14 escritoras que usaron seudónimos de hombre para publicar

14 escritoras que usaron seudónimos de hombre para publicar

   Históricamente la literatura ha sido cosa de hombres. Pero no porque las mujeres no escribieran sino porque, como en muchos otros ámbitos, los hombres que lo controlaban este mundo, generalmente editores, se encargaron de vetarles el acceso. Ellas, para evitar prejuicios sexistas y conseguir ser publicadas y leídas, a menudo se veían obligadas a ocultar sus verdaderas identidades bajo seudónimos de hombres masculinos. Un ejemplo típico sería el caso de Charlotte Brontë, que cuando tenía 20 años envió una selección de sus poemas al poeta británico Robert Southey y recibió la siguiente respuesta: «La literatura no puede ser asunto de una mujer». Por suerte, la futura autora de Jane Eyre ignoró su consejo.

   Jane Austen fue una auténtica pionera en ese sentido, porque aunque publicaría bajo anonimato, usó el seudónimo «A Lady», destacando su identidad femenina. Sin embargo, muchas de las escritoras que intentaron publicar después se vieron obligadas a usar el seudónimo masculino para no levantar prejuicios y abrir alguna que otra puerta en el mundo editorial. Fue el caso de Charlotte Brontë, y de sus hermanas Emily y Anne, que respectivamente pasaron a llamarse Currer, Ellis y Acton Bell. A pesar de que lucharon por tener éxito con sus nombres reales, nunca pudieron usarlos en la cubierta de un libro, al menos mientras que Emily y Anne estuvieron vivas. Después vinieron otras escritoras como George Eliot y George Sand, que cambiándose el nombre lograron engañar a la crítica y a los lectores.

   Mashable ha realizado una infografía donde se recoge, en 14 autoras, una breve historia de escritoras que utilizan seudónimos masculinos. Los ejemplos del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX encajan en lo señalado. ¿Ocurre lo mismo a partir de finales del siglo XX? Siguen existiendo escritoras que usan seudónimos masculinos pero no es tan evidente que sea por prejuicios sexistas. Un caso paradigmático sería el de la escritora J.K. Rowling, que decidió usar las siglas J.K. tras ser aconsejada para que evitara usar su nombre de mujer, Joanne, y así atraer el público masculino. En 2013 volvía a repetir la jugada al publicar El canto del cuco bajo el seudónimo de Robert Galbraith. En este caso lo que pretendía era alejar cualquier tipo de sospecha de que ella fuera la autora de la novela.

   El panorama literario ha mejorado bastante en la actualidad, como demuestra el hecho de que el periodista Sean Thomas Knox decidiera firmar su libro Hermanas de hielo con el pseudónimo de S. K. Tremayne, dando a entender que era escritora en vez de escritor, para vender más libros. Con todo, todavía estamos muy lejos de erradicar por completo los prejuicios sexistas. Según un análisis llevado a cabo por la novelista Nicola Griffith las mujeres tienen menos posibilidades de ganar premios literarios, algo que ocurre con al menos seis de los más grandes premios. Julieanne Lamond, de la Universidad Nacional de Australia, y Melinda Harvey, de la Universidad de Monash, por su parte, realizaron un estudio en el que se demostraba que la crítica literaria no trata por igual a hombres y mujeres.

   Recojo a continuación la inforgrafía de Mashable.

14 escritoras que usaron seudónimos de hombre para publicar

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