Incluso para los que están en contra del juego es imposible de negar: el lanzamiento de Pokemon Go ha desatado un fenómeno viral de magnitudes planetarias. Es probable que sea una moda pasajera, pero a estas alturas la aplicación de realidad aumentada diseñada por Nintendo y Niantic ha conseguido sacar ya a millones de personas a las calles, móvil en mano, dispuestos a cazar a cientos de criaturas. Son muchas las empresas que han visto en Pokemon Go una forma de hacer dinero y han tratado de implementar el juego en su estrategia de marketing. Eso explica que lo veamos hasta en la sopa.
El mundo del libro, por supuesto, no se ha mantenido al margen de esta moda. Más allá de invertir en módulos Cebo, si es que una librería tiene la suerte de que haya una pokeparada cerca, y así poder atraer a posibles clientes, Aveline Gregoire, una maestra de escuela primaria de Bélgica, ha inventado la versión librera de Pokemon Go.
No se trata de ninguna aplicación que utilice GPS. El sistema de juego es mucho más casero, aunque aprovecha algunas de las ventajas de Internet. Aquellos que quieran jugar tendrán que registrarse en un grupo de Facebook llamado Cazadores de libros. Gregoire escondió un montón de libros por toda su ciudad e invitó a los usuarios del grupo a buscarlos. Desde el grupo se les dan pistas a los participantes para que puedan cazar los libros. Después de haberlo encontrado, una vez leído, los usuarios deberán dejar el libro en otra ubicación y a continuación compartir pistas sobre dónde se encuentra el libro. Y así sucesivamente. Las pistas pueden incluir una fotografía o el nombre, más o menos concreto, del lugar donde se encuentra el libro.
Quizás no alcance la viralidad del original Pokemon Go, pero con casi 50.000 usuarios en la página de Facebook, puede decirse que ha sido todo un éxito. Y aunque el juego esté bastante limitado geográficamente, la sencillez de sus normas, basadas principalmente en Facebook, hacen que pueda reproducirse en cualquier parte del mundo.
Hay que reconocer que si hablamos de libros «hazte con todos» nunca había sonado tan bien.
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