Son muchos los misterios que rodean la vida de William Shakespeare y muy pocas las certezas que tenemos sobre ella, lo que ha generado multitud de leyendas urbanas sobre su verdadera identidad. Por no saber, ni siquiera se tiene seguridad sobre cómo era su rostro de verdad porque ninguno de los retratos que se conservan son cien por cien fiables, lo cual no ha impedido que todos tengamos una idea exacta de cómo debía ser el Bardo de Stratford-upon-Avon. Hace un año un historiador afirmó haber descubierto en un libro de botánica un nuevo retrato de Shakespeare, que según él sería el primero que habría sido realizado en vida del autor. Aunque el verdadero rostro de Shakespeare podría estar más cerca de lo que parece. En concreto, en la pintura más recurrente y más reproducida de Shakespeare: el Retrato Chandos.
Aunque generalmente atribuido a John Taylor, el artista y la autenticidad del Retrato Chandos está sin confirmar. Durante muchos años ha sido considerado el retrato más verosímil del escritor, porque se pensaba que era el único que había sido realizado en vida ‒hay quien piensa que incluso podría haber posado para él‒. O al menos así fue hasta que en 2009 fue presentado el Retrato Cobbe, que perteneció a la familia de ese mismo nombre desde comienzos del siglo XVIII y se consideraba que fue realizado hacia 1610. Sin embargo, el Retrato Chandos, que debe su nombre por haber pertenecido a James Brydges, primer duque de Chandos, no guarda ningún parecido con el busto del dramaturgo erigido en la iglesia de la Sagrada Trinidad tras su muerte ni con el joven Shakespeare de la cubierta del First Folio. Además, no existen pruebas documentales que certifiquen su verdadera fisionomía.
Una de las curiosidades del Retrato Chandos es que fue la primera pintura donada a la Galería Nacional de Londres después de haber sido fundada en 1856. Pero antes de entrar en la Galería el retrato pasado siglos colgado del Duke’s Theater de Londres. Durante los siglos XVII y XVIII el retrato, que sirvió de base para innumerables grabados y pinturas de Shakespeare, fue sometido a varias limpiezas y restauraciones, que produjeron más mal que bien. «Los primeros restauradores hicieron cambios en los detalles, como el alargamiento de la barba y del pelo. Los retoques lo han decolorado, sobre todo la frente. El barniz se ha deteriorado, dando a la imagen un tono más oscuro y amarillo», declara Martin Bailey para el Art Newspaper.
Restaurar el Retrato Chandos con las técnicas actuales podría darnos una idea más exacta del verdadero rostro de William Shakespeare. Pero no es una tarea sencilla, porque no basta con quitar el barniz decolorado que recubre el lienzo, hay que encontrar la delgada línea que separa la pintura original de los añadidos posteriores. Y teniendo en cuenta la manera en la que este retrato ha influido en la imagen que tenemos de Shakespeare, quitarle parte del pelo y quizá toda la barba no es una idea que haya que tomar a la ligera. De momento la Galería Nacional está barajando la posibilidad de restaurar el retrato para sacar a la superficie al verdadero Shakespeare pero es posible que no tomen una decisión hasta el verano de 2017. Es posible que a partir de entonces no podamos volver a ver el Retrato Chandos como es en la actualidad.
Hola,
Es muy interesante todo lo relacionado a Shakespeare porque aún hay mucho misterio, recuerdo que incluso hay una teoría que afirma que Shakespeare no escribió nada y solo fue un prestanombres; sea como sea, la figura y legado es innegable.
Saludos 🙂