¿Qué se podría decir a estas alturas del diablo que no se haya dicho ya? Creo que poca cosa se puede añadir, lo hemos visto de muchas formas y colores; con cuernos y a lo loco, entre el humo y el fuego, dentro de una niña de clase alta, con la cara de Al Pacino, en el bebé de Rosemary… ¡Hasta vestido de Prada! Pero, ¿sabes qué es el diablo? ¿Conoces la tradición cristiana detrás de esta siniestra figura?

   El diablo está más de de moda que nunca, sobre todo desde que Stephen King asegurase a bombo y platillo que la película La Bruja le hizo cagarse de miedo, yo no sé vosotros, pero llevo mucho tiempo esperando a que aparezca esta cinta. Por eso, y para ir abriendo boca, hoy vamos a dar un repaso a la oscura figura del diablo, Belcebú, el maligno, el caído… ¡El príncipe de las mentiras!

El ángel azul y el diablo rojo

   El diablo aparece por primera vez en la iconografía cristiana ayudando a Jesús en el Día del Jucio, su función es separar las cabras de las ovejas en el rebaño, o lo que es lo mismo: separar los justos de los malvados. En Mateo (25, 31-33) se lo describe como un ángel azul y se dice esto:

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos y ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas frente a él todas las naciones del mundo; y apartará a los unos de los otros, como el pastor aparta las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda.

   La primera aparición pictórica de este diablo la encontramos en un mosaico de la iglesia de San Apolinari en Ravenna, en este mosaico del siglo sexto, podemos ver claramente la figura de Jesús en el centro, con un ángel luminoso —de color rojo—a su derecha y otro ángel oscuro —de color azul— a su izquierda. Esta es una de las primeras representaciones del diablo, que en aquellos tiempos —y durante gran parte de la edad media— era considerado como un ángel de rango menor, un burócrata que se encargaba de los papeleos de Dios.

El Diablo para tontos

Mosaico de San Apolinari, donde se muestra a Jesús rodeado por el ángel de luz y el de la oscuridad.

   A medida que el catolicismo/cristianismo fue tomando forma —dejando atrás sus raíces judías y místicas— y extendiéndose por el mundo, la figura de este ángel azul se fue tornando más oscura, mucho más siniestra. Al ángel azul le salieron cuernos y su figura se fue pareciendo, gradualmente, a la de un dragón.

   Tampoco el Infierno era ese lugar de llamas y condenación eterna que es ahora, en aquellos tiempo se parecía bastante más al Gehena judío y era un sitio, simplemente gris y baldío, llamado: «la ausencia de la palabra de Dios», poco más que un lugar de tránsito, donde las almas esperaban el Día del Juicio —aburrido, sí, pero mucho mejor que el azufre y las torturas eternas. La primera imagen de un Infierno con llamas, demonios y tortura la podemos encontrar en la catedral de Torcello en Venecia, en un fresco del siglo XI.

   Muy a la manera cristiana, que se adaptaba al entorno como un camaleón, el diablo fue cambiando y «sumando» características propias de lo mitos autóctonos. Por donde pasaba, arrasaba y se quedaba con lo mejor de cada casa, por ejemplo: se camufló con el mito de Hades, convirtiéndose en el señor del Inframundo, se volvió de color rojo, tomó la forma de un macho cabrío —Pan, un sátiro y deidad de los pastores, tenía características de cabra. Nuestra visión moderna del diablo tiene más que ver con los artistas de la época que con ningún verso de la Biblia, donde pocas veces se lo describe.

   Ese tipo rojo y con cuernos fue utilizado por las distintas iglesias cristianas para luchar contra las protestas religiosas religiosas de los siglos XIV y XV. Sobre 1600 cualquier persona que hablase mal o en contra de la iglesia católica sería tratado de hereje y se afirmaría, que tenía tratos con el maligno… Algo que, como todos sabemos, te podía salir muy caro según la zona en la que estuvieras. Si la iglesia era la representación de Dios en la tierra, los que iban contra ella no podían ser más que la representación del Diablo en la tierra. Ya os podéis imaginar como acabó todo esto…

   La figura del Diablo sigue causando fascinación, aunque incluso los satanistas siguen sin ponerse de acuerdo sobre su verdadera apariencia, sin ir más lejos hace relativamente poco se erigió una estatua en Estados Unidos dedicada al Maligno y su forma es la del Baphomet, la famosa figura esotérica que trajeron los templarios desde Asia Central y que no es más que una representación de las fuerzas mágicas y espirituales de la tierra. Quizá la representación más fiel que existe del Diablo la encontramos en Madrid, en el Parque del Retiro.

El Diablo para tontos

Estatua del Ángel Caído, Parque del Retiro, Madrid.

 

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