Hoy he venido a hablar del futuro, pero no en clave de ciencia ficción, sino de lógica ficción. No estoy seguro de cuándo ocurrirá, pero si he sabido ver el negocio en ello, no veo por qué otros no se lanzarán a la aventura de montar la primera librería matrioska.
Siempre me han gustado las historias que engloban historias, y las matrioskas son el perfecto ejemplo de universos dentro de universos, y es en su carácter auto-contenido en el que entran en el juego de los libros.
Por lo general, las bibliotecas y las librerías tienen espacios diferentes en nuestra sociedad. Las bibliotecas son espacios en los que leer, consultar e incluso llevar algo sin pagar nada a cambio. Se trata de uno de los grandes vienes sociales, y están ahí para todos. Las librerías, por el contrario, son espacios de venta, bien por novedad, por escasez, por rareza… En las librerías no se regala la cultura, sino que se vende.
Por algún motivo que desconozco, esta división no ha encontrado aún el punto de unión que tan claro veo yo: los libros. ¡Ambas juegan con la cultura! Y, sin embargo, ambas se han llevado a matar desde que el mundo es mundo, y hay defensores acérrimos de ambas.
Por un lado, existe un bando que alega que la cultura debería ser gratuita, y por otro uno que quiere que le paguen. Yo sinceramente pienso que ambos tienen razón, pero que no se han sentado a hablar.
Resulta obvio para cualquiera que se lo plantee que los autores tienen que comer, y que para eso requieren moneda de curso legal. Es decir: tienen que ser pagados por su trabajo. Obvio es, también, que es del todo injusto que alguien que no tenga suficiente dinero no pueda acceder a la cultura que quiere consumir.
Es aquí donde volvemos a las bibliotecas matrioskas y a la idea que tuve hace no demasiado tiempo al ver el precio de un libro rebajado. El libro, Pórtico, apenas resaltaba de entre los demás libros de la librería, y solo un enorme cartel en rojo con un “Libros por 2 euros” me hizo echarlo a la mochila. Compré aquella joya de cultura por mucho menos de lo que valía. Pero, como el valor es subjetivo, estoy seguro de que alguien dirá que un par de euros es una locura para un libro de Frederik Pohl.
He definido la biblioteca matrioska como un lugar de intercambio de libros a bajo coste. El mecanismo es el siguiente:
Acudo a la Librería Matrioska con un libro nuevo de 20 euros y se lo dejo allí con la esperanza de que ellos lo vendan a 19 euros (un euro menos). Ellos quitan de ese precio el 21% de IVA más su margen comercial (digamos, un 15%), y cuando venden el libro por 19 euros a ti te dan 12,16 euros, ellos se quedan con 2,85 y repercuten un 6,84 euros al IVA.
Tras la portada, se escribe esta operación, y se establece el nuevo precio de venta del libro si ellos llevan a cabo la operación: un euro menos, 11 euros.
De este modo, la próxima persona que vaya a vender el libro se llevará 7,04 euros, y la tienda un 15% de 11, 1,65 euros.
Esta operación puede realizarse tantas veces se desee, hasta acabar con el valor económico del libro (pero no el cultural). Tras cinco o seis compras, todo libro ha adquirido un valor comercial igual a cero, momento en el cuál pasa a la parte de biblioteca. El libro ya está pagado por mecenas, personas que querían consumirlo por primera vez (y que pagan por ello cantidades cada vez más pequeñas).
La Librería Matrioska pasa entonces a sellar ese libro como “NO VENDIBLE” y lo cataloga en su biblioteca para que todos puedan acceder a ella. Obviamente, el espacio de la biblioteca requiere de un alquiler, por lo que no es descabellado que a los socios se les pida una cantidad anual cercana a los 10 euros. Algo irrisorio para leer tantos libros como desees.
- El autor ha recibido la parte íntegra por su libro
- A cada uno de los lectores les ha costado leerlo mucho menos que de haber pagado por él
- Se recauda más IVA que si solo lo compra una persona
- El libro, al tiempo, está disponible para ser un libro de biblioteca
Espero que os haya gustado la idea, y os animo a ponerla en marcha 😉
A este sistema le veo el problema de siempre: cuenta con la buena fe de sus usuarios para que vayan a devolver el libro una vez leído y acepten por él un precio menor por el que lo compraron. No digo que esto no pueda funcionar, claro está, como demuestra el hecho de que el Bookcrossing cuente también con la buena fe de los lectores y funcione.
A modo de curiosidad te comento un descubrimiento. Una librería de los años veinte, la emblemática Shakespeare and Co. ya disponía de un sistema de préstamos de libros, una especie de tarifa plana que te daba acceso a un catálogo bastante amplio de libros por una cantidad simbólica de dinero al mes. Son los antiguos gabinetes de lectura, que según he podido averiguar funcionaban en muchas librerías desde la primera mitad del siglo XIX hasta principios del siglo XX. Supongo que en esas épocas era demasiado caro comprar muchos libros.
En efecto, si tratamos de aplicarlo a nuestro país es posible que acabemos por cerrar al igual que está fracasando jamendo.es e iniciativas similares
Personalmente creo que pueden convivir perfectamente librerías y bibliotecas, al menos por aquí no se siente tanto esa competencia que planteás; o yo no lo veo. La idea es muy interesante; para tenerla en cuenta.
Aquí en España está bastante marcada la diferencia. Apenas sí unas pocas tiendas de barrio permiten la lectura en su local. Espero que en Argentina tengáis otro modo de enfocar la cultura =)
Gracias por tu comentario!