ley de Cunningham

Viñeta titulada Duty Calls (El Deber Llama, en inglés): —¿Vienes a la cama? / —No puedo. Esto es importante. / —¿El qué? / —Alguien en internet está equivocado. Fuente: xkcd.

   Siempre se ha dicho que el tráfico troll de una página resta tiempo a los administradores web. Después de todo, lidiar con respuestas absurdas y cargadas de trampas lingüísticas –que serán rebatidas en comentarios posteriores– no  es el sueño de quien abre un espacio online.

   Un troll solito es capaz de molestar lo suficiente como para que la gente deje temas aparcados (generalmente conflictivos y polémicos), se desmoralice un tiempo o que incluso deje de escribir.

   Sin embargo, hay en la red de redes un perfil troll que, aunque conserva un espíritu irritante y la capacidad de generar hilos enormes de respuestas, aportan en el proceso información muy interesante a los artículos. Denotan que el troll sabe de lo que habla (y que el que escribió el artículo no).

   Son la prueba de que la Ley de Cunningham se cumple en Internet. Son trolls benévolos.

¿Qué es la Ley de Cunningham?

   Howard G. “Ward” Cunningham es un hombre con un nombre lo suficientemente épico como para hacer sombra a sus proezas como desarrollador. A saber, haber diseñado la primera Wiki del mundo (25/03/1995), ser el dueño de numerosas patentes, y haber puesto su apellido a una ley que no llegó a formular nunca.

Cunningham

Cunningham, 2004. Fuente: Matthew (WMF).

   Y es que la Ley de Cunningham la enunció Steven McGeady, vicepresidente de Intel, cuando se dio cuenta de que los artículos de Wikipedia que mejor redactados estaban eran aquellos que habían empezado con información errónea.

   McGeady observó ya este fenómeno en la USENET de 1980, pero el número de usuarios era demasiado bajo como para enunciar nada serio y tangible. Sin embargo, cuando Wikipedia se liberó al mundo en 2001, McGeady empezó a hacer pruebas. Tras estas pruebas y una conversación con Cunningham, ambos llegaron a la conclusión de que:

   «El mejor modo de obtener la respuesta correcta en Internet no es hacer una pregunta, es escribir la respuesta incorrecta».

   Pero fue a Cunningham a quien se le atribuye el mérito. Algo de lo que ha intentado deshacerse, sin éxito, desde hace más de una década.

¿Cómo usar la Ley de Cunningham para aprender?

   Fácil. Primero, abre un blog, o pide escribir una entrada en uno si no te interesa andar luego cerrándolo. Después, redacta un artículo de unas 500-700 palabras (para que Google lo tenga en cuenta) sobre un tema del que no tengas ni idea pero sobre el que quieres aprender.

   Que sea lo suficientemente formal como para que la gente entre en él, pero que carezca de datos coherentes. Incluso agrega datos inventados de tu propia cosecha a voluntad. Luego, compártelo en tus redes sociales, y espera la magia.

   Por supuesto, la espera puede prolongarse en función del tema o de lo lejos que llegue tu artículo. Las materias de dominio público tendrán más comentarios, pero estos serán superficiales.

«Te has equivocado aquí, esto está mal, añadiría tal cosa…».

   Y los temas más complejos y escondidos tendrán menos comentarios, pero de mayor calidad. Precisamente, porque quien puede rebatirlos suele saber mucho respecto del tema en cuestión.

Así demostré la Ley de Cunningham

   Los que hayáis pasado mucho tiempo en esta web habréis notado que casi todo está documentado. Las menciones a escritores famosos y hechos curiosos han sido excavados con mucho cariño por parte de los redactores, y realizamos una labor de comunicación (creo) bastante fiable.

   Como homenaje tanto a la veracidad de la información como al mundo troll, hace un par de meses me propuse hacer justamente lo contrario. Buscar un tema, leer sobre él de manera superficial, escribir lo primero que me viniese a la cabeza, y publicarlo.

   Elegí la relación (esta parte es verdad) entre la letra A y cómo representaban cabezas de ganado en lenguaje protosinaítico:

origen de la a

Fuente: Origins of ABC.

   Y escribí sobre ello un artículo titulado La A, una letra creada para contar cabezas de ganado. Inventándome en el proceso fuentes y fechas, entre otros datos. Salvo que la A moderna viene de deformar el dibujo de la cabeza de una res, el resto del artículo es mentira cochina.

   Para hacer más divertido el experimento, escribí el artículo con un tono bastante infantil, con varias coñas salidas de madre, y lo rodee antes y después con dos artículos altamente documentados y con datos verídicos:

13.02.2017 El nacimiento de la Ñ: sacando factor común al lenguaje

20.02.2017 La A, una letra creada para contar cabezas de ganado

27.02.2017 El Hyperloop, un invento victoriano

   Apenas unas horas después de publicar mi artículo vino el primer troll benévolo: Ernesto Graf (cuando lea esto, me mata). Él escribía:

«lo siento, pero esto es erróneo. Para empezar, el proto-sinaítico es posterior a la escritura egipcia, no al revés (concretamente, están datados en el Reino Medio). La casi totalidad de los signos proto-sinaíticos están localizados en el Sinaí, y los que los escribieron eran personas semíticas poco egipcianizadas y casi iletradas que trabajaban en las minas de esa zona… no contaban cabezas de ganado. Son inscripciones de carácter cultural y religioso, no administrativo.

Para más info puedes ver los trabajos de Orly Goldwasser: https://en.wikipedia.org/wiki/Orly_Goldwasser»

   Por supuesto, Ernesto Graf tenía razón. Mi artículo estaba plagado de errores y tonterías. Pero no iba a darme por vencido tan rápido. Tras modificar un único dato, añadí dos fuentes. Una de una investigadora con una web horrible y un artículo de Wikipedia sobre un investigador sobre asuntos egipcios que, además, estaba en ruso.

   Con eso contesté a Graf. Su respuesta, a modo de un texto de casi 200 palabras y el citado de tres fuentes fiables, no tardó ni 50 minutos:

«Sobre el tema, el trabajo académico que te recomiendo leer es “Goldwasser, Orly. (2006). Canaanites Reading Hieroglyphs. Horus is Hathor? – The Invention of the Alphabet in Sinai” http://www.jstor.org/stable/23790280

el tema también está bien explicado y de una forma más amena en este libro: https://www.amazon.es/Escrituras-Lengua-Cultura-Antiguo-l%C3%A1mpara/dp/8494190458

los antiguos egipcios ya tenían un sistema de numeración decimal probablemente desde tiempos predinasticos, de hecho ya hay números en las etiquetas de la tumba U-j en Abydos (que es hasta la fecha la evidencia de escritura ms antigua que se ha encontrado en Egipto) de la misma forma que en las etiquetas de la din I, como puedes ver en http://xoomer.virgilio.it/francescoraf/hesyra/tagcorpus.htm

Así que recapitulando, aplaudo que hayas agregado algún tipo de fuentes (que para mi, sobretodo en una web de divulgación, es algo muy importante) pero honestamente una página de la wikipedia rusa y un libro sobre Grecia no se que tienen mucho que ver, y no se donde lo habrás leído, pero por lo menos los egipcios no contaban el ganado escribiendo 5 veces el signo de un buey. Ademas imagina, no es nada práctico apenas superas un umbral bastante bajo de cabezas.»

   Desde ya quiero expresar mi más sincero agradecimiento a Ernesto. Sin él, todo este experimento habría carecido de sentido, y esta publicación podría haberse retrasado meses. Espero, asimismo, que no se haya molestado por haber participado sin su consentimiento, ni quiera matarme tras esto.

   Son personas como este maravilloso troll benévolo los que construyen con su esfuerzo y dedicación proyectos tan complejos como la propia Wikipedia. Cultura colaborativa que se basta de sus lectores para mejorar con el tiempo.

   La Ley de Cunningham es una herramienta curiosa de Internet, y que (creo) nace de un sentimiento honesto por desear corregir la información errónea que se ofrece gratis al mundo.

   Por supuesto, en el artículo sobre la A ahora aparece un aviso que explica que lo que se dice son bobadas. Bastante daño habrá causado ya 😛

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