Recorte del The Gaffney Ledger, del 4 de enero de 1980

Recorte del The Gaffney Ledger, del 4 de enero de 1980

   Si en una misma persona combinas un poco de misterio con grandes dosis de celebridad el resultado puede ser explosivo. Y William Shakespeare tenía todas las papeletas para ser el blanco de muchas leyendas urbanas, completamente infundadas o levemente basadas en pruebas algo forzadas. Hay teorías de todos los colores y para todos los gustos. Desde poner en duda la autoría de sus obras o el hecho de podría haber escrito algunas de sus obras estando fumado hasta la posibilidad de que su cráneo hubiera sido robado de su tumba o, incluso, que él y Miguel de Cervantes fueran la misma persona. Una más es que podría haber sido el traductor de los Salmos en la versión de la Biblia del rey Jacobo, una de las traducciones canónicas de los textos bíblicos al inglés.

Salmo 46, con la clave marcada

Salmo 46, con la clave marcada

   En 1902 una persona desconocida apunta esta posibilidad en The Publishers’ Circular basándose en el hecho de que Shakespeare habría dejado una señal en el salmo 46, indicándonos su autoría. El número del salmo es la prueba principal para demostrar esta hipótesis. En el nombre de Shakespeare hay cuatro vocales y seis consonantes seis, lo que nos da como resultado el número 46. En el original de la Biblia del rey Jacobo la palabra «spear» fue escrita realmente «speare», lo que en principio parece contradecir la idea de que hay cuatro vocales en el nombre de Shakespeare, pero concedamos que a lo largo de la historia han existido una gran cantidad de formas de escribir el nombre del autor inglés.

   Además, si se cuentan 46 palabras desde el principio del salmo llegamos a la palabra «shake» y si contamos 46 desde el final llegamos a la palabra «spear», eso sí, sin contar la última palabra, «Selah», porque la demostración tampoco podía ser redonda. Una última coincidencia con este número es que Shakespeare tendría 46 años en 1610, que es de cuando se estaba terminando la traducción.

   Según esta teoría Shakespeare ayudó en la traducción de la Biblia del rey Jacobo y quiso dejar una señal para que los más suspicaces se percataran de su participación. Aunque incluso si diéramos por válidas las rocambolescas pruebas que sustentan la teoría, es imposible saber si el traductor de los Salmos simplemente era un admirador del Bardo que quisiera rendirle un homenaje por su 46 cumpleaños.

Otro recorte de prensa, del Arizona Republic, del 15 de mayo de 1976

Otro recorte de prensa, del Arizona Republic, del 15 de mayo de 1976

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