1. Qué le pasa al ser humano en completo aislamiento

   Una de las cosas que más ha captado mi curiosidad en los últimos años vagando por internet son los experimentos de aislamiento voluntario a los que se sometieron diversos científicos muy pero que muy valientes. Estos aislamientos, de los que fue pionero el espeleólogo francés Michel Siffre, sirvieron a un propósito claro: investigar sobre el cuerpo humano y sobre los ritmos internos que sufre nuestro organismo cuando nos vemos aislados del mundo exterior por largos períodos de tiempo. Esta es una premisa para mí muy interesante que me levanta gran curiosidad, y fue debido a ella, que tuve el impulso de investigar sobre estos experimentos hace unos años. Desde entonces no he podido olvidarlos, y me gustaría compartir con vosotros algunos de los casos más increíbles de los que se tiene constancia.

   Vamos a remontarnos al año 1962, cuando Michel Siffre estaba organizando una expedición biológica en los Alpes y decidió llevar a cabo una idea que le rondaba desde hacía tiempo: «Vivir como un animal en la oscuridad sin saber la hora». Dispuesto a ello, se metió en una cueva helada de Scarrasson y para cuando salió habían transcurrido 61 días. Él, en realidad, creía haber estado 34 días, casi la mitad del tiempo total. Se percató, además de esta notoria pérdida de la noción del tiempo, de que su cuerpo había mantenido unos ritmos propios de sueño y vigilia, y así fue como este suceso creó las bases de lo que más tarde acabaría conociéndose como la cronobiología.

2. Michel Siffre en uno de sus experimentos

Michel Siffre en uno de sus experimentos

   La cronobiología hoy día es la ciencia que estudia cómo oscilan las distintas variables de un organismo a lo largo del tiempo. Por ejemplo, en el interior de nuestro organismo se repiten una serie de oscilaciones en períodos de 24 horas, lo que se denomina ritmo circadiano, y es este el mismo que regula multitud de procesos diarios a través de un “marcapasos” propio, gracias a nuestro reloj interno. Es decir, es lo que hace que estemos habituados a dormirnos al llegar a cierta hora del día, despertar a otra, etc. El correcto ajuste de este reloj nos permite mantener un estado de buena salud.

   A estas conclusiones llegaron personas como Siffre con sus experimentos. Entre 1962 y 1972, el espeleólogo francés realizó más de 150 experimentos de aislamiento en un búnker subterráneo artificial, con duraciones cortas aproximadas a un mes. Pero en 1972 quiso regresar a una cueva real, esta vez en Texas, para introducirse en la Cueva de la Medianoche un total de 205 días. En esta ocasión se descubrieron cosas como que para contar 120 segundos, él tardaba un total de 5 minutos. Años más tarde, el 30 de noviembre de 1999, y con 60 años, se internó en la cueva Clamouse para someterse al experimento con nuevas tecnologías y a mayor edad. Salió de ella el 14 de febrero del año 2000.

   Sin embargo, y aunque pueda parecer mentira, el italiano y también espeleólogo, Maurizio Montalbini, llegó a pasar más tiempo aislado que Siffre. Montalbini ganó fama en 1986 con su aislamiento en la Cueva del Viento, en Gengaen, al pasar un total de 210 días recluido a 182 metros de profundidad, lo que arrebató el récord del francés Siffre. Montalbini, a pesar de eso, dijo que su interés no era batir ningún récord, sino desafiar su propia fuerza de voluntad. Allí dentro se comunicaba a través de código morse, se alimentaba con píldoras, café, té y latas de conserva, y tenía una lámpara que apenas iluminaba. No contento con sus hazañas, Montalbini repitió en condiciones similares el experimento durante un año completo en 1993, y batió esta vez su mayor récord. Lo más increíble es que cuando salió al exterior, pasados 366 días, según sus cálculos, él creía haber estado en realidad 219 días aislado.

3. Maurizio Montalbini

Maurizio Montalbini

   Pero, ¿y si os dijese que ese ni siquiera es él récord más grande registrado hasta la fecha? Pues sí, al parecer, si mis datos no fallan, el récord guinness de mayor tiempo en aislamiento lo tiene Milutin Veljkovic, quien pasó (ojito al dato), 463 días en la cueva de Samar, durante 1969 y 1970. Montalbini quiso en 2006 llevar a cabo el experimento de mayor duración hasta el momento, ya que su intención era aislarse en la Grotta Fredda, en Italia, durante los tres próximos años. No obstante, tras 216 días, el italiano decidió interrumpir el experimento. Salió en un buen estado de salud, pero había perdido 21 kilos de peso por el camino.

   Todos estos experimentos influenciaron a muchos otros curiosos, entre ellos Stefania Follini, una de las mujeres que más aportó en el campo de la cronobiología. Entre sus logros, se encuentran el haber pasado 130 días en una cueva sellada en Nuevo México. Como en casos anteriores, Stefania también pensó haber pasado menos tiempo del real, y además, en su caso particular, afirmó que en varias ocasiones su ciclo menstrual se llegó a detener.

   Entre muchos otros detalles, se ha ido llegado a varias conclusiones y factores que siempre están presentes en estos experimentos. Uno de los más interesantes es que nuestro ritmo circadiano cambia al no estar en contacto con el exterior y la luz solar. Se pierde la noción del tiempo y los períodos de vigilia y sueño ocupan más de lo habitual, entre 26 y 28 horas, pudiendo alcanzar incluso las 48 horas, es decir; 36 horas despierto y 14 dormido, con fases REM mucho más largas de lo normal. Además se ha comprobado que la temperatura corporal más baja aparece al principio del sueño, y no al final, como es lo corriente. Y también a veces se han descrito diferentes alucinaciones.

   Desde que allá por 1962, Michel Siffre se atreviera a llevar a cabo su idea, aparentemente descabellada, los humanos hemos aprendido mucho en el campo de la cronobiología. Y estoy seguro de que aún hay espectro para nuevos descubrimientos. Parece no existir un límite, y eso me resulta fascinante. Lo que al final queda claro es que necesitamos sentir la luz solar, sentir que hay movimiento ahí fuera, comprobar el paso de las horas, porque si no sentimos nada de esto, la soledad y la oscuridad nos engullen… Porque como dijo el propio Siffre: «Cuando uno está rodeado por la noche, con tan sólo una bombilla de luz, la memoria no captura el momento. Se le olvida. Después de uno o dos días, uno no recuerda lo que ha hecho un día antes. Además de eso todo es totalmente negro. Es como un largo día interminable».

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