Soy consciente de que para muchos de vosotros los robots son algo tan tan del futuro que los nietos de vuestros nietos bien podrían tratar este mismo tema. Sin embargo, la Comisión Europea se toma el asunto tan en serio en el presente como para presentar un proyecto que cuestione las normas del Derecho Civil sobre los robots.

   Parece que no queda demasiado para que estos hagan mucho más de lo que nos tienen acostumbrados (hasta ahora, tareas mecánicas), como escribir un libro. Y aquí se plantea alguna que otra duda de cara a la autoría. Vamos a imaginar…

Si tecleamos nosotros el mérito es nuestro

   Nos sentamos frente a una máquina de escribir o un ordenador y tecleamos durante horas. Tras mucho esfuerzo, una pila de papel impreso descansa a nuestro lado. Hemos terminado de escribir algo, y somos perfectamente conscientes de que ese algo es de nuestra autoría.

   Nosotros lo hemos escrito y ha salido directamente de nuestro cerebro usando nuestras manos. ¿Quién podría cuestionar que el dueño de la idea es el autor? Según las leyes actuales de Copyright Internacional, nadie. Pero claro, este es el caso fácil. Se complica.

   Aunque parezca un aparte bobo diré que como paralelismo (se entenderá más adelante, espero), si cocino yo puedo considerarme cocinero o autor de la comida.

Si dos personas escribimos, el mérito es nuestro

   Nuestro, esta vez, en plural. Imaginemos que, haciendo uso de tecnología de edición en paralelo (no, por desgracia las máquinas de escribir no disponen de esta función) y escribimos una segunda pila de folios.

   Por un lado, vuelve a parecer evidente que la autoría es de los que han tecleado, y solo ellos parecen poder resolver cuál de los dos autores aparecerá resaltado en la portada. Así como posibles problemas legales futuros, que tendrán que quedar bien atados durante el proceso de edición.

   Siguiendo el ejemplo de la cocina planteado arriba, si ahora cocinamos dos personas parece fácil decir que los cocineros son ambos. No pocos restaurantes rotulan con dos apellidos sus frontales.

Cocinar con un robot de cocina

   Pasaré de los libros a la cocina durante unos segundos. Al fin y al cabo no son tan diferentes: una persona plantea mentalmente lo que desea crea y, con mayor o menor éxito, lo compone desde una serie de piezas básicas usando algún tipo de estructura.

   Pero, ¿qué pasa si usamos un robot de cocina? ¿Sigue siendo nuestra (del cocinero) la autoría? Creo que ninguno de nosotros acusaría a un familiar suyo de no haber cocinado algo si ha usado un robot de cocina. En su lugar, probablemente, digamos que la sopa estaba muy buena. Pero claro, un robot no es una persona, es un asistente descerebrado.

Que cocine o escriba un alumno

   Vamos a suponer que, ahora, el que escribe es un alumno nuestro, y que nosotros en lugar de ser los escritores somos meros editores, guías, gurús, motivadores personales o como quieras llamarlo. El caso es que nosotros apenas sí dirigimos en cierta medida la obra, que la escribe nuestro alumno.

   En esos casos, casi siempre tesinas, suele aparecer por ahí el nombre del profesor a modo de «Mengano estuvo aquí», un sé que no lo escribiste tú pero que sin ti habría sido imposible.

   Y lo mismo puede ocurrir en una cocina. Un cocinero joven puede tener como guía a uno reconocido, pero cocinar él. ¿Cocina el maestro? No, resulta evidente que quien cocina es el alumno, y que aunque el maestro es indispensable, no es el autor de la obra (la comida).

¿Y si programamos un robot para que escriba por nosotros?

   Aquí está el meollo de la cuestión, el punto al que quería llegar con los ejemplos anteriores. Si usamos nuestras manos, el mérito y autoría es nuestra. Si programamos algo nosotros, también lo parece. Si lo enseñamos para que se reproduzca (por un alumno) ocurre que nosotros somos un mero ayudante sin autoría. Pero, ¿qué sería un robot (IA) que escribiese una novela según unas directrices o programa?

   Antes de nada hay que dejar claro algo: una Inteligencia Artificial que escriba una novela, aunque esta sea mala, tiene que tener cierta inteligencia humana. Como poco, comprende el lenguaje, algo que no se puede decir de todas las máquinas. Además comprende las estructuras de una novela, algo que no se puede decir de todos los autores humanos. Y para colmo, puede que hasta nos deje enganchados, poseyendo entonces ese no se qué que tienen los autores cuando estimulan nuestro cerebro.

   Pero, ¿es una máquina así de inteligente la autora o es una mera ejecutora de las órdenes del programador?

   Hasta ahora hay varios autores/programadores que han intentado que sus IA escriban textos que la gente compre. Y cuando lo hacen el dinero no va a parar a la máquina, sino a la persona tras la máquina. También el mérito, aunque hay que destacar algo muy importante: esas novelas, revistas o poemas son, a día de hoy, una auténtica basura.

   Pero, ¿qué pasará cuando un programador/escritor programe una IA que escriba una novela que pase a la historia por su belleza? ¿De quién es la autoría? ¿Cómo de bueno tiene que ser el texto para atribuírsele a la IA? ¿Del programador? ¿De la IA? ¿Se pondrán de acuerdo para aparecer ambos o el humano tratará de ocultar a su mecánico colaborador?

   Hagan sus apuestas, porque los tiempos avanzan más rápido de lo que lo hacen los segundos.

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