Hace unos días, preparando un artículo, me encontré con una charla TEDx de Sebas G. Mouret, autor de El coleccionista de Mundos, el canal de Youtube más grande de habla hispana. En esa charla Sebas defendía no solo que los jóvenes son muy lectores sino que son lectores apasionados capaces de leer de todo. Incluso clásicos. Ahora bien, esto último no precisamente gracias al sistema educativo, que siguiendo la argumentación de Sebas «pretende enseñar la fuerza de los clásicos y en vez de eso enseña clásicos a la fuerza». Dice el booktuber que ese planteamiento hace que a los lectores acaben aborreciendo la literatura porque se les exige a los alumnos, para poder aprobar, que lean «tochos infumables» como la Celestina, el Quijote o Góngora ‒¿tocho Góngora?‒.
Alguna vez he hablado de cómo afecta la edad al modo de leer y precisamente hace poco comentaba un estudio que defiende que los ‘millennials’ leen incluso más que los mayores de 30 años. No creo ser sospechoso de caer en el cliché de que los jóvenes no leen. Sin embargo, eso no me impide ver que el discurso de Sebas hace aguas por varios frentes. Por una parte dice que los jóvenes leen, pero su visión es muy parcial. No pongo en duda que los jóvenes con los que suele entrar en contacto lean, pero sospecho que esto suele ocurrir en eventos relacionados con la literatura y que la mayor parte de ellos son seguidores de su canal, una muestra que no permite generalizar a toda la juventud. Por otra parte, él mismo reconoce que es algo minoritario cuando admite que los que leen son los bichos raros, los frikis.
Aunque creo que la idea más desacertada en la argumentación del booktuber es achacar al sistema educativo la desgana de los jóvenes frente a la lectura. Como pasa con muchos lectores, a medida que ha ido creciendo Sebas ha sentido la necesidad de dar un salto a otro tipo de literatura, a los clásicos, pero no tiene por qué ser necesariamente así. La idea de que si te apasiona la literatura en algún punto de tu vida querrás leer el Quijote es un disparate. Y por suerte lo es. Cada lector es libre de elegir lo que lee, libre de decidir si quiere dar el salto a los clásicos o si prefiere permanecer el resto de su vida en un género determinado, que no tiene necesariamente por qué coincidir con la literatura que se enaltece desde los suplementos culturales. He de reconocer que Sebas ha hecho algo valiente, defender el amor por los clásicos, pero lo ha hecho a costa de atacar al sistema educativo, cuando creo que en realidad todos remamos en la misma dirección, la de transmitir la pasión por la lectura.
Casualmente de ahí he saltado a un vídeo de LittleRedRead donde habla también de los jóvenes y la lectura de los clásicos. Esta booktuber muestra su enfado ante la insinuación de que no lee libros clásicos, lo cual entiendo que demuestra cierto complejo de inferioridad porque parece que el tipo de literatura que lee sea inferior y se tenga que defender afirmando que ella también lee clásicos. Al igual que Sebas, LittleRedRead arremete contra el sistema educativo afirmando que el 99% de las lecturas obligatorias son clásicos. Sin llegar a especificar edad, se refiere en concreto al Quijote y a La Regenta.
A pesar de declarar que rechaza los tópicos, lo que hace LittleRedRead es pasar de un cliché a otro. De decir que los jóvenes no leen clásicos a afirmar que en la educación hay que leer obligatoriamente clásicos que además suelen ser tochos infumables, por recoger el término de Sebas. Planteado de esta forma parecería que desde los 13 años se obliga a leer el Quijote completo en castellano original para aprobar, algo que pasa en el 99% de las veces. Una desafortunada idea que ni de lejos se corresponde con la realidad del sistema educativo.
No pretendo caer en el mismo error de generalizar y decir que en el 99% de los centros se hace de la misma forma, pero desde luego en lo que conozco y he visto hay un marcado denominador común y es que la lectura de clásicos es un proceso bastante progresivo. En primer lugar, todas las lecturas están elegidas en función de la edad, lo cual no es un intento por etiquetar o por encorsetar la literatura sino una forma de garantizar que se elijan libros apropiados a la edad y que así haya más posibilidades de que gusten. Entre 13 y 15 años no se leen clásicos sino libros que supuestamente interesan a los alumnos. Y digo supuestamente porque, como es lógico, es difícil elegir un mismo título para todo un grupo y que guste a toda la clase. Los clásicos empiezan a leerse a partir de 16 años, pero siempre adaptados, que es la mejor forma de empezar a leer este tipo de literatura. Por cierto, tengo que decir que hay ediciones de clásicos adaptados chulísimas y que hay editoriales muy profesionales que dentro de esta línea tienen auténticas obras de arte que invitan a la lectura. Muchos de esos libros son los que se usan en el sistema educativo. A partir de los 17 se empiezan a empiezan a proponer lecturas de clásicos menos adaptados. Un método, como se puede comprobar, que no tiene nada que ver con decir que se obliga a leer el Quijote o la Regenta.
Algo sobre lo que Sebas hace referencia pero LittleRedRead no son los clásicos juveniles. El concepto de esta última sobre lo que es un clásico, como algo opuesto a una lectura contemporánea, no es muy acertado porque no tienen por qué ser libros escritos hace siglos. Sin embargo, los clásicos juveniles tampoco son la panacea del fomento de la lectura. Aunque hay ediciones cuidadísimas y muy bonitas de estos libros, pedirle hoy en día a un adolescente que se lea un clásico como La isla del tesoro sería una locura. A pesar de que libros como este fueron leídos en el pasado por jóvenes y de actualmente sigan teniendo su público en este sector de edad no significa que no sean novelas densas.
Parece que los clásicos están abriéndose paso tímidamente en Booktube. Con motivo del Día del Libro Sebas dedicó un vídeo al Quijote en el que primero resume su argumento y después repasa algunos de los elementos que hacen que sea una de las novelas más importantes de la historia de la literatura. Lo gracioso es que aunque Sebas no dice sobre la novela nada distinto de lo que podría decir cualquier profesor de literatura el vídeo ha generado por parte de muchos de sus seguidores comentarios como este: «Durante mis años de secundaria, tres profesoras de literatura distintas nos hablaron del Quijote, y ninguna lo presentó de forma tan interesante. Incluso nos mandaron a leerlo, y nadie lo leyó. Es una pena que no puedan hacer lo que vos podés hacer. Años de horas rodeadas de chicos y no pueden inspirarlos a leer el Quijote como vos podés hacer en un vídeo. Aunque claro, tienen esa especie de deber de obligarnos a leer a la cual todos nos oponemos». O del tipo: «Este vídeo debería ser enviado a todas las clases en las que la gente debe leer el Quijote. Tu pasión da ganas de leer este clásico. Me encantó el análisis, descubrí cosas que no había notado antes». O: «Es increíble como puedes motivarme a leer el Quijote. En mis cinco años de secundaria jamás me lo explicaron así de bello.». Y repito por si no ha quedado claro: Sebas no dice nada que no podría decir cualquier profesor de lengua en una de sus clases. Pero parece que lo que se dice es menos importante que quién lo dice.
En fin, lo que quiero decir es que es un error responsabilizar al sistema educativo de que los jóvenes no lean. Cada uno tiene la soberana libertad de decidir si lee o no lee. Esto es algo que los booktubers, que son seguidos por miles y miles de jóvenes en algunos casos, deberían tener en cuenta porque tienen capacidad de crear opinión y de influir en masas, y extender el cliché de que el sistema educativo tortura a los alumnos con tochos clásicos no beneficia precisamente al fomento de la lectura. Es verdad que a Secundaria llegan muchos alumnos que de repente dejan de leer, pero es que los hay que no se ven con ganas de saltar de lecturas del estilo de Gerónimo Stilton a otras más adultas y abandonan el hábito lector.
Alguna vez he hablado de la dificultad de enseñar literatura, pero esto es una cosa y fomentar el gusto o la pasión por la lectura es otra muy distinta. Muchas de las personas que se dedican a enseñar literatura no están en el oficio precisamente porque se cobre bien o porque sea una dedicación relajada. Muchos de ellos entraron en Filología no precisamente porque fuera una carrera con infinidad de salidas profesionales bien remuneradas. Con mayor o menor capacidad ‒no todos pueden tener el carisma de Sebas‒, lo hicieron porque amaban la literatura y parte de ese amor por la literatura es lo que intentan transmitir en sus clases. Claro está que no hablo por todos ellos pero sí por muchos.
Sí y no. Es verdad que no se puede generalizar, como es verdad que en algunos colegios se lee el Quijote (edición penosa de Susaeta, que ni adaptación ni leches) a los seis años. ¡¡Seis años!! Juro que es cita textual: «Solazábanse las mozas a la puerta de la venta.» Y explícales a niños de seis años qué quiere decir eso.
Como pasa con todo, si caemos en las generalizaciones caemos en el error (toma generalización gratuita). Ojalá todos los profesores de lengua y literatura amasen lo que enseñan y tuvieran capacidad para trasmitir esa emoción. No creo que la responsabilidad de que los niños lean deba recaer en ellos (en el proceso entramos padres, animadores, youtubers, libreros y hasta esa tía que se empeña en regalar un libro por Navidad, en lugar de la pistola galáctica que le han pedido). Y la culpa de que no lean se reparte también. Pero que las escuelas y los institutos no siempre lo ponen fácil, no siempre ayudan, me parece un buen punto de partida para el debate.
Quizá mi razonamiento de por qué los profesores de lengua y literatura suelen amar lo que enseñan sea un tanto erróneo. Cuando uno entra a estudiar Filología sabe que es muy probable que acabe dando clases, y si no lo hace es porque huye de eso y se mueve tanto que consigue otra cosa o trabaja en algo que no tiene que ver con lo que ha estudiado. En otras carreras la docencia acaba siendo una salida al hecho de no encontrar trabajo o de buscar quizá estabilidad. Lo que está claro es que ni unos ni otros están en la enseñanza por dinero. No lo digo porque el sueldo de un profesor sea escaso sino porque las opciones de mejorar económicamente sin mínimas.
Por otra parte, cuando decía que la responsabilidad cae en ellos me refiero a que cada persona es, en última instancia, quien tiene la decisión de tomar un libro y leer. Es cierto que todo su entorno puede fomentar la lectura o no hacerlo, pero he visto por experiencia que una persona en un entorno donde se fomenta mucho la lectura puede acabar no siendo lector y también he visto lo contrario, personas que sin nadie que fomente la lectura a su alrededor acabe siendo muy lector. Una cosa es lo que nos propongamos y otras son las que se consigan.
Es algo muy curioso este fenómeno de la enseñanza multimedia. Resulta que para muchos es más atractivo ver un vídeo sobre literatura en youtube que escuchar una conferencia o leer un artículo. La mayoría de las veces estos vídeos ni siquiera los hacen personas con conocimientos específicos en la materia y aún así captan más la atención del público que un profesional cualificado. Y ojo, no creo que esto sea malo. De hecho, considero que un elemento clave para que la retórica en estos vídeos funcione es la espontaneidad y la sencillez. Y además, gracias a estos canales de youtube mucha gente se está acercando de nuevo a la literatura.
Sin embargo, sigo creyendo que la literatura que se enseña en clase es fundamental para atrapar a futuros lectores. Puede que los profesores tengan mucho en lo que actualizarse, pero yo no recuerdo que los libros que leía en clase fueran más aburridos por ser clásicos o por tratarse de lecturas obligatorias, sino porque a veces la propia dinámica del curso era demasiado esquemática y encorsetaba las lecturas y las interpretaciones. Estoy convencida de que el sistema educativo (que no los profesores) tiene mucho de culpa en esto de fomentar el aprendizaje memorístico en lugar de apostar por la interiorización de los conocimientos.
Gracias por la reflexión del artículo.
No sé si ha parecido que esté en contra de este tipo de educación, pero no es así para nada. Lo veo como un complemento, porque al fin y al cabo la enseñanza más reglada (por llamarla de alguna manera) no va a dejar de existir.
Para los profesores de lengua y literatura es muy complicado, porque tienen que cumplir un programa y se presupone que al mismo tiempo deben inculcar la afición por la lectura (cuando esto debería ser algo implícito a todos los profesores, y no solo a los de lengua). En eso sí te reconozco que el sistema educativo es bastante incongruente, pero los profesores en cierto modo nos encontramos atados de manos, porque hay que dar lo que hay que dar. Sin que esto signifique no se puedan (y se deban) buscar otras formas de hacerlo. Lo que intentaba criticar con el artículo es que desde Youtube se nos cargue con todo el peso de la culpa.
Me ha interesado mucho tu artículo, pero creo que hay un aspecto a considerar que es el punto de partida de cada lector. No es lo mismo un niño/a que ha leído muchísimo en su infancia y que se enfrenta a los clásicos en la adolescencia que un niño/a que no tiene el hábito de la lectura. En este último caso es donde creo que los clásicos pueden «destrozar» un potencial lector. Precisamente lo mejor de la literatura es que tiene caminos para todos, pero cuando se impone un camino en una edad en la que suelen ir en contra de lo establecido (por su propio desarrollo y búsqueda de la individualidad) creo que se comete un error. Primero hay que disfrutar leyendo, y luego encontrar cada uno su camino (que varía con los años y las etapas de la vida). Las estrategias no deberían ser las mismas con unos y otros alumnos. Si lo que pretendemos es que lean debemos adaptar las exigencias a cada individuo, así los resultados serán mucho mejores, seguro.
Creo que ese es precisamente uno de los factores más determinantes. El hecho de que la educación tienda a homogeneizar tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Lo bueno es que se garantiza que todo el mundo llegue a una instrucción mínima, lo malo es que se imponen esos contenidos (y lecturas). También te digo que el sistema educativo que tenemos canta alabanzas de individualizar con cada alumno, pero a la hora de la verdad esto es materialmente imposible, y es ahí precisamente donde está el problema. Sin duda habría que intentar adaptarse a cada alumno, y no me acabe duda de que se hace cuanto se puede en muchos casos, pero ya te digo que tenemos unos límites materiales que no podemos superar. Si en lugar de tener, por ejemplo, treinta alumnos por aula tuviéramos diez otro gallo cantaría. Estoy seguro.
Muy interesante artículo, Alejandro.
Dejando a un lado el tema de los Booktubers y ese tirón que tienen para los más jóvenes, me gustaría comentar algo sobre las «lecturas obligatorias» del sistema educativo. Encuentro bastante acertado el comentario de Chiki, creo que no solo de los profesores es la obligación de hacer leer a los jóvenes. En ese proceso también entran los padres, amigos y demás, e incluso uno mismo… Es decir, la lectura nunca debería imponerse. Ni tanto enseñarse. Más bien enseñar a quererla. Ocurre que no todo el mundo es para ella. Y mira que me encanta esa frase que dice que, si no te gusta leer, es porque todavía no has dado con el libro adecuado. Es totalmente cierta. Pero por experiencia sé que simplemente hay gente que pasa por completo. Igual que yo puedo pasar del fútbol o de aprender ruso.
Claro que, obviamente, leer es un aspecto importantísimo en el proceso de vida y ayuda a crecer como personas, pero… en fin, supongo que lo que quiero decir con todo esto es que no me gusta el método que se usa en las escuelas. A mí no me gustaba cuando me tocó pasarlo. Ahora adoro leer y antes me agobiaba. Dar una lectura (independientemente de que sea un clásico, sea apropiado para la edad o no) y obligar a leerla en un plazo estimado y, más aún, obligar después a llevar a cabo un examen sobre la obra misma, me parece exagerado y, seguramente, la principal causa de que muchas personas (entre las que me encontré en su día) no deseen coger un libro. Lo ideal yo creo que sería proponer lecturas «recomendadas» y dejar a su aire a los chavales para que experimenten, aprendan y descubran la magia y el placer de leer historias por puro gusto.
En tercero de secundaria mi profesora de lengua nos bajó a la biblioteca y nos dijo que escogiéramos un libro cualquiera, el que cada uno quisiera, y que lo leyéramos durante el curso escolar. No hizo examen sobre él ni teníamos que memorizar nombres o sucesos. Simplemente dio la opción de leerlo. Yo recuerdo que escogí El Hobbit, de Tolkien, y fue la única vez en toda mi vida como estudiante que leí un libro degustándolo sin presiones. Es más, al terminarlo, quería leer más.
Yo soy muy de la opinión de que no hay que juzgar a la gente que no lee. Cada uno es muy libre de hacer con su tiempo lo que le dé la gana. Creo que hay mucha hipocresía en este sentido. He visto que muchas veces se fomenta la lectura como si los que no leyeran fueran unos ignorantes y unos parias. No estoy de acuerdo en que leer nos tenga que hacer necesariamente más sabios. Cuando la lectura es entretenimiento puro, como ver un programa de televisión, no tiene que aumentar nuestro caudal de conocimientos. Ni tampoco tiene por qué hacernos mejores personas. Ya te digo: creo que hay mucha hipocresía en el fomento de la lectura. Y también hay una especie de actitud altiva por parte de muchos lectores, de mirar por encima del hombro a los que no leen. Para mí esto también es caer en un error.
Uno de los métodos que yo uso es subir la nota por lecturas voluntarias, sin límites ni imposiciones. Todo se pacta antes con el alumno y al final charlamos un rato sobre el libro, sin necesidad de hacer trabajos o exámenes. Es un método que en principio yo esperaba que tuviera mejores resultados. Hay muchos que lo usan, pero tampoco tantos. Hay muchas formas de fomentar la lectura. Solo hay que echarle imaginación.
Como dijo Jack el destripador, vamos por partes.
Primero, me alegra que te gustara la charla. La verdad es que fue extraordinario ver una sala llena de chavales, un sábado por la tarde, para hablar de literatura ¡Ni siquiera sabían que yo iba! Fue extraordinario. Supongo que es tontería precisarlo pero, debido a la edad de mis oyentes, mi lenguaje pretendía ser cercano y ameno, de ahí expresiones como “tochos infumables”. Y es que leer a Góngora, para un chaval de 14/15 años, puede ser un tanto infumable. Esa es mi opinión.
Seguidamente, creo que cuando afirmo que “los jóvenes leen”, queda por sentado que no me refiero a unas cifras del 100%, sino más bien que ese porcentaje (sea el que sea) no dista tanto del de el target adulto. Porque, seamos sinceros, las cifras de lectura están empeorando profundamente en el público adulto.
¿Que el sistema educativo fomenta la pasión por la lectura? Discrepo. No sé si trata de una falta de pasión en el profesorado (y ya sé que generalizar es malo, sencillamente me baso en mi caso personal y el de la gente con la que he hablado del tema) o que se está exigiendo un nivel de lectura que no se corresponde con la edad. Pero lo que está claro es que se transmite CONSTANTEMENTE la idea de la lectura como un “castigo”, un “trabajo obligatorio”, y no como un disfrute. En esto no me cansaré de repetir que el problema no es del contenido (el libro clásico) si no del continente (el método del profesor).
¡No dudo que el sistema educativo luche por fomentar la lectura! Pero no, no estoy de acuerdo con el método. No estamos creando lectores.
Me resultó curioso que no concordases conmigo en que hay clásicos y clásicos. Y es que sinceramente creo que un adolescente puede disfrutar muchísimo más de “La isla del tesoro”, Julio Verne, “Las crónicas de Narnia”, “Alicia en el país de las maravillas”, etc. no porque sea una literatura menos densa, sino porque el lector se siente más identificado con su temática. Hagamos un experimento: cojamos dos clases de secundaria, y demos “Las crónicas de Narnia” a una, y “Guzmán de Alfarache” a la otra. Analicemos los resultados y saquemos conclusiones.
Finalmente, me alegra que vieras mi reseña de “El quijote”. Que consideres que, el hecho de ser yo, fue lo único que hizo que la gente disfrutase de esa reseña, me honra. Pero francamente, creo que lo importante no es el QUIÉN si no el CÓMO se dicen las cosas. En cualquier caso, gracias por aportar posturas en este tema. Es importante que continúe el debate.
Te agradezco mucho que me hayas contestado, Sebas. Entiendo que moderes el vocabulario en función de la audiencia, y estoy de acuerdo en que Góngora puede ser infumable para un chaval de 14 o 15 años, pero la lectura que se puede hacer de Góngora es muy distinta a la que se hace de un libro. De Góngora se leen poemas muy escogidos, y con una explicación clara, muy masticados. Por eso, aunque puedo estar de acuerdo contigo en lo de infumable, no lo estoy en lo de tocho.
Te doy la razón en que es probable que el sistema educativo pudiera fomentar mucho más y mejor la lectura. Estudiar la literatura no es precisamente la mejor forma de hacerlo. Mi planteamiento iba más bien dirigido hacia el concepto de lecturas obligatorias, que no creo que sea, por lo menos según mi experiencia, como tú lo expones. ¿Que el concepto de lectura obligatoria dé una idea de la lectura como un trabajo o un castigo? Pues depende. Yo no creo que por obligarte a leer un libro que te gusta lo vas a disfrutar menos. Tal vez lo vea desde un punto de vista adulto. Tal vez los adolescentes piensen para llevar la contraria: «ah, ¿me obligas?, pues ya no me gusta». Pero así yo he descubierto grandes lecturas de las que no me esperaba gran cosa.
Sí creo que hay clásicos y clásicos, pero yo en todo momento he hablado de clásicos juveniles. Por eso tu ejemplo del Guzmán no me vale. Yo he recomendado a adolescentes La isla del tesoro y te aseguro que muy pocos han conseguido avanzar algunas decenas de páginas. Aunque antiguamente fuera clásico juvenil hoy tiene demasiado nivel. Tampoco creo que se pueda sacar una regla que te diga que los lectores se sienten más identificados con la temática de Las crónicas de Narnia o de Alicia en el País de las Maravillas. Has cogido libros fantásticos, y muchos jóvenes no se sienten atraídos por esta temática porque les gusta más lo realista. Ante esto es completamente imposible generalizar. Cada lector se sentirá más identificado con un tipo de libro.
Sobre tu reseña del Quijote, sí te diré que me gustó, creo que dices cosas que tienen bastante sentido, y te lo dice alguien que siente amor absoluto por este libro. Y estoy de acuerdo contigo en que lo importante no es el quién sino el cómo. Pero por desgracia, muchas de las personas que te siguen se quedan más en el quién que en el cómo, aunque te sepa mal que esto sea así. Aquí la reflexión iba más bien dirigida a esas personas que a ti, que no tengo nada que reprocharte sobre tu vídeo.
En fin, agradecerte de nuevo que hayas comentado. Que haya debate siempre es enriquecedor. Acabo reiterándome en la idea de mi artículo: los grandes booktubers tenéis mucha influencia sobre los jóvenes. Está bien que critiquéis lo que no os gusta del sistema, pero creo que es importante no generalizar ni meter en el mismo saco a todo el profesorado.
Un saludo.