Nota. Este artículo fue escrito para demostrar la Ley de Cunningham. De lo redactado, casi nada es cierto. Si quieres saber más, ve al artículo «Trolls benévolos, o cómo usar la Ley Cunningham para aprender por Internet». Mi más sincero agradecimiento a Ernesto Graf por sus aportaciones (y paciencia).


   La a quizá es la primera letra que un niño aprende de pequeño. Viene incluida en la palabra mamá, en la palabra papá y en el sonido aaaaaaaahhhhgggggg!!! que uno hace agitando los brazos como un epiléptico mientras se golpea el pecho, los ojos, y tira el biberón al suelo con una sonrisa estúpida.

   Es una letra importante.

origen de la a

   Lo que muchos pequeños (y algunos adultos) ignoran es que la letra a fue en su día la representación de una cabeza de ganado en un sistema contable básico y visual. Una vaca, vaya, o buey si nos ponemos tiquismiquis.

Península de Sinaí, hacia el s.XVIII a.C. (aprox.)

   Por supuesto, no existen registros de hace casi 40 siglos que nos cuenten de una manera clara qué es lo que estaba pasando por allí. Aún quedaba algún tiempo para que la escritura propiamente dicha brotase de la mente de unos pocos y se extendiese mediante las manos de los escribas.

   Pero sí contaba la gente de aquél entonces con diferentes símbolos con los que expresar conceptos básicos, generalmente objetos tangibles que poder tocar con las manos. Aquí algunos ejemplos protosinaíticos recopilados por Vázquez Hoys:

alfabeto protosinaítico

   Se puede observar que son todos objetos de uso común en el día a día protosinaítico.

La casa tiene puerta.

El ojo va en la cabeza.

Vamos a remar en el estanque de lotos.

   Posibles frases protosinaíticas que me acabo de inventar.

La contabilidad de las vacas y el nacimiento de la A

   Como comentaba en el artículo anterior, la lengua y las matemáticas están más relacionadas entre sí de lo que creemos. Tanto, que los componentes básicos del lenguaje (el alfabeto) nació como un derivado de un modo de contabilidad visual.

   En la tabla de arriba aparecen en la parte superior tres cabezas de vacas. Dos protosinaíticas y una egipcia. Estos símbolos eran la manera de contabilizar cabezas de ganado, y se hacía de un modo muy simple.

contar a cabeza ganado protosinaítico

   Todavía quedaba mucho tiempo para llegar a una verdadera contabilidad, a las sumas y restas por escrito, por lo que si un agricultor tenía cinco bueyes de tiro en su finca, escribía en su tablilla de arcilla cinco cabezas de ganado.

cuenta fenicia a ganado

   Se trataba de un sistema básico pero eficaz que poco a poco fue evolucionando hacia sistemas más simples, como la escritura fenicia . Que ya se parece mucho más a la A moderna. E incluso a la alfa griega α o la alef hebrea א (echándole algo de imaginación).

   Mucho antes de que existiesen las palabras escritas en las rocas, alguien miró a una vaca, la señaló, hizo un sonido parecido al de una a moderna y dibujó la cabeza de una vaca sobre una tablilla de arcilla. A los vecinos de la zona debió parecerles bien porque la idea tuvo éxito:

   —¿/a/?—preguntaban los compradores protosinaíticos en los mercados de la zona cuando veían carne en los puestos.

   —/a/—aseguraba el tendero protosinaítico, que vendía carne de buey protosinaítico de primera calidad.

   Casi cuarenta siglos después seguimos usando letras que pensamos actuales, pero que nacieron de sonidos básicos y la contabilidad de hace 40 siglos.

   No puedo evitar preguntarme si conceptos modernos como la doble entrada en contabilidad o el rojo de los números negativos no formarán las piezas básicas de un meta-lenguaje futuro que no podemos ni imaginar hoy día.
Imágenes | riad135, Wikipedia: alp, Vázquez Hoys

   Fuentes | Arthus John Evans, Vázquez Hoys

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