La disminución de presupuestos para servicios sociales en Estados Unidos se ha traducido en una curiosa tendencia en los últimos años: cada vez más los vagabundos se refugian en estos lugares, y no solo para guarecerse del frío o de la lluvia, sino para dar rienda suelta a la pasión de leer. El fotógrafo Fritz Hoffmann detectó esta situación en la la Biblioteca Pública de Sacramento y la captó en una serie de imágenes que publicó en un reportaje para National Geographic. Otros usan Internet para solicitar ayudas por desempleo o seguros de discapacidad. Y los hay, incluso, que presentan problemas médicos. Aunque las bibliotecas son espacios donde se hace mucho más que prestar libros, esta tendencia está suponiendo un reto considerable para muchas de ellas que, con escasos recursos y personal limitado, se ven incapaces de manejar determinadas situaciones para las que no están preparadas ni equipadas.
En 2008 la Biblioteca Pública de San Francisco notó que eso de refugiar a vagabundos se le estaba empezando a ir de las manos y se preguntó cómo podría ayudar a este tipo de personas. No se trataba de organizar un club de lectura ni nada por el estilo. Y la idea era, al fin y al cabo, mejorar el servicio de la biblioteca de cara a la comunidad. Así que contrató a una trabajadora social a tiempo completo. Esta profesional, llamado Leah Esguerra, ha trabajado ya con más de 3.500 personas. En estrecho contacto con con los departamentos de salud y de vivienda pública de la ciudad, la mayor parte de su tiempo lo pasa buscando refugio para los vagabundos, aunque también forma parte de una organización sin ánimo de lucro que dedica los fines de semana a ayudar a los más necesitados.
Otras bibliotecas han seguido su ejemplo y han comenzado a añadir trabajadores sociales en su plantilla. El verano pasado la Biblioteca Pública de Los Angeles estableció un programa para ayudar a buscar empleo y talleres para enseñar a hacer un currículum. Hay que tener en cuenta que el índice de personas sin hogar aumentó un 12% de 2013 a 2015.
El problema es que no todas las bibliotecas pueden permitirse esa inversión, ya que muchas han visto recortados sus presupuestos en los últimos años. Y a pesar de que hoy en día el bibliotecario se ha ido alejando de su misión tradicional, desde luego estos no están preparados para asumir las funciones que deberían adoptar los servicios sociales. Además, el aumento del índice de criminalidad en grandes ciudades supone una preocupación extra para los que estos profesionales no están capacitados. En 2014 un vagabundo apuñaló a un hombre en la Biblioteca Pública del Condado de Sarasota.
John Bertot, profesor de la Universidad de Maryland, recuerda que los bibliotecarios son, ante todo, proveedores neutrales de información, no instructores. La línea entre suministrar información objetiva e instruir es en muchas ocasiones muy sutil, pero atravesarla puede hacer que el bibliotecario de turno se meta en un buen lío. Ayudar a alguien a elegir un seguro médico equivocado, por ejemplo, podría tener desafortunadas consecuencias.
[…] de la sociedad. Ya hemos mencionado algunos experimentos interesantes en este sentido. Bibliotecas donde hay servicios sociales para ayudar a personas en situaciones desfavorecidas; o donde se presta prácticamente de todo, además de libros. Otra experiencia llamativa son las […]
[…] de la sociedad. Ya hemos mencionado algunos experimentos interesantes en este sentido. Bibliotecas donde hay servicios sociales para ayudar a personas en situaciones desfavorecidas; o donde se presta prácticamente de todo, además de libros. Otra experiencia llamativa son las […]