“Para advertir la dimensión trágica de aquella amistad hay que decir que Byron y Shelley no sólo se influyeron en términos filosóficos y literarios, y no sólo se dieron uno al otro una vida nueva, sino que habría que atreverse a decir que también se dieron la muerte.» William Ospina, «El año del verano que nunca llegó»

   Cuenta William Ospina en su magnífico ensayo(1) sobre el encuentro en Villa Diodati de Lord Byron, J. W. Polidori, Percy Bysshe Shelley, Mary Shelley y Claire Clairmont, en el verano de 1816, que cuando empezó a documentarse para escribir sobre estos extraordinarios días en los que se concibieron Frankenstein y El Vampiro a orillas del lago Leman se obsesionó irremediablemente entre las brumas del romanticismo que tan apasionadamente envolvían a semejantes figuras legendarias. Por donde quiera que viajase Ospina, pese hallarse firmemente anclado en el siglo XXI, llegaban hasta él los susurros de aquellas voces inmortales que una vez se cuestionaron todo lo humano y lo divino como nadie es capaz de hacerlo en nuestros días.

Lord Byron, Mary Wollstonecraft Shelley, Percival Bysshe Shelley

Lord Byron, Mary Wollstonecraft Shelley, Percival Bysshe Shelley

   Sobrepasado por la intensidad de Byron y la belleza de Shelley, William Ospina vuelve sus ojos a Mary y a Claire, pero sigue contagiado por la fiebre. Claire es una sirena capaz de hechizar al mismísimo Byron, y Mary ha crecido acunada —literal y literariamente— por Coleridge, por Wordsworth, por Blake(2). Todo está interconectado, como si los destinos de aquellos jóvenes rebeldes hubiesen sido sellados no en villa Diodati sino siglos antes siquiera de que ellos nacieran; quizás, justo cuando John Milton —que venía de Roma tras haberse entrevistado con Galileo, en 1638— se hospedó en la misma villa Diodati y soñó con los ángeles caídos de El paraíso perdido, con el magnífico y hermoso ángel de escudo de luna y espada de fuego que tan sospechosamente habría de parecerse al Byron que luchó y murió por la libertad de Grecia.

   El doctor Dippel, nacido en 1673 en el castillo de Frankenstein, fue un alquimista y tétrico estudiante de anatomía humana alrededor del cual se forjó una leyenda escalofriante de cuerpos desmembrados y destripamientos. Fueron los hermanos Grimm quienes recogieron su historia y la convirtieron en un oscuro relato. En Londres, la traductora de los hermanos Grimm al inglés era la madrastra de Mary Wollstonecraft (después, Shelley), la madre de Claire Clairmont, quien seguramente les contase la historia a sus hijas y pusiese, sin saberlo, la primera semilla que habría de culminar en la historia más terrorífica jamás contada.

   John William Polidori, el joven médico personal de Byron, aspirante a poeta, autor de El Vampiro(3), que se suicidó a los 25 años bebiendo una copa de veneno —concretamente de ácido prúsico, descubierto precisamente por el doctor Dippel—, fue el malogrado hermano de Frances Mary Lavinia. Frances Mary, que solo tenía 20 años cuando su hermano puso fin a su vida, se casó con un desterrado italiano, Gabriele Rossetti, y sería la madre de los fundadores de la hermandad prerrafaelita: María Francesca, Dante Gabriel, Christina Georgina y William Michael Rossetti. De nuevo, todos enfermos de romanticismo.

Fotografía de la familia Rossetti tomada por el reverendo Charles Dogdson (Lewis Carroll)

Fotografía de la familia Rossetti tomada por el reverendo Charles Dogdson (Lewis Carroll)

   William Ospina contempla abrumado una foto de todos los hermanos Rossetti junto a su madre, la hermana pequeña de Polidori, y repara en la firma de la imagen: había sido tomada por Lewis Carroll, el autor de Alicia en el país de las maravillas.

   No solo el ensayo de Ospina es magnífico en su aproximación a unos personajes de la talla de Byron o de Percy y Mary Shelley, sino que además arrastra al lector con él en su espiral obsesiva y extraordinaria tras los pasos de un destino fatal tan marcado por las causalidades que no podía terminar sino alumbrando el mito del moderno Prometeo y la amistad legendaria de dos de los más grandes poetas de la Historia.

   «Era la edad extraña en que los jóvenes se levantaban del lecho del amor para ir impacientes a buscarse una tumba.» El año del verano que nunca llegó.

(1) OSPINA, WILLIAM: «El año del verano que nunca llegó». Penguin Random House Mondadori, 2015.

(2) El hogar de William Godwin y la difunta señora Wollstonecraft era el lugar de reunión y tertulia de poetas y escritores. Seguramente fue en casa de la pequeña Mary Shelley, estando ella presente, cuando Samuel Taylor Coleridge declamó en voz alta el que probablemente era el poema más grande de la Inglaterra del siglo XIX, La balada del viejo marinero.

(3) Polidori escribió El vampiro en Villa Diodati, en ese verano de 1816, mientras Mary Shelley daba luz a su Frankenstein. Esta novela, que puso las bases del mito moderno del vampiro tal y como ha llegado a nuestros días, sirvió de inspiración a Bram Stoker para su Vlad el Empalador.

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