En la cinta transportadora hay cientos de bolitas peludas de amarillo, todas ellas piando exaltadas ante los no poco desconcertantes hechos de que:
- tienen hambre;
- no saben dónde está mamá;
- y hay un tío mirándoles su desplumado culo.
El mirón, colocado en un punto de la cinta transportadora, coge un pollito, lo levanta un poco, y usa los pulgares para escudriñar sus partes bajas. Les mira la cloaca, que es como se llama esa parte del pollo que sirve un poco para todo: para eliminar desechos sólidos, líquidos, y reproducirse. Y, una vez hecho esto, los deja en una u otra cinta transportadora.
Es el sexador de pollos, y está cobrando una pasta por hacer eso. Cobra mucho porque adquirir la maestría que posee le ha costado cerca de cinco años de su vida de mirar culos de pájaros en turnos de diez horas. No parece una visión muy halagadora, pero hay gente que se mata por empezar una brillante carrera de mirón de cloacas avícolas.
A Marcos se le ha ido del todo, pensarán muchos. Y acertarán, porque hoy he venido aquí a causar polémica con un tema divertido. Escritores, sexos, y una vida dedicada a escudriñarlos.
Vamos a ello.
¿Qué hace un sexador de pollos?
Conocer el sexo de los pollitos es importante nada más nacer. En función de uno u otro, estos se convertirán en maravillosos sementales, en gallinas ponedoras o en magníficas alitas envasadas de seis en seis junto a dos de sus hermanos-pollito troceados. Y claro, en un mundo en que la alimentación hormonada empieza el día 1 de la horrible vida del pollito, saber clasificarlos resulta crucial.
Además, los machos incordian constantemente a las hembras, que son las que ponen huevos y las que valen dinero de verdad. Es decir: hay que separarlos o se pierde dinero.
A diferencia de los humanos, las aves no llevan falda, pelo largo o barba que los distinga a nivel sexual. ¡Ni siquiera en sus genitales! La cloaca, tanto de machos como de hembras, no es más que una pequeña raja. Sobra decir que clasificarlos es poco menos que imposible. Ejemplo de genitales avícolas (genitales hembra y macho, respectivamente, vistos desde abajo):
_______ ______
Para ello se entrenan los sexadores de pollos durante años, para distinguir unos genitales de otros. Y el modo en que lo hacen es el que sigue: un sexador que empieza de cero se pone a mirar culetes de pájaros. Tras él, el maestro sexador le dice si se ha equivocado o ha acertado. Y así hasta que el error sea casi despreciable. Hasta que haya interiorizado el mirar las partes bajas de los pollitos.
¿Qué hace un escritor?
Conocer lo que hace clic en el cerebro de la gente es importante para el que escribe. Al fin y al cabo, no tiene sentido encontrar las palabras incorrectas para los lectores. Y aporrear una máquina de escribir por si suena la flauta no parece una estrategia aconsejable.
Es por ello que el escritor se entrena durante años en la soledad de su folio, escudriñando con mucho cuidado las partes bajas de las palabras. Estas, al ser observadas desde abajo, parecen todas iguales y poseen la misma forma (las palabras hembra y macho, respectivamente, vistas desde abajo).
_______ ______
Sin embargo, bajo la falda de las palabras se encuentra de todo. Significados relacionales, conceptos anidados, implicaciones políticas, históricas o medioambientales, entre otras. Algunas palabras tienen el culo lleno de mierda hasta arriba, y es casi mejor no tocarlas para evitar furias lectoras. Otras han sido demasiado usadas y, desgastadas, no alcanzan a encajar en el hueco donde las hemos enclaustrado.
Algunas, por el contrario, poseen una belleza innata que casa a la perfección con otras, pero no con todas. Muchas palabras han de ir acompañadas de ciertas expresiones, estructuras o ideas, mientras que otras constituyen comodines que no se deben usar en exceso.
Para eso se entrenan los sexadores de palabras escritores durante años: para distinguir unas reglas de otras, unas estructuras de otras. Y el modo en que lo hacen es el que sigue: un escritor que empieza de cero se pone a mirar los culetes a las palabras. Tras él, las hostias de los lectores le dicen si se ha equivocado o ha acertado. Y así hasta que el error sea despreciable. Hasta que haya interiorizado el mirar las partes bajas de las palabras.
No hay comentarios