Funny Games y sus miradas cómplices a cámara

Funny Games y sus miradas cómplices a cámara

   «Romper la cuarta pared» es una de esas frases que llevaban bastante tiempo apuntadas en un bloc de notas que tengo guardado en mi ordenador bajo el nombre de: «Ideas para La Piedra de Sísifo». Y la culpable de que por fin le de salida a la idea es la película Funny Games —la original austriaca o el remake estadounidense, me vale cualquiera de las dos, aunque yo he visto el remake—, la cual disfruté hace no mucho. Para el que no sepa de qué va la cosa, Funny Games es una cinta del siempre controvertido director Michael Haneke, estrenada originalmente en el año 1997 y rodada en Austria. Más tarde, él mismo volvería a rodar la película plano por plano exactamente igual, sin ningún cambio de guión, haciendo un remake para Estados Unidos con actores de más renombre, en esta ocasión diez años después, en 2007.

   La trama gira en torno a una familia que se traslada a su casa de verano para disfrutar de las vacaciones como ya han hecho otros años. No obstante, al llegar se encuentran con un par de jóvenes que están de paso. Comienza entonces un tenebroso juego por parte de los dos chicos, puesto que atacan a la familia y los atrapan dentro de su propia casa para jugar a un siniestro juego. Los jóvenes apuestan que para cuando sean las nueve de la mañana del día siguiente, toda la familia estará muerta. Vale, ¿y qué tiene todo esto que ver con romper la cuarta pared? Más importante aún; ¿qué es romper la cuarta pared?

   Bien, se cree que la cuarta pared recibe ese nombre del teatro realista, alrededor del siglo XIX en Francia (aunque ya se usase mucho antes de forma inconsciente en el teatro Griego o en las obras de Shakespeare). Se le llama así porque suponemos que es la cuarta pared en un escenario de teatro, la invisible. Normalmente hay tres paredes; dos a los lados y una detrás de los actores, mientras que la cuarta sería la que daría de cara a los espectadores de la obra. Esta pared divide por tanto a los personajes de la ficción de la realidad. Sin embargo, con el paso del tiempo, se ha ido desarrollando y aplicando la idea de romper esta pared para diferentes propósitos. Romper la cuarta pared supone que los personajes de la ficción tomen consciencia de su posición ficticia, por ejemplo. Sirve también para llamar la atención del público de forma directa, hablándoles a ellos. Y de la misma forma, sirve para recordar que lo que se está viendo es una ficción, que nada de eso es real.

Artwork de Psycho Mantis de Metal Gear Solid

Artwork de Psycho Mantis de Metal Gear Solid

   Romper la cuarta pared, por lo tanto, puede ser beneficioso o desfavorable según se use. Lo curioso es que esto no se quedó en el teatro, sino que se trasladó a otras corrientes artísticas como lo son la literatura, las series, y más en concreto, el cine. De igual forma, también se ha visto (aunque mucho menos) en el mundo de los videojuegos. Un claro ejemplo de cómo romper la cuarta pared en los videojuegos ocurrió en el título Metal Gear Solid, hace ya más de década y media, con un enemigo llamado Psycho Mantis, el cual habla con el jugador y no con el protagonista del juego, y se dedica a demostrar que puede mover el mando (con la vibración de este), o que sabe cuales son nuestros juegos favoritos (leyendo en la memoria de la consola los juegos a los que hemos estado jugando), entre otras cosas. Para mayor relevancia, los jugadores recordarán que para poder vencer a este enemigo había que llegar a desconectar el mando de su puerto y conectarlo en la ranura del jugador número dos, ¡ahí es nada!

   Si hablamos de TV, nos encontramos claros ejemplos de cómo los personajes rompen la cuarta pared y miran a la cámara tomando consciencia de sus roles, o hablando directamente con el público, en series como: House of Cards, Los Simpsons, Padre de Familia, o la desternillante Malcom in the Middle. Tomando esta última de referencia, el personaje de Malcom hablaba muchas veces con el público, recordándonos lo patética y desafortunada que podía ser su vida. Esto funcionaba muy bien en la serie porque ayudaba a que los chistes funcionasen mejor, y de hecho, romper la cuarta pared es algo muy común en comedia ya que es donde mejor funciona el efecto. Igualmente en dibujos animados suele ser menos chocante porque el público ya asimila de entrada que lo que ve es siempre fruto de la imaginación de dibujantes.

   No tan común es usar este recurso en dramas, ya que hay que hacerlo con gran sutileza para no sacar al público de la historia. Por eso, y ya hablando de cine, estos momentos donde se tira abajo la cuarta pared suelen ser muy minúsculos y especiales, pero con gran impacto sobre la memoria de los espectadores. Si intentáis recordar, seguro que os vienen a la cabeza cintas como La naranja mecánica y esas penetrantes miradas de Alex a cámara, El club de la lucha, American BeautyAmelie hablando con el espectador, Alta fidelidad y los monólogos de Rob… De nuevo, si consideramos la comedia, vemos casos como el de Austin Powers o los famosos Monty Python, pero mucho más llamativos han sido los de Woody Allen, quien ha sabido romper la cuarta pared con elegancia en multitud de ocasiones. Quizá su ejemplo más recordado sea el de Annie Hall.

Collage rompiendo la cuarta pared

Collage rompiendo la cuarta pared

   Pero vuelvo a Funny Games —que por algo sale en el título de esta entrada—. ¿Qué tiene de especial la cinta de Haneke a la hora de romper la cuarta pared? Bueno, en mi modesta opinión, es tal vez la forma más inteligente, provocadora, e impactante de tirar abajo la cuarta pared que he visto nunca en el medio. Teniendo en cuenta el contexto de la película, el mensaje que quiere transmitir, y las sensaciones, es simplemente magistral el uso del recurso en este caso. Michael Haneke quiso hacer una crítica dura y cruel hacia el mercado de las cintas de acción. Esa clase de películas en las que se matan unos a otros y nos regodeamos con cada muerte. El protagonista mata a sus enemigos y nos alegramos por ello, hay un plano de como a alguien le sale volando la cabeza y aplaudimos con alegría… Funny Games nos ofrece eso. Nos ofrece lo que nosotros como público estamos esperando. ¿Queréis brutalidad, sangre, disparos y muertes? Pues lo vais a tener. Es lo que estabais pidiendo y aquí está, ahora no vale echar la vista a un lado.

   Usando esta posición de crítica mordaz, Funny Games, o más bien Haneke, se toma el descaro de romper la cuarta pared en un puñado de brillantes ocasiones para hacer despertar nuestra mente. Nos da una bofetada cada vez que ocurre: «Eh, sí, tú, espectador. Disfruta, es lo que querías, ¿no?». Y entonces, nos hace cómplices de su sucio juego. Entonces nos damos cuenta de lo que pasa en realidad, invaden nuestro espacio y nos miran directamente a los ojos, nos señalan, nos recuerdan que la violencia no es tan divertida como algunas veces la pintan, y nos hacen mantener la mirada, atónitos. Nos engañan con la falsa sensación de que tenemos el control… Pero no, el mando a distancia es de ellos. Siempre lo ha sido.

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