Durante el último año la industria editorial internacional ha presenciado con sorpresa cómo los libros de colorear para adultos se han convertido en la nueva moda. En noviembre de 2014, por ejemplo, este tipo de libros había sobrepasado en ventas a los clásicos libros de cocina en Francia. Muchos de ellos se han colado en la lista de los libros más vendidos de Amazon. De hecho, ocho de los veinte libros más vendidos en Estados Unidos a través de Amazon son libros de colorear para adultos. Muchos consideran que el secreto de su éxito radica en su capacidad para aliviar el estrés. Según el ilustrador Richard Merritt, creador de un par de libros de este tipo, el hecho de colorear brinda a los adultos de «perderse durante unas horas» y dejar que se «apague el cerebro», consiguiendo que quienes los usan se olviden de todo, de los problemas, y se centren en ellos mismos.
Sin embargo, pese a la aparente novedad de este fenómeno, los libros de colorear para adultos no son algo precisamente nuevo. Como explica Laura Marsh en un artículo de The New Republic, los primeros libros de este tipo surgieron en Estados Unidos durante la década de 1960 y más que un componente estético y desestresante tenían un carácter fuertemente subversivo, que mostraba una visión burlona y satírica de la sociedad estadounidense. Más que para colorearlos, lo que se pretendía con ellos era echarse unas risas, como demostraba el artículo publicado en 1962 en el New York Times que informaba que este tipo de publicaciones no había aumentado las ventas de los lapices de colores. Tan populares fueron que incluso Barbra Streisand les dedicó una canción.
La primera vez que encontramos un libro de este tipo es en 1961. Editado por por tres publicistas de Chicago bajo el título de El libro de colorear del ejecutivo, el ejemplar muestra imágenes de un hombre de negocios en su trabajo diario. Podríamos pensar que es un libro para enseñarles a los niños qué hace papá en el trabajo, pero las instrucciones para colorear que acompañan a las ilustraciones son un de pesimismo desolador. Dice una de las leyendas junto a un ejecutivo vestido de traje: «Este es mi traje. Coloréalo de gris o perderé mi trabajo». El gris vuelve a hacer acto de presencia en otra página, bajo la imagen de un tren: «Este es mi tren. Me lleva a mi oficina todos los días. Te encuentras con un montón de gente interesante en el tren. Coloréalos a todos de gris». Y la aparición de un color distinto al gris no es menos inquietante. «Esta es mi píldora. Es redonda. Es de color rosa. Hace que nada me importe», reza otras de las leyendas.
En realidad, los primeros libros de colorear para adultos tocaron prácticamente todos los temas polémicos de la década de los sesenta: el sexo, las enfermedades, el miedo, la burocracia, las teorías de la conspiración, la tecnología, los extremismos ideológicos y, por supuesto, la política. Nada parecía salvarse de la burla. Había libros que se reían de los comunistas y libros que se reían de las personas que tenían miedo de los comunistas.
Los temas que abarcaban los libros de colorear para adultos eran a veces tan extravagantes o avanzados que hoy nos sorprenderían por su modernidad. En 1962 se publicó El libro de colorear del hispter. Claro que el concepto de hipster era algo distinto al que tenemos hoy en día. El libro se reía de aquellos que tenían un estilo de vida supuestamente atrevido. Al año siguiente apareció El libro de colorear del programador. E incluso hubo un médico que ese mismo año dijo haber elaborado un Libro para colorear del psicótico, que era una herramienta de diagnóstico que le permitía clasificar a sus pacientes según sus tipos de trastornos.
La moda de los libros de colorear para adultos se pasó en la década de los setenta, salvo algunas curiosas excepciones, como un libro para colorear vaginas publicado en 1975. Durante las dos décadas siguientes fueron apareciendo algunos libros nuevos, pero nunca volvió a alcanzar la popularidad de los sesenta. Y eso nos trae al presente, donde el despunte de este tipo de libros tiene muy poco que ver con sus inicios. En la actualidad estos libros que se venden como terapia para aliviar el estrés son para colorear de verdad y solo incluyen imágenes políticamente correctas. ¿Por qué comprar en los sesenta libros de colorear si no se pensaba colorearlos? Laura Marsh aventura que estos libros permitían a los adultos regresar a la inocencia de la infancia para cuestionar las normas, rechazar el sistema y abrazar nuevos principios. Un uso muy distinto al que tiene en la actualidad, salvo algunos casos muy poco significativos ‒como este o este‒. Es muy poco probable que los libros de colorear para adultos retomen su carácter subversivo. Al fin y al cabo, el activismo del siglo XXI ha encontrado nuevos cauces para expresarse. Pero es probable que si te has sumado a la moda de los libros de colorear la próxima vez que lo hagas pienses, siquiera durante un segundo, que durante una época este tipo de publicaciones tenía un objetivo muy distinto.
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