El cuento es un formato que ha demostrado maridar bien con la ciencia ficción prácticamente desde sus orígenes. Ya sea porque el género se desarrolló en la década de los veinte sobre todo a través de las revistas pulp, con Amazing Stories a la cabeza, o porque lo cultivaron en abundancia algunos de sus más grandes maestros, como Isaac Asimov, Ray Bradbury, Arthur C. Clarke, Philip K. Dick o Stanisław Lem, entre muchos otros. Una feliz combinación que se confirma, una vez más, con Relatos del Universo Lejano, escrito por Carlos Almira Picazo y publicado por Ediciones El Transbordador. Almira es un escritor que se ha movido a caballo entre la novela y los microrrelatos. Dos extremos narrativos que, de alguna manera, están patentes en Relatos del Universo Lejano.
Lo que encontramos en este libro son nueve historias bastante heterogéneas, sin hilo explícito, algunas de apenas un par de páginas y otras de varias decenas. El nexo de unión entre todas ellas es ese Universo Lejano al que se alude en el título y que no es otro mundo sino el marco de especulación propio de la ciencia ficción. Existen historias que se desarrollan en un espacio bien acotado, con leyes propias, como la legendaria ciudad de As, y otras que tienen lugar en nuestro mundo, en un tiempo que va desde la época de Isaac Newton, en el siglo XVIII, hasta un futuro tan remoto que los humanos no solo se han extinguido sino que se han convertido en seres míticos; y también las hay donde espacio y tiempo son parámetros más inciertos
Pero los relatos no solo son dispares porque transcurran en mundos distintos. Lo son, sobre todo, porque parten de supuestos y de propósitos distintos. Los hay que tienen una dimensión más simbólica, como «El incendio», mientras otros son más realistas, algo que vemos en «El orden del mundo»; alguno se construyen de manera epistolar, como «En mi planetario», otros, en cambio, son fragmentos de un diario, una vez más en «El orden del mundo», y también encontramos relatos que responden a la ciencia ficción más clásica, como «Chatarra». En «As» el discurso lingüístico se convierte en protagonista, casi al mismo nivel que la ciudad de As. Y no faltan los ejercicios de reescritura de literatura clásicas. «El regreso de Rotumb» es una reinterpretación de la Odisea de Homero en clave de ciencia ficción y «Los libros olvidados» hace lo propio con Ana Karenina de León Tolstói. Este último relato, de hecho, es toda una teoría metaliteraria con altas dosis de ironía sobre cómo los clásicos se reinterpretan con el paso del tiempo. En un futuro distópico que tiene ecos de los de George Orwell y Aldous Huxley los textos originales se modifican con el paso de los años con la intención de mejorarlos, aunque esto finalmente pueda conllevar su destrucción última, como de hecho hace.
Otro puente entre las distintas historias es el planteamiento de lo insólito y, a veces, de lo irreal: una nave en la que se trafica con seres fantasmagóricos; o la transformación misma del humano en ese ser fantástico, o en su equivalente, el humúnculo; el demente que ha descubierto un planeta que nadie es capaz de ver, ni siquiera él mismo; o el fuego eterno e inmemorial, que alumbra el horizonte como parte del paisaje desde el comienzo de los tiempos y del cual nadie sabe nada. Todas ellas ideas que derrochan fantasía, que es lo mínimo que podemos exigirle a la ciencia ficción.
Hay que hacer una mención aparte de la cuidada edición de Relatos del Universo Lejano. Las ilustraciones, realizadas por María Delgado Prieto, son un verdadero espectáculo. La cubierta y contracubierta, con una llamativa contraposición de colores cálidos y fríos, da cuenta honesta de lo que nos vamos a encontrar dentro del libro. Un conjunto muy variado de ilustraciones entremezcladas que, a pesar al estar descontextualizadas, no van a dejarnos indiferentes. Una vez dentro del libro cada ilustración acompaña al relato que le corresponde, de manera que cuando lleguemos a la última página veremos la cubierta del libro con otros ojos, comprendiéndola además de admirándola. Una edición bien ilustrada para un libro bien escrito. ¿Qué más se puede pedir?
No hay comentarios