Cuando pensamos en el texto de una obra literaria siempre solemos tener en cuenta sus palabras, pero a menudo olvidamos un detalle tan importante como estas: la puntuación. ¿Qué sería de esos libros que tanto nos enamoran sin los signos de puntuación? Pensemos, por ejemplo, en los textos de la antigua Grecia, donde no solo se prescindía de cualquier signo de puntuación sino también de las mayúsculas e incluso de la separación entre palabras, convirtiendo un texto en una masa compacta de palabras que había que estudiar minuciosamente antes de darle una interpretación. Nunca le agradeceremos lo suficiente a los signos de puntuación el evitarnos pasar por ese infierno.
En el extremo opuesto, ¿te imaginas un texto en el que se hayan eliminado todas las palabras y solo se mantengan los signos de puntuación? El diseñador Nicholas Rougeux lo ha hecho y ha convertido esta visión en un proyecto muy poderoso visualmente que es un verdadero elogio de la puntuación. No solo porque haya eliminado todas las letras, números, espacios y saltos de línea, sino porque el resultado lo ha dispuesto en forma de espiral, con una ilustración clásica en el centro.
Una visión completamente distinta de una docena de libros con los que pensábamos que estábamos familiarizados y que Rougex ha plasmado en forma de cartel. El conjunto incluye clásicos como Un cuento de Navidad, Alicia en el país de las maravillas, Orgullo y prejuicio o Moby Dick.
Pero aquí no queda el experimento. El neurocientífico Adam J Calhoun ha querido ir un paso más allá y basándose en los diseños de Rougeux ha analizado la puntuación de su obra favorita, ¡Absalom, Absalom! de William Faulkner. El resultado, una especie de código morse demencial, es una prosa densa, llena de paréntesis e incisos que van interrumpiendo el texto. A continuación ha colocado esa puntuación junto a otra de una novela mucho más sencilla, Meridiano de sangre de Cormac McCarthy, para comprobar que diferencias hay entre ambos libros basándose únicamente en la puntuación. Calhoun ha separado del texto además los signos de puntuación de Orgullo y prejuicio, Romeo y Julieta, Casa de muñecas y el Ulises de Joyce.
Su análisis es interesante porque Rougeux incidía fundamentalmente en el aspecto estético de la cuestión, pero Calhoun está más interesado en comparar obras a través de su puntuación. Meridiano de sangre tiene una mayor cantidad de frases cortas y apenas usa signos de puntuación como el punto y coma, los dos puntos o las comillas. Frente a ello, el uso de las comas en Faulkner nos hace pensar en periodos oracionales muy largos, difíciles de seguir en muchas ocasiones. Una comparativa que puede ser extensiva a otros grandes clásicos de la literatura.
Además, el análisis de Calhoun tampoco descarta un enfoque más estético. Siguiendo la sugerencia de un colega, transformó los conjuntos de puntuaciones en mapas de calor. Los puntos y los signos de interrogación y de exclamación están en rojos, las comas y las comillas en verde y los puntos y coma y dos puntos en azul. No deja de ser curioso cómo se empezó quitando las palabras a los textos de un libro y se ha terminado haciendo una interpretación de la obra en términos de color.
Imagina la sorpresa cuando, redactando el artículo de mañana (en el que se incluyen signos de puntuación y otras chorradas históricas relacionadas) paso por aquí y leo esta genialidad.
🙂