El arte de escribir a mano

El arte de escribir a mano

   Hace unos días hablaba sobre la importancia que tiene para el cerebro el hecho de seguir escribiendo a mano, a pesar de que sea una actividad que cada vez hacemos menos. Mi encendido alegato en favor de la escritura a mano se centraba exclusivamente en estudios psicológicos y neurocientíficos, pero existe otro argumento no menos lícito: el estético. Porque si la escritura a mano es una técnica cada vez menos frecuente la caligrafía como arte es una escasa destreza que hay que admirar y cuidar. Un ejemplo perfecto son los cuadernos de notas de José Naranja.

   Naranja confiesa en su blog que empezó a desarrollar su pasión por la caligrafía mientras se encontraba de viaje a bordo del tren Transiberiano en 2007. En un principio sus notas simplemente pretendían ser un cuaderno de viajes que dieran cuenta de sus experiencias por el mundo. Entonces se topó en una biblioteca pública con un libro llamado Cuadernos de viaje, entre cuyos autores hubo uno que le llamó especialmente la atención: Peter Beard. Su obsesión por la estética de los cuadernos de notas iniciaron a Naranja en el arte de la caligrafía. Un mes más tarde empezó un nuevo viaje alrededor del mundo que duró nueve meses y en el que le acompañó su primera Moleskine. No es que no hubiera usado una anteriormente, pero lo hacía para organizar notas privadas. A partir de ese viaje Naranja usó la Moleskine para documentar el viaje y almacenar información. Además se dio cuenta de la importancia de tener un solo cuaderno. Un cuaderno para documentar la vida, un cuaderno total.

   Con los años fue perfeccionando la caligrafía en cada minúsculo detalle e investigando nuevas tintas y tipos de papel. En su estudio de Donauwörth, Alemania, empezó a desarrollar sus propios cuadernos de notas, manteniendo el Moleskine solo para las cubiertas ‒aquí explica, por cierto, cómo se hace en sencillos pasos‒. Hasta que por fin hizo también su propia cubierta, de forma que el cuaderno era cien por cien suyo.

   Naranja declara ser admirador de Leonardo da Vinci y del Codex Seraphinianus, pero no quería dejarse influir por ellos porque quería tener un estilo propio. En las páginas de sus cuadernos se acumulan ideas, experiencias, invenciones hilarantes y cualquier tipo de notas.

   Muchas de esas fascinantes páginas, generadas a lo largo de años, han sido recopiladas por su autor en un único cuaderno que, bajo el nombre de The Orange Manuscript está a la venta por 285 euros.

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