A los lectores más frikis nos encanta cuando la literatura se sale de lo convencional, cuando pasa por las manos de un artista o de un diseñador y rebasa los límites de la propia palabra escrita. Quizá sea porque es como mirar con nuevos ojos algo que dábamos por hecho que conocíamos. Nicholas Rougeux es un experto en esto. En su día consiguió unos resultados espectaculares reduciendo conocidas obras a sus signos de puntuación o convirtiendo los sonetos de Shakespeare en firmas. Ahora vuelve a la carga con un proyecto titulado «Constelaciones literarias», en el que consigue convertir algunos de los grandes libros de la literatura en estrellas. Una idea que enamora si, como yo, piensas que un buen libro es, cogiendo prestado el título de la novela de Esther Earl, «una estrella que no se apaga».
Esta vez Rougeux se ha limitado a trabajar con algunas de las más famosas frases iniciales de la literatura, desde Jane Austen hasta Hemingway pasando por Herman Melville. Con cada una de esas oraciones ha construido un diagrama conectando cada palabra con líneas cuya longitud y dirección se basa en la longitud y en la forma en la que está construida esa palabra. En primer lugar estableció unas reglas para crear un mapa. Si la línea se conecta a un adjetivo, por ejemplo, va hacia el norte, mientras que si enlaza una preposición lo hace en dirección suroeste. A continuación aplicó este esquema a cada una de las frases que había seleccionado previamente. Si las palabras tienen una misma extensión la línea tiene la misma longitud pero esta varía dependiendo de si la palabra es más corta o más larga.
En un primer momento el experimento no trataba de hacer cartografías estelares sino simplemente de crear una representación visual diferente de esos comienzos pero la semejanza entre el resultado y lo que se ve cuando se mira un cielo despejado en una noche estrellada hizo que a Rougeux se le ocurriera la relación.
A continuación decidió aplicar la técnica, además de a las primeras frases de novelas extensas, a historias cortas, trazando los mapas de las primeras frases de cada uno de sus capítulos. La primera palabra de cada diagrama corresponde a una estrella y a partir de ahí el mapa se forma con círculos cuyo tamaño depende de la longitud de cada palabra. Cuando unió todos esos diagramas en un plano circular el resultado es idéntico a una carta estelar. Otro punto para Rougeux.
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