Hace unos días hablábamos del último estudio realizado por el Pew Research, que indicaba la excelente situación en la que se encuentra el libro impreso frente al digital. Otro de los aspectos que se han tenido en cuenta en ese mismo estudio ha sido el del papel que desempeñan las bibliotecas y las conclusiones parecen indicar que se consideran un recurso vital dentro de las comunidades en las que se encuentran.
La encuesta, llevada a cabo a lo largo de dos meses durante la pasada primavera, muestra que más de la mitad de los estadounidenses de más de 16 años, en concreto un 53%, la utilizaron en el último año. Los usuarios más habituales son personas con estudios universitarios, mujeres, padres y adultos jóvenes de 16 a 29 años. En el extremo opuesto, uno de cada cinco estadounidenses, un 19%, afirmó que nunca habían visitado una biblioteca.
Casi dos tercios de los encuestados respondieron que habían hecho un uso tradicional de las bibliotecas: para sacar libros impresos, sentarse a leer, estudiar o utilizar determinados medios de comunicación, sobre todo la prensa. Sin embargo, cada vez es más frecuente que haya personas que hagan otro tipo de uso de las bibliotecas. Para las comunidades jóvenes, de color y de baja estrato socioeconómico, las bibliotecas se han convertido en un importante punto de acceso a ciertas tecnologías. A través de ellas pueden entrar en contacto con ordenadores y redes WiFi gratuitas, lo que les permite llevar a cabo actividades como hacer trabajos académicos,consultar su correo electrónico, buscar trabajo, etc. Es por eso que seguramente una gran parte de los encuestados afirmaron que uno de las líneas de actuación de las bibliotecas debería ser la de seguir ampliando y mejorando sus recursos tecnológicos. En concreto, más del 80% opina que deberían ofrecer programas para desarrollar habilidades digitales y más de la mitad piensa que tendrían que ofrecer orientación en el uso de nuevas tecnologías, como pueden ser las impresoras 3-D.
En general las bibliotecas se consideran como espacios capaces de ofrecer oportunidades educativas para las comunidades, así como lugares seguros a los que recurrir en momentos de crisis. No sorprendente, pues, que un 66% de los encuestados piense que el cierre de una biblioteca tendría un impacto negativo en la comunidad, datos que son muy parecidos a los que se obtuvieron el año pasado.
Es cierto que este estudio ofrece de la situación de las bibliotecas en Estados Unidos, pero si nos trasladamos a España, según el último Análisis del Mercado Editorial de España de la Federación de Gremios de Editores de España, las bibliotecas también están en alza. El número de usuarios inscritos creció un 7,0% entre 2012 y 2014, alcanzando los 21,81 millones de personas. Así mismo, los usuarios valoran su satisfacción con respecto al servicio ofrecido por las bibliotecas, tanto en su variante física como en la virtual, en un 8 sobre 10, una valoración que crece a partir de los 35 años. En el último año el 25,6% de los encuestados había utilizado la biblioteca, bien de forma presencial o bien a través de Internet, lo que supone una subida de casi un punto respecto a la estadística anterior de 2010 y 2011. Aun así, más de la mitad de encuestados afirmó no haber asistido nunca o casi nunca a una biblioteca.
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