Konrad, el niño al que le gusta llevar vestidos

Konrad, el niño al que le gusta llevar vestidos

  «La literatura infantil se está fastidiando con lo políticamente correcto», ha declarado Ana María Matute en más de una entrevista. La idea es que al eliminar de los libros todo lo inapropiado, no estamos haciéndoles un favor ni mucho menos a nuestros hijos sino que estamos consiguiendo que se vuelvan incapaces de reconocer la crueldad que existe inherente a la vida. Incluso los expertos lo han certificado: no hay que apartar a los niños de las historias de terror porque el hecho de que lean libros de miedo puede ser positivo. Además, el camino de lo políticamente correcto ha llevado en numerosos países a prohibir y censurar grandes joyas de la literatura infantil y juvenil.

   Y no hace falta ir a países donde la libertad de expresión esté controlada por el estado, como China o los Emiratos Árabes, o a países en los que la estrechura moral ‒por no decir doble moral‒ esté a la orden del día, caso de Estados Unidos. No, en muchos de los más avanzados ideológicamente países europeos también se llevarían las manos a la cabeza si se publicaran libros infantiles y juveniles con según qué temáticas. Porque una cosa es escribir historias sobre piratas o sobre futbolistas protagonizadas por mujeres, o incluso sobre familias que se salen del modelo tradicional, y otra es hacerlo sobre un niño al que le gusta ponerse un vestido, como ocurre en la serie de Konrad.

Konrad

   Ese es el tipo de historias que publica la editorial sueca Olika, que acaba de cumplir diez años. Por cierto que «olika» significa en sueco «diferente», lo que da cuenta del tipo de libros infantiles que vamos a encontrar publicados por esta editorial. Marie Tomičić, su fundadora, cuenta en una entrevista que, estando divorciada, leía a su hijo pequeño historias en las aparecían familias tradicionales. El hecho de leer solo ese tipo de historias parecía indicar que la situación que vivía el niño no era normal, que al vivir con padres separados faltaba algo. ¿Es que a nadie le importaba que hubiera niños que no se sintieran identificados con ninguno de los protagonistas de los libros infantiles? La solución que planteó Marie fue crear Olika para llenar ese hueco que hasta ese momento ninguna editorial se había atrevido a abordar.

   En un panorama de literatura infantil dominado por los estereotipos de género, Olika ha colaborado con países de todo el mundo y ha ganado importantes premios, como el Premio a la Igualdad de Suecia en 2012, por promover la igualdad y la diversidad entre los más pequeños. Esta editorial nace con la idea de que los libros infantiles son una poderosa herramienta para ayudar a crear una sociedad inclusiva, en la que las minorías se hacen visibles y las diferencias se dejan a un lado. Al fin y al cabo, los libros son el espejo en el que se reflejan los niños, son una ventana que les permite conocer el mundo que les rodea y conocerse a sí mismos. Además, el que puedan sentirse identicados hace que se sientan parte de la sociedad. Si existen libros que muestran una gran variedad de maneras de ser niño o niña, habrá más posibilidades de que cada uno se exprese libremente, de acuerdo con su personalidad, sin quedar atrapados en estereotipos de género concebidos por la mayoría.

Kivi and Monster Dog

   Muchos de los libros de Olika no están exentos de una polémica que ni siquiera se ha buscado. El libro Kivi and Monster Dog fue uno de los pioneros en la introducción del pronombre personal neutro «elle» ‒en inglés «hen»‒, alternativa a «él» y «ella» que finalmente fue adoptado como correcto por la Academia Sueca. Para muchos el hecho de añadir un pronombre nuevo es un lastre innecesario para el idioma, algo que se solucionaba a través del masculino, que es genérico, a del pronombre neutro «ello». Sea como fuera, este tipo de iniciativas es una manera de fomentar el debate y la reflexión, que es de lo que se trata. De eso, y de ampliar el espectro de visión de la literatura infantil rompiendo estereotipos.

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