Caperucita ilustrada por Doré

Caperucita ilustrada por Doré

  Al hablar de las metáforas Jorge Luis Borges decía que existe un número muy reducido de modelos, una docena a lo sumo, que admiten casi un número infinito de variaciones. El resto de metáforas serían solo juegos arbitrarios. ¿Es posible trasladar esta idea al conjunto de la literatura y tratar de reducirla toda ella a seis argumentos básicos? En una conferencia Kurt Vonnegut afirmó que las historias que los escritores han desarrollado durante siglos siguen un número determinado de arcos emocionales, que estos pueden tener diferentes formas y que algunas formas son más adecuadas que otras para contar historias. Según se explica en Literautas, el arco emocional, también conocido como arco dramático, «es la transformación de punto de vista que sufre [un personaje] desde el comienzo hasta el final de la historia, los estadios por los que atraviesa y el crecimiento psicológico o emocional que experimenta». Vonnegut trazó varios arcos en su conferencia: «el personaje cae en un agujero, el personaje sale del agujero» o «chico conoce a chica, chico pierde a chica, chico recupera a chica».

   Hasta ahora no había un acuerdo claro del número total de arcos emocionales que existía ‒según los expertos la cifra oscila de tres a treinta‒, pero la ciencia ha querido aportar un punto de vista más objetivo sobre esta cuestión. Un estudio, desarrollado por Andrew J. Reagan y el Laboratorio Computacional de la Universidad de Vermont en Burlington, ha analizado más de 1.700 historias disponibles en el Proyecto Gutenberg y a través de big data ha determinado que cualquier narrativa compleja se construye con seis bloques básicos, seis trayectorias o arcos emocionales. Para determinarlo se ha seguido un criterio binario: ha sido necesario determinar el impacto emocional de las palabras, positivo o negativo, y cómo cambian en cada momento.

   Los seis arcos emocionales ‒o argumentos‒ básicos sería: «de pobre a rico», como en Alicia en el País de las Maravillas; «de rico a pobre» ‒es decir, tragecia‒, algo que ocurre en Romeo y Julieta; «caída y auge», es decir, «personaje en un agujero», como Tifón de Joseph Conrad; «auge y caída», como Ícaro; «auge, caída y auge», que es lo que pasa en Cenicienta; y «caída, auge, caída», cuyo ejemplo sería Edipo.

Arcos emocionales básicos según el estudio

Arcos emocionales básicos según el estudio

   Así mismo, el equipo ha descubierto una correlación entre los arcos emocionales y el número de descargas de la historia en el Proyecto Gutenberg, de forma que es posible determinar qué tipo de arcos son más populares. En concreto, los más populares son los que implican «caída y auge», seguido de «auge, caída y auge» y «de rico a pobre». Esta tendencia permite sentar las bases de un trabajo más ambicioso porque Reagan y su equipo se han basado en obras de ficción de literatura inglesa, pero sería interesante ver cómo los arcos o la predilección hacia ellos varían en función del idioma o de la cultura, o ver la manera en la que han evolucionado con el tiempo.

   ¿Hasta qué punto es posible decir que toda la literatura puede resumirse en seis argumentos básicos? Lincoln Michel, de Electric Literature, publicó un artículo en el que exponía serias dudas acerca de la legitimidad del análisis. «Los científicos han extraído información de 1.700 historias para decirnos lo que ya sabíamos», afirma Michel. Al fin y al cabo, no dista mucho de los análisis que Vladímir Propp hizo en su Morfología del cuento, publicada en 1928, y que reducía unos cien cuentos a 31 elementos recurrentes, sus famosas funciones. O de los estudios narratológicos, en el marco del estructuralismo y de la semiótica, que tuvieron lugar a finales de los 60 con figuras como Tzvetan Todorov, Greimas, Gérard Genette,o Roland Barthes. La única novedad que aporta el estudio de Reagan es la garantía de que los resultados están avalados por un software que se supone que es más objetivo.

   Ya solo el método en sí para hacer el análisis es cuestionable porque implica asignar a cada palabra un matiz positivo o negativo, sin tener en cuenta que este puede cambiar dependiendo del contexto. Esto permite reducir incluso más, a dos, los arcos emocionales básicos, entendidos como movimientos posibles: ascendente y descendente. Estructuralismo puro.

   Además, intentos como este por simplificar al máximo un fenómeno tan complejo como es la literatura, que no es sino un reflejo de la complejidad emocional humana, no nos dice nada útil sobre ella, no nos dice cómo funcionan las historias o cómo afectan a los lectores las diferentes narrativas, cómo fueron escritas las grandes historias o qué significados tienen. En palabras de Michel, son solo trucos de salón que generalizan y simplifican hasta el extremo de caer en lo absurdo. La auténtica pregunta no sería si es posible resumir toda la literatura en seis argumentos básicos, sino si verdaderamente es necesario hacerlo.

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