El Demacre de Juan Muñoz Flores

El Demacre de Juan Muñoz Flórez

   En la esquina izquierda, El Demacre, ópera prima de Juan Muñoz Flórez, editada por Amarante en 2016. En la esquina derecha, la superproducción de Sony Pictures TV, emitida originalmente por AMC a partir de 2008. Aparentemente resultaría un contrasentido establecer cualquier clase de comparativa entre ambas. El formato es distinto. Las diferencias en presupuesto e inversión son abismales, así como las posibilidades de difusión. Breaking Bad se ha convertido en un icono para ciertos sectores sociales, hay merchandising disponible, actualmente se está emitiendo un spin off basado en uno de sus personajes secundarios. Todo el mundo ha oído hablar de Walter White. Y seguramente El Demacre pasará sin pena ni gloria por las manos de cien, a lo sumo doscientas personas, para poco a poco caer en el olvido y quedar como un bonito recuerdo para el autor y sus familiares, amigos o conocidos. No veréis camisetas con el nombre del Diego, el Chi o el Richi. Se trata de un combate desigual. Utilizando un lenguaje algo más cercano, se diría que mezclo churras con merinas. Sin embargo, estoy convencido de que la obra de Muñoz Flórez está a la altura de una producción como Breaking Bad en lo referente a construcción de personajes, diálogos o trama argumental, que existen puntos en común y puntos de divergencia entre ambas, y eso es lo que intentaré demostrar en las líneas que siguen.

   Lo primero sería indicar que ambas, como producto artístico, son absolutamente recomendables. No descubro nada hablando de Breaking Bad, pero en cuanto a El Demacre, resulta sorprendente encontrar una obra tan bien construida, tan elegante, tan controlada. El autor sabe lo que hace en cada momento. Cada palabra está donde debe estar, cada frase, cada descripción de cada escenario. Lo cual no es habitual en un autor novel, y se agradece muchísimo, tal como se encuentra el panorama literario español actualmente.

   Por otro lado, ambas destacan por el uso inteligente de los diálogos. Ambas entretienen. Las tramas y las subtramas son verosímiles y tienen sentido. Ambas son dinámicas, ágiles y mantienen la tensión del espectador o el lector. Ambas son capaces de sorprender y generar efectos inesperados. Y por encima de todo, ambas tienen un mismo hilo temático: tratan sin ambages el tráfico de drogas y la manera como los personajes se enfrentan a ella.

Walter White

Walter White

   Me explico: no se trata sólo de hablar de drogas, sino más bien del contenido legal, pero sobre todo moral, implícito en dicha temática. Todos sabemos que las drogas son malas. Nos lo han dicho desde pequeños. No aceptes caramelos de desconocidos. Ten cuidado a ver si te van a echar algo en la copa. Etcétera. Seguramente el punto excepcional en una serie como Breaking Bad sea ese, el mero mostrar la droga, y ocurre exactamente lo mismo en el caso de El Demacre. Ambas ponen en cuestión el heurístico aprendido acerca de las drogas. Sin embargo, la manera como lo cuestionan es radicalmente distinto.

   Walter White, profesor de química en un instituto, tiene cáncer de pulmón. Con el objeto de dejar algo de dinero a su familia, poder pagar la universidad de sus hijos, el seguro médico, o la casa, decide utilizar sus conocimientos de química para producir metanfetaminas. Diego Valente, doctorando en Filología Clásica, perdidamente enamorado de Deyanira, decide comenzar a traficar con cocaína, cristal o speed porque según su criterio es una opción más loable que mantener, o buscar, un trabajo estable con el que mantenerse. Así, por distintos motivos, encontramos a los dos protagonistas en un contexto que no les pertenece, un mundo que no conocen y en el que a marchas forzadas tendrán que aprender a desenvolverse.

   Ahora bien, el punto radical de divergencia es el siguiente: en el caso de Breaking Bad existen unos principios morales claros, existe una distinción estructural entre lo bueno y lo malo, perceptible por el espectador. Sin embargo, en el caso de El Demacre, tales principios quedan diluidos por la moral propia del protagonista, o más bien, por una escala de valores propia en la que sólo prima el interés del individuo, con todas sus contradicciones. Walter White transita constantemente por la línea que divide lo bueno de lo malo, el cielo y el infierno, los sentimientos nobles y las bajas pasiones. Diego Valente es a la vez y en el mismo sentido cielo e infierno, bueno y malo, noble y corrupto. White viola la norma, porque la norma existe previamente. Diego inventa otras normas, otros códigos, otros principios. Lo cual es más interesante de lo que pudiera parecer, y exigiría una reflexión más profunda. Seguramente el enfoque moral de El Demacre sea tan radical que no podía redactarse sino en clave de humor. Breaking Bad tenía que ser un drama porque de alguna manera, y paradójicamente, refuerza los códigos aprendidos. Quizás en este caso el humor tenga más potencial crítico que el drama, es sólo una idea.

Camiseta Breaking Bad

Camiseta Breaking Bad

   Y quizás, y sólo quizás, tenga algún sentido que al caminar por la calle nos encontremos con camisetas homenajeando a Breaking Bad, y que una obra como El Demacre pase desapercibida. Al fin y al cabo, a nadie le interesa romper con los códigos aprendidos, las estructuras de dominación y opresión, y menos a quienes están en la parte alta del escalafón social. Nadie produciría una serie basada en El Demacre, sería como pegarse un tiro en el pie o morderse la mano. Aunque quizás toda esta reflexión no sea más que una rabieta de niño pequeño, por aquello de que, bueno, yo también escribo y también paso desapercibido. Lo dejo a vuestro criterio. En cualquier caso, Muñoz Flórez escribe bien, escribe muy bien, y El Demacre merece una oportunidad. Los guionistas de Breaking Bad lo tenían un poquito más fácil, estaba todo el dinero ahí, todos los medios, infinitas posibilidades de promoción y distribución.

   Curiosidades de la serie, la meta azul en realidad era azúcar. Guiño, guiño.

   Guiño.

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