Todos conocemos los cuentos de hadas tradicionales. Algunos de ellos son, quizá, las primeras manifestaciones literarias de la historia. Se han ido transmitiendo de generación en generación a través de la tradición oral. Y así seguirá siendo, con toda probabilidad, mientras nuestra cultura se mantenga viva. Es difícil determinar cuántos años tienen. Difícil, pero no imposible. Los hermanos Grimm recopilaron en el siglo XVIII muchos de ellos en colecciones que contenían cuentos como «Blancanieves», «La Cenicienta», «Barba Azul», «Hänsel y Gretel», «Rapunzel», «La Bella Durmiente», «El gato con botas», «Juan sin miedo» o «Pulgarcito». Pero no solo se limitaron a recogerlos y fijarlos por escrito, también los estudiaron y analizaron. Su teoría era que, aunque algunos de ellos podían llegar a tener tal vez miles de años, la inmensa mayoría de los cuentos de hadas provienen de los siglos XVI y XVII, época en la que se hicieron populares a partir de las versiones de La Fontaine y de Charles Perrault.
De hecho, los cuentos de hadas escritos más antiguos de los que se tiene noticia surgieron en el Antiguo Egipto, hacia el 1300 a.C. Pero ahora un nuevo estudio publicado en la revista Royal Society Open Science indica que algunos de esos cuentos son más antiguos de lo que se pensaba originalmente. Cuentos como «Rumpelstiltskin» o «Jack y las habichuelas mágicas» podrían tener en realidad entre cuatro y cinco milenios años en lugar de tener algunos siglos de antigüedad.
Para folcloristas y antropólogos es muy difícil deducir la edad de un relato que se transmite de forma oral. Para conseguirlo han usado un procedimiento llamado análisis filogenético, una técnica usada en biología para comprender cómo evolucionan los organismos vivos. De esta manera, los investigadores usaron esa estrategia, creada por biólogos evolutivos, para rastrear las raíces de 275 cuentos de hadas a través de los complejos árboles de la lengua, la población y la cultura. El estudio evidencia que muchos de esos cuentos se basan en historias anteriores. Gracias a los árboles de idiomas se consiguió rastrear la procedencia de 76 de esos cuentos, que parecían tener un origen mucho más antiguo de lo que se pensaba. El cuento de «Jack y las habichuelas mágicas», por ejemplo, se remonta a la división entre lenguas indoeuropeas occidentales y orientales hace más de cinco milenios.
Los hallazgos podrían confirmar la teoría de Wilhelm Grimm según la cual todas las culturas indoeuropeas compartieron cuentos comunes. No deja de asombrar al acercarse a esos cuentos el pensamiento de que hace miles de años, en un mundo muy distinto al nuestro, alguien pudo contar historias muy parecidas a esas, que han sobrevivido a través del tiempo sin necesidad de ser escritas.
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