Libros de autoayuda

Libros de autoayuda

   Aunque el primer mundo vive instalado en una supuesta sociedad del bienestar, hay muchas personas que no consiguen ser felices. Lo más rápido, barato y sencillo para solucionar este problema es acudir a un libro, lo que explica que millones de personas se acerquen a autores como Dale Carnegie, Randy Pauch, Mario Puig, Eduardo Punset o Timothy Ferriss buscando claves que les enseñen a vivir y actuar mejor, elevar su autoestima, encontrar la clave del éxito o encontrar la fórmula que les ayude a resolver sus conflictos existenciales. Una tendencia que, por cierto, se ha disparado como consecuencia de la crisis, llegando a generar para la industria editorial unos diez mil millones de dólares de ganancias anuales.

   Muchas han sido las voces que se han levantado mostrándose críticas frente a los libros de autoayuda y su capacidad para conseguir lo que prometen. Un nuevo dato en este sentido es el aportado por la Universidad de Montreal, que ha desarrollado un estudio que indica que leer libros de autoayuda no solamente no ayuda sino que hace que te sientas incluso peor que antes de haberlos leído.

   Para llevar a cabo el estudio los investigadores tuvieron en cuenta una muestra de treinta participantes, muy pocos, a decir verdad, para obtener resultados concluyentes y creíbles. La mitad de ellos leyeron libros de autoayuda y la otra mitad no. Los libros de autoayuda que se leyeron los había de dos tipos: enfocados hacia la superación de problemas personales y libros orientados al crecimiento personal, con mensajes de inspiración sobre la vida y la felicidad. A continuación se sometió a todos los participantes a distintas mediciones para calcular su bienestar, incluyendo su nivel de estrés, la autodisciplina, la tendencia a actitudes extrovertidas, la compasión, la estabilidad emocional, la autoestima y los síntomas depresivos. Finalmente los resultados parecían indicar que los participantes que leyeron libros de autoayuda centrados en la superación de problemas personajes tenían más síntomas depresivos y los que leyeron libros orientados al crecimiento personal tuvieron mayores niveles de estrés que los participantes que no leyeron libros de este género.

   «Los resultados muestran que los consumidores del primer tipo de libros de autoayuda segregan niveles más altos de cortisol ‒una hormona del estrés‒ cuando se enfrentan a situaciones de estrés y que los consumidores del segundo tipo muestran una sintomatología más alta de depresión en comparación con los que no los leyeron», comentó en un comunicado Sonia Lupien, directora del Centro de Estudios sobre Estrés Humano en la Universidad de Montreal.

   En un artículo publicado en The Wall Street Journal, Steve Salerno señala que el daño que pueden provocar estos libros no es solo psicológico sino que también puede ser físico y económico. Después de comentar algunos ejemplos reales de problemas derivados de la autoayuda, Salerno trata de explicar por qué este tipo de lecturas se han convertido en algo tan nocivo. En sus orígenes la autoayuda se deriva de obras de psiquiatras de formación clásica, pero hoy en día cualquiera puede escribir un libro de autoayuda sin necesidad de tener unos conocimientos científicos mínimos. Son lo que Salerno llama «vendedores de aceite de serpientes». La tajada de sacar provecho de la vulnerabilidad de la gente hace que cada vez más famosillos sin ningún tipo de preparación en este campo se suban al carro de la autoayuda y pongan su firma en las cubiertas de libros. Es a su bolsillo, finalmente, al que más parece ayudar este tipo de libros.

   Con todo, hay que tomarse los resultados de este estudio con muchas precauciones. Como he dicho antes, la muestra es muy reducida, y es difícil establecer una relación de causa y efecto, es decir, no es fácil saber si este tipo de libros hace que los lectores estén más deprimidos o si están más deprimidos porque son este tipo de lectores precisamente los que acuden a estos libros. De cualquier modo, en caso de duda, mi recomendación es echar mano de literatura clásica porque, según han confirmado otros estudios, autores como Shakespeare tienen la capacidad de causar más beneficio al cerebro que cualquier libro de autoayuda.

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