En 1966 la antropóloga Laura Bohannan puso en duda la supuesta universalidad de Shakespeare cuando puso en marcha un experimento que consistía en contar el argumento de Hamlet a un grupo de ancianos de un pequeño y remoto poblado de la etnia Tiv, en Nigeria. ¿Cómo explicar entonces que la primera representación en África de una obra de Shakespeare, concretamente del propio Hamlet, tuviera lugar en 1607, unos pocos años después de que fuera escrita y estando su autor todavía vivo? Y si la fecha de esta temprana representación no fuera ya de por sí lo suficientemente sorprendente hay que añadir el detalle de que además fue la primera representación de una obra de Shakespeare sobre el mar. Pero vayamos por partes.
Si bien el teatro no era desconocido en las colonias ‒con ejemplos como el de los exploradores españoles, que lo llevaron a México‒, sí hay que decir que era algo singular. Además, ese Hamlet de 1607 fue la primera función realizada sobre el mar porque se llevó a cabo a bordo del Dragón Rojo, un buque perteneciente a la Compañía Británica de las Indias Orientales que estaba anclado frente a las costas de Sierra Leona. A la representación asistieron, además de una parte de la tripulación, cuatro importantes jefes locales que, por supuesto, no tenían ni idea de inglés. Pero, ¿por qué representar Hamlet, una obra que está llena de juegos de palabras y reflexiones filosóficas, frente a un grupo de marineros y a algunos nativos que desconocían el idioma?
En su viaje hacia las islas Molucas, también conocidas como las islas de las Especias, en Indonesia, el Dragón Rojo tenía que bordear toda la costa africana. Durante más de un mes la embarcación estuvo anclada en las costas de Sierra Leona y como pasatiempo a su capitán, William Keeling, se le ocurrió hacer distintas representaciones teatrales. Como Keeling era un seguidor entusiasta de Shakespeare persuadió a su tripulación para representar algunas de sus obras, que también fueron las primeras representaciones realizadas por actores aficionados. A pesar de su dificultad, Hamlet parecía una buena opción para una función marítima: con su protagonista siendo rescatado por piratas o una desesperada Ofelia flotando en las aguas.
Sabemos por el diario del propio Keeling que además de Hamlet la tripulación representó en ese mismo viaje Ricardo II y Noche de reyes ‒y posiblemente hubiera representado La tempestad si hubiera estado escrita‒. Lo más probable es que los ancianos de las tribus no entendieran nada, como quedó demostrado con el experimento de Bohannan, pero los expertos en la obra de Shakespeare suelen coincidir en que estas extravagantes puestas en escena de aficionados se adelantaron unos 150 años a cualquier intento por representar alguna de las obras del Bardo fuera del viejo continente, convirtiéndose en un hito en la historia de la literatura shakespeariana.
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