Hubo una época en la que las historias que se contaban a los niños estaban llenas de una crueldad y una violencia inimaginables, incluyendo violaciones, asesinatos, vejaciones, torturas, canibalismo y un sinfín de horrores más. Muchos de esos cuentos fueron rescatados de la tradición oral por Charles Perrault o por los hermanos Grimm entre los siglos XVII y XIX y a lo largo del siglo XX se fueron edulcorando, en gran medida a través de la factoría Disney, porque se consideraba que esas retorcidas tramas no eran demasiado apropiadas para niños.
Según declaró la psicóloga Emma Kenny para el diario The Guardian, aparte de que sentir miedo es una respuesta natural en el ser humano, ayuda a desarrollar la capacidad para recuperarse. El miedo es un elemento que forma parte de la vida y tarde o temprano los niños entrarán en contacto con él, por lo que envolverlos constantemente entre algodones puede ser contraproducente. Leer este tipo de historias puede ser útil para saber cómo afrontarlo cuando se presente. ¿Cómo puede sentirse seguro o protegido una persona frente a determinados riesgos si no ha aprendido a sentir y a gestionar el miedo?
En esa misma línea, la librería online The Book People realizó una encuesta a un total de 1.003 padres del Reino Unido y llegó a la conclusión de que uno de cada tres padres suelen evitar las lecturas que contienen personajes que dan miedo. Un 78% afirmó los personajes malvados ayudan a los niños a distinguir entre el bien y el mal, un 53% puntualizaron que estos libros pueden ser útiles para aprender a afrontar situaciones difíciles y un 48% consideraron que pueden servir para conquistar miedos. Los personajes de ficción más aterradores eran, por orden, la Bruja Mala Del Oeste de El maravilloso mago de Oz, el Capturador de niños de Chitty-Chitty Bang Bang, el lobo feroz de Caperucita Roja, la Gran Bruja de Las brujas de Roald Dahl y Cruella de Vil de Ciento un dálmatas.
En realidad, la teoría de Emma Kenny explica ese sadismo que está tan presente en muchos de los antiguos cuentos infantiles de la tradición oral. Bruno Bettelheim, que hace un exhaustivo análisis de este fenómeno en Psicoanálisis de los cuentos infantiles, afirma que esa crueldad es necesaria porque de otro modo los niños no sabrán que el mundo que les rodea puede ser cruel. Es lógico que los padres quieran apartar a sus hijos de lo que más les preocupa, «pero este mundo de una sola cara nutre a la mente de modo unilateral, pues la vida real no siempre es agradable».
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