Aunque los orígenes ‒un tanto oscuros‒ de los libros de colorear para adultos puedan remontarse a la década de los sesenta, el boom que los puso de moda no se produjo hasta el 2013, con la publicación de El jardín encantado de Johanna Basford, un libro que se puso en lo más alto de la lista de ventas en Amazon con más de un millón y medio de copias vendidas. Sus siguientes libros, El bosque encantado y El océano perdido, se convirtieron rápidamente en nuevos éxitos de ventas, tanto es así que esta ilustradora escocesa pasó a ser conocida como la «Reina de colorear». En muy poco tiempo los libros de colorear para adultos demostraron ser un negocio muy rentable para el sector editorial. Las cifras se dispararon en un solo año: en 2014 se vendieron en Estados Unidos un millón de ejemplares, mientras que en 2015 las cifras ascendían a la demencial suma de doce millones. Tan populares se han hecho que incluso han hecho que haya escasez de lápices de colores.
Sobre los libros de colorear para adultos se ha hablado mucho de sus beneficios a nivel psicológico. Se han vendido como terapia relajante, contra el estrés, para conseguir una adecuada relajación e incluso un mayor control emocional, para mejorar la concentración y potenciar la coordinación psicomotriz y, en definitiva, como una forma para encontrar estímulos y refuerzos positivos. Al colorear conseguimos entrar en contacto con nuestro yo más profundo y centrarnos en nuestras emociones, logramos sacar al niño interior y conseguimos ser más libres.
Antes de 2013 a los libros de colorear para adultos ya se le estaba dando un uso terapéutico en Francia, como una manera de redescubrir la creatividad perdida. Fue el psiquiatra, médico y ensayista suizo Carl Gustav Jung uno de los primeros en señalar la utilidad del arte de pintar y dibujar como mecanismo de expresión y liberación. Sin embargo, no hay que confundir este tipo de libros, los de colorear para adultos, con la arteterapia, entendida esta en su sentido más estricto. Como no se han llevado a cabo todavía investigaciones que analicen en profundidad los beneficios para la salud de estos libros, la American Art Therapy Association advierte que aunque pueden ser útiles no deberían reemplazar los servicios de arteterapia llevados a cabo por un profesional.
Según la terapeuta neoyorkina Nadia Jenefsky el tipo de persona que recurre a los libros de colorear para adultos son aquellos que tienen necesidad de ser creativos pero no se ven a sí mismos como artistas ni piensan que tienen capacidades artísticas. Es cierto que colorear activa la creatividad y hace que nos volvamos a sentir como niños otra vez, pero también lo es que un libro para colorear no deja de ser un freno para la creatividad de un niño. Para estimular su creatividad de verdad, la natural, lo ideal es partir desde cero. Nada de líneas ni de patrones establecidos. Pero los adultos, estresados ya de por sí si es que recurren a este tipo de materiales, pueden sentirse abrumados ante la página en blanco. Por eso, lo más que se les pide es que sigan dócilmente las líneas prefijadas, sin salirse del margen.
Ese es, precisamente, uno de los matices que separan este tipo de libros de la arteterapia. Un estudio publicado por la revista Psychological Science en 2012 afirmaba que cualquier actividad repetitiva y desprovista de una intención determinada, que puede ser ejecutada de forma inconsciente, tiene la capacidad de desarrollar la creatividad. Lo mismo da si es tejer, pasear o colorear.
No es que colorear no ayude ‒porque es evidente que sí lo hace‒ pero tal vez sería más conveniente tomar una página en blanco y probar a hacer tu propia mandala, o quizá dejar que la creatividad fluya de verdad y pintar lo que el cuerpo y el alma necesiten expresar. Esa es la manera más segura de sentir los beneficios terapéuticos del arte.
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