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Vestigios de Postumia (Ediciones Evohé)

   El discurso sobre el panorama literario actual transmite que los jóvenes carecen de oportunidades para publicar sus propuestas. Sin embargo, los que nadamos entre palabras asistimos cada poco tiempo a la presentación de un libro de un amigo, de un escritor local e incluso de un autor cuyo nombre nos resulta totalmente opaco. En las bibliotecas, en las librerías o en las numerosas ferias que a día de hoy se espolvorean por aquí y por allá asoman tímidamente su corporeidad obras que normalmente pasan desapercibidas debido a no formar parte del canon o porque no llegan a convertirse en fenómenos de masas. Sin embargo, en ocasiones, la calidad de alguna de estas obras debe ser subrayada; esa es, precisamente, la intención del presente artículo.

   La obra en cuestión lleva por título Vestigios de Postumia y su autoría pertenece a Paola G. Sepúlveda, joven licenciada en Filología Hispánica que, a pesar de no llegar todavía a la treintena, ya ha exprimido diversas experiencias a lo largo del mundo. Su nacimiento se produjo en Málaga, ciudad en la que vivió hasta que se trasladó a Verona con apenas veinte años con el objetivo de disfrutar de una estancia Erasmus de un curso de duración ―esa no era la primera vez que viajaba a Italia, sino que ya había disfrutado de un intercambio en Salerno a la edad de quince años―. El siguiente transcurrió en Barcelona y luego vinieron estancias de estudio en Salamanca y en Santander, ciudad en la que cursó el Máster Universitario en Enseñanza del Español como Lengua Extranjera, una formación que le abrió las puertas para instalarse como profesora de su lengua natal en Hungría, Portugal, Polonia, Bulgaria e incluso en Australia, país donde reside actualmente. Entre todos esos traslados se dibujaron paréntesis en otros puntos geográficos: Dublín, Forlí, Costa Rica, Santiago de Compostela… Lugar este último de paréntesis recurrentes, ya que Paola se confiesa especialmente vinculada a él. Fue precisamente la necesidad que sentía Paola de presentar su poemario en esa ciudad pétrea lo que posibilitó mi acercamiento tanto a su obra como a su persona.

La desaparecida Vía Postumia, en azul claro

La desaparecida Vía Postumia, en azul claro

   He decidido introduciros brevemente la cartografía vital de esta joven porque me parece digna de destacar y porque, de alguna forma, gracias a ella podemos leer a Paola. Su estancia Erasmus en Verona le permitió empaparse del sabor de diferentes tierras italianas, y a lo largo de esos numerosos viajes escribió diversas anotaciones en forma de versos en un cuaderno con el fin de plasmar sus vivencias y reflexiones. Además, durante sus paseos por la calle veronesa Vía Leoni siempre observaba, con especial interés, unas excavaciones que se encontraban abiertas continuamente y que para ella se definían como los vestigios de la ciudad. En ese contexto se estaba produciendo, sin que Paola fuese consciente, la gestación de su primera obra, Vestigios de Postumia, cuyo nombre hace referencia a la Vía Postumia, calzada romana construida en el año 148 antes de Cristo por el cónsul Postumio Albino (de ahí su nombre) y que pasaba precisamente por Verona. Con todo, la libreta de Paola quedaría guardada en un cajón durante varios años hasta que, en abril de 2014, en medio de sus continuos desplazamientos, Paola participó en el Encuentro de Jóvenes Creadores organizado por la Junta de Castilla la Mancha y el REAJ, donde surgió la posibilidad de publicar aquellas frases con sabor a antigüedad y a vino que maduraban entre tablas de madera.

   Los versos de Paola destilan vestigios, recuerdos, nos rememoran las caminatas de la autora por calles italianas, se esfuerzan por erigir las ruinas que ya se encontraban allí a su llegada, pero también aquellas que nacieron con su partida. Vestigios de Postumia parece recordarle al lector lo importante que resulta la añoranza en la construcción de una voz poética y afirma con rotundidad que, en ciertas ocasiones, la poesía parte de la necesidad de exteriorizar las propias vivencias, de comunicar la belleza, el amor, las diversas reflexiones que surgen en el camino. Los poemas actúan a modo de fotografías: Paola preparó las composiciones in situ, pero la mayor parte de ellas no fueron reveladas hasta que se produjo el abandono.

Paola G. Sepúlveda

Paola G. Sepúlveda

   «Me digno a evocar oníricamente lo que hoy ya no es», afirma Paola en el poemario. También nos dice: «Dibujas la mirada que describen tus ojos / Dibujas el ladrillo desenterrado / Dibujas y recorres palmo a palmo lo vetusto». Ese tú es un yo, ya que es Paola quien pretende desenterrar viejos recuerdos para dejarlos bien plasmados, para dibujarlos precisamente como caracteres que nos rememoran tiempos pasados, que nos remiten a Dante, a Shakespeare o a la mitología griega.

   Este poemario me ha hecho cuestionarme si es posible regresar al mismo lugar, volver a él tal y como un día lo conocimos. ¿Pueden los ríos, los canales, los riachuelos de la ciudad que abandonamos inundarla, congelarse y congelarla hasta nuestro regreso? ¿Son posibles los reencuentros? ¿Pueden los paréntesis carecer de consecuencias? Paola parece responder que no: Vestigios de Postumia viene a decirnos que los lugares se queman con el tiempo, que bajo las cenizas del pretérito quedan enterrados instantes, fotografías, personas o recuerdos. Cada persona busca y se adentra en un camino particular que lo aleja del otro. «Al fin y al cabo, campos de visión en los que no nos encontramos», afirma la poeta. Pero más allá de la tristeza que se pueda deducir de ese exilio particular y de la soledad que este implica, Paola le canta alegremente al recuerdo, a la importancia del pasado.

   A modo de aperitivo, os dejo mi poema favorito de Paola, incluido en el poemario. No me canso de volver a él una y otra vez en un recorrido cíclico…

Piazza Erbe: fontana

Circular es el baile
de los cisnes en las fontanas.
Ya no cantan. Dicen.
Ya no cantan. Hablan.
Descalzos por vía Mazzini
caminan aquellos alados
que ya no danzarán.

   Existe creatividad y belleza; también, como hemos visto, oportunidades. Y cuando todo eso se converge en punto de fuga, se produce la magia. Ojalá permanezcamos mucho tiempo observando el espectáculo. Os aseguro que la función a la que hoy os invito, de la que yo ya he gozado, es italianamente dulce y maravillosa.

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