Amazon-Kindle-Outdoor-Reading   Con la irrupción de los libros digitales en el mundo editorial fueron muchas las voces que se levantaron vaticinando el final de los libros impresos. Esa era la conclusión a la que llevaban las cifras: entre 2008 y 2010 las ventas de eBooks llegaron a dispararse hasta un 1.260%, pero los años han ido pasando y los libros en papel de los de toda la vida no solo están lejos de desaparecer sino que parecen haber aguantado bien el tirón de sus hermanos los digitales. Es más, de acuerdo con datos de la Asociación Americana de Editores, publicados por el New York Times, las ventas de libros digitales cayeron un 14% durante los cinco primeros meses de 2015 con respecto a 2014. Además, en ese año los eBooks representaban el 23% de los ingresos totales del mundo editorial, mientras que en 2015 el porcentaje bajó hasta el 20%. Datos recientes ‒aquí o aquí‒, además, apuntan en la misma dirección.

   Mientras que en otras industrias como la de la música o el cine el gasto de los consumidores ha seguido aumentando, parece que en el sector editorial el soporte digital no llega a cuajar del todo. ¿A qué puede deberse? Publishers Weekly acaba de hacer públicos los datos de una nueva encuesta realizada por la Asociación Americana de Editores y parece ser que detrás de esta tendencia habría principalmente dos factores combinados: una mala experiencia por parte de los usuarios con el tipo de soporte y un fenómeno que se ha venido a llamar fatiga digital.

   En primer lugar, a diferencia de lo que ocurre con la música o o con el cine, en el mundo editorial los dispositivos digitales son opcionales para leer y parece que estos ‒en sus distintas variantes: eBooks, tabletas, teléfonos o relojes‒ no han alcanzado todavía un nivel de calidad lo suficientemente elevado como para equiparar la experiencia de la lectura con la que se tiene un con libro impreso. A esto hay que añadirle el concepto de fatiga digital. Hay que tener en cuenta que los usuarios encuestados pasan de media unas cinco horas diarias delante de una pantalla, lo que explica que un 25% de ellos ‒un 37% de los usuarios entre 18 y 24 años‒ quieran pasar menos tiempo delante de sus dispositivos digitales. Como en los libros sí existe una alternativa física, muchos lectores prefieren recurrir al papel en lugar de a la pantalla electrónica, algo que ocurre especialmente con los grupos de lectores más jóvenes, que son los más proclives a pasar más horas frente a pantallas. Estos datos, por cierto, contrastan con una encuesta realizada por Pew Research en la que se indicaba que los jóvenes son más propensos al formato digital.

   Esa tendencia al estancamiento o a la caída en las ventas de los eBooks con el triunfo de otro tipo de formatos en los que se reivindica un contacto más directo con el libro, como los libros de colorear para adultos, o en los que aún siendo digitales no hay pantalla de por medio, como puede ocurrir con los audiolibros, que en Estados Unidos ya están manteniendo a flote a una parte del sector editorial.

   A cuento de la fatiga digital, Jonathon Sturgeon sugiere en Flavorwire que no es que los jóvenes estén volviendo a los libros impresos cansados de Internet, lo que ocurre es que los libros de papel son una prueba palpable de que el mundo es real. Desde este punto de vista la fatiga digital solo sería una manifestación de la necesidad que tienen los lectores por experimentar el mundo de fuera de Internet.

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