En plena era digital, cuando soportes de información tradicionales como la Enciclopedia Británica han quedado obsoletos y con herramientas que permiten una construcción social y colaborativa del conocimiento, cuyo máximo exponente es la Wikipedia, dedicarle 150 años a elaborar un solo diccionario parece una empresa quijotesca. Y seguramente el Thesaurus Linguae Latinae, más conocido por sus abreviaturas de ThLL o de TLL, tenga mucho de quijotesco, pero cómo no iba a tenerlo una obra que se propone el ambicioso propósito de abarcar desde los orígenes de la lengua latina con las primeras inscripciones del siglo VI a.C. hasta Isidoro de Sevilla en el siglo VIII d.C.
La empresa, auspiciada por el gobierno alemán, comenzó en 1894, lo que significa que a día de hoy suma nada más y nada menos que 122 años. El ingente trabajo que hay detrás de este diccionario no es para menos. Para elaborarlo el equipo de investigadores tiene que registrar y catalogar cada palabra y su correspondiente pasaje que aparezca en cualquier trozo de papel o grafiti, proveniente de poemas, textos legales, discursos, recetas culinarias, lápidas, placas, etc., y a continuación elaborar para cada palabra un exhaustivo artículo que incluya sus distintos usos, su significado y cada una de las inflexiones documentadas. Este método de trabajo ha hecho que las distintas generaciones de investigadores que se han dedicado al proyecto hayan acumulado cientos de cajas con miles de papeles cada una. De hecho, lo normal es que cada palabra tenga al menos una caja, y hay palabras como por ejemplo «res» ‒«cosa»‒ que llegan a acumular hasta dieciséis cajas.
La fecha prevista de finalización del proyecto es el año 2050, aunque algunos de los investigadores al frente del diccionario piensan que es una fecha ambiciosa. Así, si se cumpliera el pronóstico más optimista, el diccionario se habría completado exactamente en 156 años. Hasta el momento se han publicado los tomos desde la A hasta la M, además de la O y la P, y está previsto que aparezcan próximamente los volúmenes N y R. El orden de aparición de los volúmenes trata de ser alfabético en la medida de lo posible, pero la N tenía una mayor cantidad de palabras más largas, lo que hizo que el trabajo se complicara y que la O y la P aparecieran antes. Además, el equipo trabajaba al mismo tiempo con la R. Un trabajo que se vio paralizado por las dos guerras mundiales y que fue retrasado por la división de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial.
Una vez que haya terminado cada letra del abecedario tendrá su propio volumen y cada palabra su artículo, además de la infinidad de conexiones entre ellas, lo que convertirá el Thesaurus Linguae Latinae en la obra de referencia más exhaustiva, completa y minuciosa que existe. ¿Está justificado el desmedido esfuerzo que hay detrás de semejante empresa? Este diccionario no se concibe solo para ayudar a los estudiantes a entender la cultura clásica y a los expertos a saber cómo se propagó la cultura, es la conclusión en forma de libro de que para saber cómo hemos llegado donde estamos hay que conocer bien una lengua como el latín. Generaciones de investigadores han dedicado toda su vida a ello, incluso sabiendo que morirían sin ver completos los resultados de su trabajo. Incluso cuando se publique el volumen final y aparentemente el diccionario esté completo, teniendo en cuenta el tiempo que habrá empleado en terminarlo, es probable que haya que volver al primer tomo para revisar y actualizar todo lo publicado. Una quijotesca tarea que habría dado para un buen relato borgiano.
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