¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza cuando escuchas que alguien está enfermo?
Constipados, mocos, estornudos, contagios… normalmente tendemos a relacionar esa palabra con los síntomas más comunes que se nos presentan cuando estamos en este estado, los típicos malestares que sentimos todos en algún momento de nuestras vidas. Desde pequeños hemos aprendido que si uno de nuestros compañeros nos dice que está malito significa que su cuerpo está teniendo reacciones poco comunes; después de todo, nadie que esté sano anda tranquilamente por las calles de la ciudad tosiendo como un loco ¿Verdad?
Conforme vamos creciendo nos damos cuenta de que el concepto puede ser mucho más amplio, que existen síntomas muchísimo más graves que los del resfriado común y que puede incluso llegar a peligrar tu vida dependiendo del tipo de dolencia que tengas. Pero lo que también suele suceder es que, siempre que escuchamos esa palabra, lo relacionamos con el aspecto físico, las reacciones que nuestro cuerpo genera al combatir contra un estímulo dañino, y nos olvidamos por completo de que existe otro tipo de enfermedad, una que también puede derivar en algún determinado estado físico, una que nos desequilibra y puede ser igual de peligrosa; la enfermedad de la mente.
Conforme la sociedad evoluciona, la mente humana también lo hace, no sólo tienes que preocuparte por cubrir tus necesidades básicas, también tienes que estar pendiente de cumplir las leyes, desempeñar tu papel correspondiente delante de los que te rodean, no salir del patrón impuesto, realizar tu trabajo y respetar el orden de jerarquía. Todo esto y mucho más es lo que ronda por nuestra cabeza cada vez que nos despertamos por las mañanas y, es justo esa presión y ese estrés, el que acaba afectándonos.
La gente no habla de ello porque lo teme. El cerebro es un universo aun demasiado incierto, desconocido; sabemos que parte del cerebro está sobre estimulada cuando alguien sufre una depresión y sabemos que hay una alteración de compuestos químicos en la esquizofrenia, pero no sabemos a qué se debe ni tenemos una cura definitiva para las psicopatologías, porque provienen de algo más subjetivo, algo meramente humano. La medicación regula esas alteraciones que se producen en el cerebro cuando tenemos una determinada enfermedad, pero eso solo son síntomas y no desaparecerán hasta que la persona haya superado su problema, normalmente generado por todas esas preocupaciones que se van sumando día tras día.
Es por esto mismo por lo que nunca se habla de ello. Todo el mundo, en algún momento, ha podido tener síntomas de depresión o ansiedad, cualquiera de nosotros puede desarrollar una patología de este tipo cuando sea, pero es algo que nos deja demasiado expuesto nuestro interior, nuestro verdadero yo, por lo que se tiende a ocultar.
La mayor parte de los casos que llegan a los hospitales están ya en etapas peligrosas, algunos incluso ingresan por dolencias físicas, pero salen con un diagnóstico psiquiátrico.
Por suerte este miedo cada vez está más controlado, empezamos a entender que, cuando nos sentimos mal anímicamente, necesitamos ver a un psicólogo o a un psiquiatra al igual que necesitamos ver a un doctor cuando tenemos alguna dolencia. Sin embargo, todavía existe la gente que no lo entiende y mira con malos ojos a todo aquel que se haya pasado por una consulta.
Tanto si nos lo diagnostican a nosotros como si se lo hacen a un familiar debemos intentar no huir, obligarnos a entender y poner cuanto esté en nuestra mano para ayudar a quien lo necesita, porque si tenemos la fuerza de voluntad suficiente para recuperarnos, en la mayor parte de los casos la cura… es un hecho.
Buenas tardes. Se trata de un tema muy complejo, sin duda. Asumir que uno tiene un problema y que las personas que le rodean lo asuman es difícil. Fundamentalmente porque la mayor parte de las veces ni ellos ni el individuo afectado son plenamente conscientes del problema específico existente. Hay múltiples trastornos y no pocas enfermedades mentales cuyo diagnóstico es casi tan difícil de determinar como el propio tratamiento a seguir. Cierto es que muchas de ellas son conocidas hoy día y están siendo estudiadas en profundidad, pero apenas conocemos ni podemos tratar ciertas patologías de tipo individual ni social. Además están surgiendo muchas más, asociadas sobre todo a nuevos modos de comunicación y de adaptación a entornos diferentes y ello afecta a personas individuales tanto como a grupos enteros. El mensaje de este artículo es bueno, es alentador, pero quizá más optimista que realista. No obstante me ha gustado mucho. Gracias. Un saludo.