A pesar de que cierran librerías cada día, de que muchos llevan tiempo hablando de su crisis y los más agoreros empiezan a hablar de su muerte ‒¿será como la muerte de la novela?‒ y de que Amazon parezca tener casi cualquier título en su pantagruélico catálogo, ofrezca los libros al precio más bajo y te los mande a casa en un tiempo récord, todo parece indicar que las librerías nunca pasarán de moda. Tal vez no sea del todo objetivo y me deje llevar por una bibliofilia visceral e incurable ‒¿acaso pueden ser de otra formas las bibliofilias?‒, pero no puedo estar más de acuerdo con Guillermo Busutil cuando afirma, en su efusivo elogio de las librerías, que estos locales son una parte esencial del corazón de las ciudades.
Y algunas son, incluso, algo más, como ocurre con la librería que ostenta, por mérito propio, el título de ser la más famosa del mundo. Una librería que, como no puede ser de otra manera, es Shakespeare & Company de París. De ahí que Jeremy Mercer haya elegido por título La librería más famosa del mundo para el libro en el que habla de la legendaria Shakespeare & Company y que ha sido editado en español con un cuidado exquisito por Malpaso. Pero antes que nada hay que aclarar que dos librerías Shakespeare & Company, a cada cual más mítica: la de Sylvia Beach y la de George Whitman.
La primera abrió sus puertas en la Rue Dupuytren en 1919 con la intención de surtir al París de los años veinte de libros escritos en inglés. Trasladado poco tiempo después a la rue de l’Odeon, cerca de Saint-Germain-des-Prés, acabó convirtiéndose en templo y en lugar de peregrinación para los más grandes autores franceses y extranjeros de la década, tanto para hojear las novedades como simplemente para charlar. Las paredes de aquel Shakespeare & Company cobijaron a ilustres de la generación perdida como Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway o Gertrude Stein, aunque la librería, y con ella Sylvia Beach, pasará a la historia por su acto más arriesgado e irreverente, la publicación del Ulises de Joyce. Este primer Shakespeare & Company logró sobrevivir hasta 1941, año en que echó el cierre, según se cuenta porque Sylvia rehusó vender la primera copia de Finnegans Wake a un oficial alemán ‒lo que le valió seis meses en un campo‒.
Pero no es sobre esa Shakespeare & Company de la que trata el libro de Mercer, sino de la que vino después, que aunque parezca imposible nada tuvo que envidiarle al espíritu bohemio de la primera. En 1963 un estadounidense llamado George Whitman, que por entonces ya tenía una librería llamada Le Mistral en la rue de la Bûcherie, cerca de la catedral de Notre Dame, decidió comprar los fondos de la librería de Beach y como homenaje a la librera más emblemática de París y continuación a su legendario sueño Whitman decidió rebautizar a su establecimiento con el nombre de Shakespeare & Company. Y la nueva librería, como la antigua, se volvió a convertir en el refugio de escritores de dudosa reputación y gentes de mal vivir, como los autores de la generación beat, Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William Burroughs, o como la emblemática pareja formada por Henry Miller y Anaïs Nin.
Esa es la librería de la que habla Mercer en su libro. La más famosa del mundo porque el extravagante Whitman consiguió hacerla la más singular, en un intento por conseguir «una utopía socialista disfrazada de librería». Whitman instaló camas en la librería y permitió que aquellos que estuvieran de paso y que necesitaran un techo bajo el que dormir se quedaran en ella, con la condición de que fueran escritores y de que echaran una mano en el negocio. Nos dice Mercer que Whitman calculaba en 40.000 los inquilinos que habían pasado por la librería. Y como suele ocurrir, cuando das la mano te cogen el brazo: algunos se aprovecharon de la generosidad de Whitman y se quedaron a vivir en la librería meses o, incluso, un tiempo indefinido. Entre ellos el propio Mercer, un periodista canadiense que venía a Europa huyendo de un traficante de drogas que le había amenazado de muerte por difundir su nombre en un artículo.
Presentada en forma de novela, La librería más famosa del mundo es una crónica de las vivencias de Mercer en el Shakespeare & Company de Whitman, donde lo real se mezcla con lo ficticio. Con el tiempo Mercer pasará de ser un inquilino más a convertirse en confidente íntimo de Whitman, ayudándolo en su campaña por preservar el futuro de la librería frente a la ambición de una cadena hotelera y a reencontrarse con su hija, Sylvia Beach Whitman, llamada así en honor a la Sylvia Beach primigenia. Mercer hace además una descacharrante descripción de los excéntricos personajes ‒y personajillos‒ que desfilan por la librería, aunque por encima de todos se impone la gigantesca figura del septuagenario librero. Por último, Mercer no pierde la oportunidad de llenar su crónica con un delicioso repertorio de anécdotas literarias relativas a la librería. Toda una maravilla que encandilará por igual a amantes de la literatura y de las librerías ‒si es que hay alguna posibilidad de ser amante solo de una de las dos cosas‒.
Aunque George Whitman murió en 2011, porque incluso los fundadores de utopías libreras acaban muriendo, la Shakespeare & Company continúa en pie y abierta exactamente en el mismo edificio. Al frente del negocio se encuentra ahora Sylvia, la hija de Whitman, que ha conseguido mantener intacto el sueño de su padre. ¿Qué mejor forma de celebrar la lectura que visitando Shakespeare & Company, antes o después de leer La librería más famosa del mundo? Si como decía Busutil las librerías forman parte de los corazones de las ciudades, nadie debería decir que conoce el corazón de París si no ha visitado Shakespeare & Company y, por qué no, si no ha leído el libro de Jeremy Mercer.
Me encantó este libro de Malpaso. Me sirvió para conocer la historia de la Shakespeare & Co. (no tenía mucha idea antes de leerla) y me quedé encantada con los personajes que pasaban por allí. Realmente debió ser un lugar especial en el París del siglo pasado.