Los guerreros más fieros entre los vikingos, eran los denominados BERSKERS, palabra que puede provenir de BERR (desnudo) SERKR (camisa), hay otras teorías más verosímiles, que afirman que proviene de la palabra germana BERR (oso), a causa de que estos guerreros utilizaban en combate pieles de animales, como podían ser las de lobos, osos, etc.
La leyenda cuenta, que al vestir con piel de animal podían mudar su aspecto a dicho animal, como si entrasen en el mundo de los espíritus primigenios de la naturaleza para adquirir la fuerza y la fiereza del animal. Algunos estudiosos del tema, incluso llegan a afirmar que las historias de los berserkers originaron el mito de los hombres lobo.
Antes de entrar en combate, otra de sus armas secretas era llegar a una especie de estado de trance y locura, utilizando hongos alucinógenos, en concreto el conocido como AMANITA MUSCARIA o seta matamoscas, muy extendida por el hemisferio norte.
Para poder utilizar la droga psicoactiva de esta amanita, se necesitaba una preparación específica de la cual, para que la gran toxicidad no afectara negativamente a los guerreros.
Los sombreros de las setas se dejaban secar, y se preparaban en alcohol caliente, probablemente en hidromiel, para acelerar el proceso de absorción e intensificar el efecto en el organismo. Para paliar los terribles efectos secundarios del brebaje, se dice que el primer berserker que bebía la pócima, orinaba al rato de ingerirla, para que sus compañeros pudieran beberla y así eliminar los efectos adversos y toxinas, consiguiendo filtrar solo los efectos que se buscaban. El único guerrero afectado de este modo tan solo sería el primer hombre.
De los 20 a los 40 minutos después de tomar la droga, empezaban a sentir los efectos de la furia y el aumento de poder, que sumado a la fuerza y corpulencia de estos guerreros los hacía temibles. Las sensaciones físicas eran contracciones musculares, locura, sudoración y salivación excesiva, llegando a echar espumarajos por la boca.
El último punto de fanatismo de estas particulares fuerzas de elite legendarias, era pensar que habían sido elegidos por Odín para servirlo en Midgar, la tierra de los hombres, y lo único que deseaban era matar a todos los enemigos posibles y morir en combate por su dios si así se terciaba, para poder ascender a los atrios de Walhalla como grandes guerreros.
A la hora de la batalla, eran utilizados como escudo de protección y como el núcleo duro de los ejércitos vikingos, la punta del ataque y los hombres más temidos por todos los ejércitos enemigos, tanto por su fuerza sobrehumana, su sed de sangre y su indiferencia a su propia muerte.
El efecto psicológico que causaban en las tropas contrarias, debía ser terrorífico, viéndolos morder sus escudos, escupir espuma y aullar como lobos salvajes antes de atacar, sin contar con su corpulencia y aspecto.
Para muchos historiadores, el momento más glorioso de esta unidad de infantería, ocurrió en el puente de Stamford Bridge.
Los vikingos comandados por el rey noruego Harald Hardrada, conquistaron la ciudad de Cork en Inglaterra. Después de la batalla Hardrada pensó que la corona de Inglaterra caería en sus manos con facilidad, y se sintió confiado, llegando incluso a dividir su ejército.
El rey anglosajón Harold Godwinson, no se amedrentó y aprovechó esa laxitud del ejército nórdico, se presentó rápidamente en los campos cercanos a la ciudad, donde descansaban los hombres del norte y los tomó desprevenidos.
Hardrada desesperado, envió a uno de sus berserkers a la salida del estrecho puente para ganar tiempo, y preparar a sus tropas para el combate.
A causa de que el puente era angosto, el ejército anglosajón como mucho podía enviar a hombres de dos en dos, eso jugó a favor del guerrero vikingo, que antes de ser abatido por una lanza, consiguió acabar con la vida de más de cuarenta hombres del rey Godwinson.
Aunque no consiguió el tiempo necesario, y Harald Hardrada fue destruido junto a su ejército. La gesta de este guerrero de Odín fue pasando de boca en boca por todas las tierras vikingas.
Los berserkers, fueron grandes guerreros, casi invencibles por el método de las armas, pero poco a poco fueron diluyéndose con las nuevas creencias cristianas de los nórdicos, hasta que al final acabaron por extinguirse.
Hoy día nos quedan sus gestas, sus hazañas, las leyendas, e indudablemente las Sagas y la Poesía Escáldica.
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