La terapia del «Club de las Sonrisas»

La terapia del «Club de las Sonrisas»

   Tras la Primera Guerra Mundial Budapest no pasaba por su mejor momento y sufrió una trágica epidemia de suicidios masivos. Parte de estos suicidios se le achacaba a una canción, «Gloomy Sunday», compuesta en 1933 por Rezső Seress ‒que por cierto se acabó suicidando‒. Hasta diecinueve suicidios se le achacaron a esta canción según informes de la prensa de la época, y aunque era más una leyenda urbana que otra cosa fue suficiente para conocerla como «Canción suicida de Hungría» y para que las cadenas de radio la prohibieran. Más tarde obtuvo fama mundial al ser versionada por Billie Holiday, pero incluso la BBC prohibió la emisión esta versión por ser perjudicial para la moral de tiempos de guerra.

Analizando diferentes tipos de sonrisas

Analizando diferentes tipos de sonrisas

   Dejando a un lado leyendas urbanas, el alto índice de suicidios en la Budapest de la década de 1930 se debe más bien a factores más tangibles como el hambre o la pobreza. A tal punto llegó la situación que la ciudad pasó a ser rebautizada como «La ciudad de los suicidios». Había tantas personas que se intentaban quitar la vida lazándose al Danubio que las autoridades decidieron mantener botes patrulleros vigilando cerca de los puentes para rescatar a posibles suicidas.

Estudiando la sonrisa de la Mona Lisa

Estudiando la sonrisa de la Mona Lisa

   En este contexto un psiquiatra llamado Profesor Jenö y un famoso hipnotizador conocido como Binczo propusieron en la sección de anuncios de los periódicos un curiosa terapia para enseñar a sonreír y así curar la tristeza. Según informó el diario Sunday Time Perth el 17 de octubre de 1937 la terapia empezó más en broma que en serio pero parece que finalmente se formalizó, creándose el «Club de las Sonrisas», como forma de contrarrestar la locura suicida. Ambos profesionales abrieron una escuela donde enseñaban a entrenar la alegría a través de la sonrisa. No solo se estudiaba la anatomía y la funcionalidad de las sonrisas con carteles ilustrados, sino que también se usaban caretas y máscaras con ganchos para imitar y contagiar determinadas sonrisas.

Paciente consultando el catálogo de sonrisas de famosas

Paciente consultando el catálogo de sonrisas de famosas

   Había distintas tarifas según las dificultades de cada paciente. Por un módico precio los alumnos podían aprender a sonreír como Roosvelt, como la Mona Lisa, como Clark Gable, como Dick Powell o como Loretta Young, entre otros personajes. Como se recoge en un reportaje de la revista Live, del 6 de Septiembre de 1936, aprender a sonreír como Roosevelt puede llegar a costar hasta 500 dólares y se tarda unas seis semanas; en cambio, la sonrisa de la Mona Lisa es más difícil de conseguir pero más barata.

La familia que sonríe unida permanece unida

La familia que sonríe unida permanece unida

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