejercicio para engañar al ser humano, implica conseguir que un software asimile la cualidad poética y simbólica del lenguaje humano. Si se busca en en la sección de imágenes de Google, por ejemplo, la palabra «tristeza», el resultado más habitual es que nos muestre a una persona sola o llorando, mientras que un ser humano puede asociar el concepto de tristeza con una gama mucho más amplia y dispar de ideas. Esto es así porque los motores de búsqueda asocian palabras e imágenes con etiquetas mientras que el cerebro humano es capaz de relacionar conceptos de forma menos literal, con metáforas. De hecho, el ser humano percibe y entiende el mundo a través de metáforas, que forman un tejido de interconexiones mentales. Y, como la forma más elaborada y elevada de la metáfora se encuentra en la poesía, de ahí la importancia de enseñar esta disciplina a las máquinas para que puedan comprender nuestra visión del mundo.

   Eso es, precisamente, lo que intenta conseguir Poetry for robots. En su primera fase el proyecto consiste en un banco de imágenes on line formado por 120 fotografías, en su mayor parte paisajes y ambientes, al que puede acceder cualquier persona con el fin de escribir, con un máximo de 150 caracteres, un poema inspirado en lo que ven. Corey Pressman de Neologic Labs, que está detrás del proyecto junto con Webvisions y la Universidad Estatal de Arizona, señala que el proyecto consiste en alimentar a los robots con poemas para crear una base de datos de metáforas y ver qué pasa. Entonces, los metadatos ‒datos que se utilizan para describir los datos‒ se llenarían de metáforas poéticas y cuando un usuario introdujera en el buscador palabras como «ojos», «mujer» o «ciudad» aparecieran resultados como «estrellas», «luna» o «jungla», respectivamente, por poner algunos sencillos ejemplos.

   Pero Poetry for robots no se conforma con esto. En una segunda fase se pretende que los robots sean capaces de generar obras que parezcan escritas por un ser humano, algo que es perfectamente posible siempre y cuando la primera fase haya tenido éxito.

   Independientemente de que se consiga el ambicioso objetivo de enseñarle a una máquina cómo vemos, describimos y sentimos el mundo, Pressman añade que el proyecto servirá para mejorar los motores de búsqueda y sus simplistas métodos de categorización. Esperemos que los resultados no vayan más allá de una emotiva oda a lo mecánico y que al robot poeta no le dé por prescindir de sus humanos lectores.

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