Su nombre era William Brodie, aunque era más conocido como Deacon Brodie por su título de diácono ‒director‒ de la Corporación de Artesanos y Masones. Además de ejercer este cargo, Brodie era presidente de la Cámara de Comercio de Edimburgo, miembro del Consejo Municipal y un respetable hombre de negocios que se dedicaba a la fabricación de cajas fuertes y a la reparación de cerraduras y de todo tipo de mecanismos de seguridad. Gracias a su oficio de artesano y de cerrajero Brodie no solo se codeaba con la alta sociedad de Edimburgo ‒entre sus amistades estaba el poeta Robert Burns‒ sino que se había ganado su confianza y tenía acceso privilegiado a sus posesiones más preciadas. Fue esta oportunidad la que animó a Brodie a convertirse en criminal por las noches.
Brodie, que tenía un perfecto conocimiento de los mecanismos de seguridad empleados por sus clientes, no tuvo grandes dificultades en hacer copias de las llaves con moldes de cera. Así fue como inició su carrera criminal en 1768, robando 800 libras de un banco. Poco a poco fue amasando una pequeña fortuna que le dio para mantener su doble vida, con dos amantes, cinco hijos y una costosa adicción al juego. Para 1786 ya contaba con una pequeña banda de ladrones.
Ese mismo año organizaron un asalto a la oficina de impuestos de los Juzgados de Chessel, en el Canongate, pero el plan se malogró y uno de los miembros de la banda fue capturado. Este no tardó en delatar al resto de sus compañeros, incluyendo a Brodie, por lo que su doble vida quedó al descubierto. En un último intento desesperado por huir a Estados Unidos, Brodie viajó a Holanda, pero fue capturado en Amsterdam y enviado de nuevo a Edimburgo para ser juzgado.
Tras registrar su casa y encontrar varias pruebas que lo inculpaban de los crímenes ‒copias de las llaves, un disfraz y varias armas‒, el juzgado no tuvo dudas en declararlo culpable y condenarlo a la horca. La sentencia se ejecutó el 1 de octubre de 1788 en una horca, la primera de Edimburgo, que había sido diseñada por el propio Brodie. Según se dice, el condenado tuvo la entereza de jactarse ante la multitud asistente de que aquella horca era una de las más eficientes del mundo. También cuenta una leyenda que antes de morir Brodie había diseñado un collar de acero y que había sobornado al verdugo para que le permitiera usarla durante la ejecución con la esperanza de sobrevivir al ahorcamiento. Sea como fuere, se supone que su plan falló y que su cuerpo fue enterrado en una tumba sin nombre en la Iglesia Parroquial de Buccleuch. Pero tras su muerte empezaron a circular rumores de que había sido visto en Londres y eso mantuvo viva la leyenda durante algún tiempo.
Ahora bien, ¿de qué manera pudo inspirar William Brodie a Robert Louis Stevenson para crear al personaje del Dr. Jekyll y Mr. Hyde? Se sabe que la inspiración final de esta novela proviene de un sueño, que la mujer de Stevenson tuvo que despertar al escritor, que estaba gritando aterrado porque tenía una pesadilla en la que el Dr. Jekyll se estaba transformando en Mr. Hyde. Pero también se sabe que Stevenson llevaba ya un tiempo dándole vueltas a un argumento en el que pudiera tratar la dualidad del hombre y su inclinación hacia el bien y hacia el mal. El padre de Stevenson poseía muebles que habían sido fabricados por el propio William Brodie y cabe pensar que el autor conocía bien su historia. En cualquier caso, la inspiración fue inconsciente, ya que Stevenson en ningún momento reconoció que El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde se basara en la doble vida de Brodie.
Resulta curioso: justo acabo de volver de Edimburgo y en una de las calles emblemáticas de la ciudad, la Royal Mile, hay un pub con el nombre de Deacon Brodie en el que casualmente comí hace unos días. Los guías de la ciudad cuentan la historia de este particular personaje a las puertas del establecimiento, e, incluso en su interior, los dueños se jactan, tanto en las cartas del menú como en frases pintadas en las paredes, de que ese pub lleva el nombre del hombre que inspiró la historia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Por ello, me ha resultado extraño que cuentes que Robert Louis Stevenson nunca confirmara que se había inspirado en Brodie para escribir su obra. Sea como sea, la historia de William Brodie resulta muy interesante, a la par que indignante.
Por cierto, os recomiendo comer en Deacon Brodie’s Tavern. Se encuentra en una zona céntrica, es bonito, y la comida no está nada mal. Eso sí, se trata de un establecimiento típico escocés, es decir, caro y no mucha variedad de comida, pero qué le vamos a hacer.
Un artículo y un blog muy interesantes. Un saludo.